Paco de Lucía. Entrevista

Publicado el 10 marzo 2012 por Lilik

ESTA MAÑANA estuvo de compras en Los Ángeles, durante una de las treinta y tantas paradas de su gira por Estados Unidos, ese país que tanto le emocionó de joven y tan poco le gusta ahora. Pero de compras en un mercado, el de West Hollywood precisamente. Paco de Lucía, uno de los más grandes músicos españoles vivos, es así y cuando viaja pide habitación de hotel con cocina. Paco pasea por el mercado de Los Ángeles con su chándal rojo en busca del pescaíto que se cocinará esta noche. "De vez en cuando hago un potajito para los músicos y no veas cómo lo pasamos". Un aroma a comida casera y apetecible se extiende por los pasillos de cada hotel que pisan los de Algeciras.
Esos músicos que comparten sus guisos le acompañan desde hace años: su hermano Ramón de Algeciras, Carles Benavent, Jorge Pardo, Duquende, Joaquín Grilo, José Manuel Cañizares y Rubén Damtas. Confraternizaciones gastronómicas aparte, Paco es un hombre solitario y lo reconoce abiertamente.
"Los guitarristas somos muy metiítos para dentro. El contacto con la gente aterra en ese estado febril de soledad"
-¿Y por qué son ustedes los guitarristas tan enigmáticos, introvertidos?
-Quiere decir muy metiítos para dentro y medio locos, ¿no? Pues sí, todos tenemos ese punto y es muy fácil de explicar. Para tocar bien hay que pasar muchas horas encerrado comiéndote el coco. Y eso un día y otro y otro marca y deja secuelas hasta volverte neurótico. Recuerdo una época de mi vida en la que sonaba el teléfono y me ponía a temblar o estaba todo un día nervioso si sabía que alguien venía a visitarme y sudaba mucho. Todo lo produce estar tanto tiempo solo. Pero se cura en 15 días de gira. La solución es el contacto con la gente, que es lo que realmente te aterra cuando estás en ese estado febril de soledad. Y ahora veo que a los chavales les pasa lo mismo. Son demasiadas horas oyéndote a ti mismo y llega un momento en que necesitas la mirada de los demás para saber que no estás ni tonto ni loco. Es muy complejo. Sí, todos tenemos ese toquecillo de majarón.
Fue precisamente ese carácter introvertido el que hizo de él un guitarrista. Lo que realmente le gustaba era cantar, siempre lo ha dicho, pero la vergüenza lo parapetó tras ese instrumento que en los cincuenta no era tan valorado en el flamenco como el cante o el baile. Fue su padre quien dijo que faltaban buenos guitarristas y que su hijo sería el más grande. Y grande se hizo Paco de Lucía, primero interpretando los temas de Niño Ricardo y luego creando los suyos propios gracias al sabio consejo que le dio Sabicas en Nueva York en 1963: un auténtico flamenco debe componer sus temas, no copiar. Así nacieron sus primeras falsetas y su toque se hizo rápido, rítmico como pocos, exquisito y, sobre todo, distinto: "Tocaba con rabia para combatir la inseguridad que me proporcionaba ser sólo un guitarrista".

"Los artistas somos muy egoístas. Llevo una cruz porque nunca me comporté como debe comportarse un padre"
Algo así como decir que su arte es producto de una rabieta. La rabieta más fructífera que se conoce. Hoy es reconocido en todo el mundo como uno de los mejores compositores y concertistas de guitarra. Pero además, Paco de Lucía encabeza la enorme revolución que ha vivido el flamenco en esta segunda mitad de siglo. La nueva generación de guitarristas españoles reconoce, con unanimidad sorprendente, al guitarrista de Algeciras como el maestro único. Tomatito lo llama el "padrenuestro", Vicente Amigo, el "dios". Él se sabe "padre" y esta circunstancia le proporciona una nueva sensación de miedo. El sentido de responsabilidad que le supone la salida de cada nuevo disco le atormenta. Intuye las expectativas que despierta y tiembla.
-¿Y quién es esa gente que le aguarda con tanto interés?
