Pablo Iglesias Turrión

Publicado el 21 noviembre 2020 por Plasnisk

Pablo Iglesias Turrión, más conocido como El Coletas, Vicepandemias, Chepablo, El macho alfa azotador, Pablenin o El marqués de Galapagar, es una criatura alopécica coletuda que va disfrazado con esa camisa de AlCampo como si fuera un personaje de una historieta de Francisco Ibáñez con un discursito orientado a perroflautas, ninis y vagos en general a los que les dice que todos sus problemas son por culpa de los ricos.

También culpa a los hombres, los cuales llama machistas cuando este ser es un machista que llamó “menina” a Soraya Sáenz de Santamaría y escribió que “azotaría hasta que sangrase” a la periodista Mariló Montero.

Biografía

Este farsante y traidor nació en 1978 en el seno de una familia bastante acomodada. Rica podría decirse. Tanto que sus padres le pagaron una universidad pija.

Él se metió en grupos comunistas y antifascistas. Poco trabajo tuvo ahí, ya que fascismo en Europa no existía desde hacía décadas.

En 2010 empezó a aparecer en La Tuerka, aquella cosa patrocinada por Irán y Venezuela.

Ascenso

En 2013 fue invitado al programa El gato al agua de Intereconomía para hablar sobre la convocatoria de Rodea el Congreso, aquella intentona de golpe de estado encubierto.A partir de ahí, gracias a su pinta de mamarracho empezó a estar muy solicitado en la tertulias televisivas.

A partir de ahí se vino arriba y aprovechó la ola del 15M para fagocitarlo a su favor y crear un partido político junto a otros con las mismas ganas de trabajar que de ducharse.

Así nació su cortijo personal llamado Podemos. Resultó elegido eurodiputado por la candidatura de Podemos, que logró cinco escaños en el Parlamento Europeo. Más tarde fue elegido secretario general de Podemos.

En las elecciones generales de 2015 consiguió 44 escaños de diputado en el Congreso. Entonces dejó a su novia Tania Sánchez y la mandó al gallinero. Muy bien no acabaron.

Se puso chulito con Pedro Sánchez y le pidió El CNI, Interior y si le dejan, hasta a su primogénita. Ante eso, Sánchez lo mandó a la mierda y prefirió que se la picara un pollo. Entonces hubo otras elecciones con una candidatura conjunta con IU se denominó Unidos Podemos. Así tanto un partido como el otro tapaban su sangría de votos. Ganó el PP.

Pagó su frustración en telegram donde afirmó que azotaria a Mariló Montero hasta que sangrase. Tuvo que disculparse públicamente. Solo queda saber si se fustigó hasta sangrar.

También en el Telegram del partido se destapó otra conversación donde se demostró que tras su careta de comunista feminista no hay más que un “macho alfa” como el mismo se denominó. Su asistenta en el Parlamento europeo se quejó porque estaba siendo acosada “visualmente” por alguien del equipo. La respuesta de Iglesias fue rotunda. “Le voy a romper la boca. Vais a ver lo que es un macho alfa cuando acosan a alguien de su grupo”. Iglesias tiene muy claro que la violencia se combate con más violencia.

Salvó los muebles a duras penas y 3 años después, con la sentencia que condenó al Partido Popular por la trama Gürtel que tuvo como consecuencia la presentación de una moción de censura contra Mariano Rajoy tuvo otra oportunidad.

Tras los resultados de las elecciones generales de 2019, que dieron una mayoría simple al PSOE y Pedro Sánchez fue propuesto como candidato a presidente del Gobierno por el rey. 

Pedro Sánchez llegó a La Moncloa. Los podemitas lo celebraron como una victoria pero la alegría duró poco. El partido se estaba rompiendo en diferentes comunidades autónomas.

En esos días, La Rioja se sumaba a Navarra y a Cantabria, territorios en los que la formación era ya un polvorín y los grupos parlamentarios autonómicos dejaban de responder a las órdenes que llegaban directamente desde el secretario de Organización del partido Pablo Echenique. 