-Mi gente son los flamencos, los guitarristas. Sé que están esperando a ver con qué sorprende Paco y Paco ya no sabe dónde buscar, en la chistera o debajo de la manga. Cuando compongo pienso en los guitarristas, ellos son el termómetro, soy quien soy porque ellos me han puesto donde estoy. Se han criado oyendo mi música. Cada vez cuesta más sorprender a estos niños, lo saben todo ya. Me vuelve loco pero a la vez me hace sentir vivo, veo que aún tengo cosas que decir. De muy jovencito ya pensaba que el día que no tienes nada que decir, te mueres y sigues viviendo como un vegetal.
-¿De verdad le impone tanto enfrentarse a un disco?
-Es todo un reto. Siento miedo a repetirme, me pregunto si estoy haciendo algo nuevo pero me entra alegría cuando sale algo bonito. Y a continuación me deprimo otra vez. Es una angustia horrorosa. Imagino que todo el que se pone a inventar algo lo pasa fatal. Pero cuando sacas algo que te gusta, aunque sólo sean diez segundos de música, te emocionas y hasta te das un olé.
Y tras ese olé, vuelve el miedo, dice. Porque esa unanimidad en torno a su figura y ese juicio continuo al que está sometido le traen de cabeza. Él, que ha ganado tanto dinero, lo que querría es tumbarse al sol. "¿Por qué tengo que seguir si no lo necesito?, me pregunto. Pero ahí sigo, siempre encerrado en un cuarto, buscando. No podría dejarlo".
"En México hago pesca submarina, luego me cocino lo que pesco y ya está. No quiero más. Ahora pienso mucho en el tiempo. Por primera vez creo que tengo que darme prisa"
-¡Cómo lo iba a dejar Paco de Lucía!
-Cuando empecé, unos hablaban bien y otros mal de mí y eso me daba la medida pero lo que me dicen ahora ya es mosqueante (se ríe). Paco está establecido con el sello de garantía, como el de los jamones, pero uno de vez en cuando necesita la crítica negativa, siempre que sea constructiva, para seguir creciendo. Sentirme vivo es seguir encontrando sorpresas, matices nuevos. Necesito saber en cada disco que me estoy jugando la vida. Y no es cuestión de dolores de espalda. Es una lucha contra el tiempo, la edad, la falta de energía, de estímulo. A medida que consigues cosas, no te hace ilusión conseguirlas de nuevo.
50 AÑOS
Lucha contra el tiempo pero le alivia saber que ha vivido intensamente: Paco de Lucía cumplió 50 años el último 21 de diciembre. Ha publicado, 30 discos, entre los de estudio, directos y antologías (el primero de ellos en 1967). Lleva 20 años casado con Casilda Varela, madre de sus tres hijos, Casilda, de 19, Lucía, de 18, y Curro, de 14. Los tres, estudiantes, viven aún en la casa familiar de la urbanización madrileña de Mirasierra, ese lugar que Paco tanto recuerda en sus giras y que, insiste, le gustaría haber saboreado más. Viajes y profesión le han impedido ser un padre "total" y así lo cuenta con una voz dulce que se entrecorta según se va escuchando a sí mismo:
-¡He tenido una suerte con mis hijos! Son unos niños increíbles para la vida que yo he tenido... No he estado mucho tiempo en casa y tenía miedo de que alguno se desmadrara pero me siento muy orgulloso de los tres y se lo tengo que agradecer a Casilda. Ha sido una madre de verdad y se ha dejado la piel con los niños. Por mucho que diga, nunca se lo voy a agradecer lo suficiente. Los niños tienen cabeza, están muy bien plantados, son inteligentes. Una maravilla. Sí, claro que he echado de menos la vida familiar. Siempre he tenido sentimiento de culpa por no haber estado ahí como debería pero no he tenido otra opción. Y encima, los artistas somos muy egoístas. Uno se encierra en sí mismo y se olvida de todo el mundo. Llevo una cruz porque nunca me comporté como me tenía que comportar como padre.
-Y ahora, ¿son más intensas las relaciones padre-hijos?
-Claro, cada día hablo con mis hijos y la relación es muy bonita, casi como amigos. Ser padre es difícil. Uno no sabe si imponer la fuerza. Piensas que la autoridad es buena pero no sabes a qué edad hay que dejarla de lado. Desde hace un tiempo ya no les digo lo que deben hacer, ellos tienen su criterio, y trato de comunicarme más profundamente.