Teresa Rodríguez volvía a vencerle. En las primarias que celebró el partido para elegir a su candidato para elecciones andaluzas la líder de la formación en Andalucía se impuso por un 75% a la candidata cercana a Pablo Iglesias, Isabel Franco.

Por todo ello, esta vez Pablo no estuvo tan chulo. Pedro le prometió la vicepresidencia y se la coló bien colada; sería cuarto vicepresidente.

Decadencia

En 2018 empezó su caída. Durante más de diez días no se supo nada de él hasta que apareció en una reunión de la dirección de su partido. Allí, tuvo que reconocer su primer fracaso del año: las elecciones en Cataluña. Tan sólo habían logrado 8 escaños de mierda.

En el primer CIS el partido se situaba ya cuarto por detrás de Ciudadanos. Para colmo tuvo una guerra abierta contra Teresa Rodríguez por el nombre de la candidatura con la que presentarse a las elecciones. El enfrentamiento duró meses pero finalmente, Rodríguez consiguió imponerse y llamar a su candidatura "Adelante Andalucía". También logró elaborar unas listas propias sin seguir los dictados de Pablo Echenique.

Mientras tanto, Carolina Bescansa preparaba su Operación Valkiria para derrocarle. Propuso un plan secreto para encumbrar a Íñigo Errejón. Pero aparte de fea, además era gilipollas. Filtró por error un documento en el que detallaba cómo acabar con él para hacerse ella con el poder. Acabó purgada.

El colmo de su decadencia fue cuando se compró un chalé en Galapagar. Y encima, estaba construido en un área protegida, contraviniendo así lo dispuesto en el plan urbanístico de Galapagar.

Los purgados

Aquello cabreó hasta a los suyos. Tanto que hasta acabaron haciendo un referéndum entre sus bases, legitimando así el debate en torno al chalé. Una cosa esperpéntica.

Ese mismo año sufrieron el enfrentamiento de Íñigo Errejón, se fue Xavier Domènech y Teresa Rodríguez, desde Andalucía, le declaró la guerra. Incluso Kichi se rebotó. A punto estuvo el partido de desvanecerse entre luchas fratricidas.

Cuando uno se hace casta, se hace casta hasta la cocina, no valen medias tintas. 

Y es que una trabajadora de Unidas Podemos denunció al partido por un trato discriminatorio. Era la escolta de Montero. Pero no hacía solo de escolta. También hacía recados, la compra, iba a por potitos para los bebés, llevaba y traía a amigos a la casa, se encargaba del mantenimiento privado de sus vehículos, hacía horas extra… etcétera. Uno paladea la miel de la casta si no explota a sus trabajadores.

Terminó 2018 como lo empezó: con una derrota electoral. Ni cambiándose el nombre, el Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez consiguió un buen resultado. Perdían en tres años 300.000 votos.

Entonces, llegó el coronavirus y el escrachador se convirtió en escrachado

Bueno, esto de la casta
Tampoco está tan mal

Si antes aplaudía los escraches, que decía que eran “jarabe democrático”, y decía que las fuerzas y cuerpos de seguridad estaban al servicio de unos pocos, ahora es él el que recibía los escraches y son esas mismas fuerzas las que vigilan por su seguridad.

También fue pillado haciendo la compra al Supercor de Galapagar y ni él ni su escolta llevaban puesto mascarilla. Si a esto se suma todas las veces que  se saltó la cuarentena que debía guardar, ejemplifica cómo las reglas a las que están sometidos los demás no van con él.

Y las que si van con él (como el Caso Dina), pues fuerza al PSOE para que se cargue la separación de poderes para que se apruebe una ley en la que el Gobierno elige a los miembros del CGPJ, aunque la UE le hizo recular.

Poco a poco entre los abandonos y purgados Pablo se ha ido quedando solo.