Toda una vida saltándose la norma. Y siempre con éxito. Como cuando, a los 29 años y después de diez de noviazgo, se casó con Casilda, una guapa señorita de Cádiz, hija del general Varela, "la única mujer de la que he estado enamorado en mi vida". El matrimonio provocó entonces algunos problemas familiares. Se casaban el guitarrista flamenco y la niña bien. La pareja estuvo por encima de las circunstancias propias de la época. Inteligentes y amantes del arte los dos, se casaron en Amsterdam el 29 de enero de 1977. "No me importaron esos asuntos. Para mí fue como un reto, me uní a Casilda con ganas de trabajar mucho para darle a ella de todo, que no le faltara de nada".
Hijas y esposa aparte, la otra gran mujer de su vida fue su madre. Luzía, nacida en Monte Gordo (Portugal), murió en 1997 mientras Paco componía el nuevo disco, circunstancia que ha impregnado la música de sentimientos, de dolor. Una seguiriya, uno de los cantes más desgarrados y profundos del flamenco, le sirve para rendirle homenaje no sólo a través de su guitarra, también con su voz. Por primera vez, y seguramente sin que sirva de precedente, el de Lucía canta. Lo más sentido, claro. La seguiriya se llama Luzía, la rondeña, Camarón.
-Me daba vergüenza. Yo no sé cantar. Pero pensé que si estás sintiéndolo de verdad, y a mí lo que más me ha gustado del mundo ha sido cantar, pues sería más directo, más de verdad. Aunque el cantaor más malo del mundo lo hubiera hecho mejor. Cuando lo oigo me da vergüenza. Por descontado que me criticarán.
-Y además, el disco entero es homenaje a la madre ausente.
-Mi madre era buena y cariñosa, una maravilla. Me da vergüenza que parezca que quiero especular con mi madre. Seré muy cuidadoso. El disco está impregnado de ese sentimiento de dolor al verla morir en una cama. Se lo dije, `mamá te voy a dedicar este disco'. Se puso contenta y orgullosa y esa cara de ilusión no se me olvidará nunca. Componía pensando en ella, sentía un dolor continuo. Ha sido la mujer más importante de mi vida. Cuando se pierde a la madre se queda uno perdido, con la sensación de que ya no tienes ese calor, la seguridad que da tenerla aunque no la veas. Esa te quiere de verdad, sin pedir nada a cambio.
Paco, que ha pasado la vida viajando y vendiendo, se plantea un futuro muy diferente. Sabe que Madrid no es su sitio, "no me gusta nada, me agobia", y se plantea un retiro en México, su paraíso personal.
-¿Y por qué México?
-Allí es donde de verdad disfruto en Playa del Carmen, con su mar tranquilito. Voy, me alquilo una casa y me dedico a la pesca submarina. Y luego me cocino lo que he pescado y ya está. No quiero más que eso. Ahora pienso mucho en el tiempo, que ya no tengo tanto. Por primera vez creo que tengo que darme prisa y quedarme más tiempo en casa y dedicarme a componer, que es en definitiva lo que va a quedar. Los conciertos se los lleva el aire.
-Serán los 50.
-Sí, cuestan, pero es verdad que a la edad uno se acostumbra poco a poco porque se cumple segundo a segundo. Yo ayer no tenía 25 años. La cabeza y el cuerpo se van acostumbrando y adecuando. Asumo bien lo de hacerme viejo porque estoy lleno de cosas y he vivido muy intensamente, me siento orgulloso de mis 50 años tan bien vividos.
-Muy prolíficos profesional y personalmente. ¿Y es verdad eso que dicen de que se está separando de su mujer?
-No. ¿Separarme de mi mujer? ¿Quién lo ha dicho? No sé de dónde ha salido eso. Será por lo de que me quiero ir a México ahora que mis hijos son mayores. Sí, me retiraré allí algún día que creo que se está acercando. No sé si a vivir, pero sí largas temporadas. Allí siempre habrá un rinconcillo.
VIAJES Y DOLOR
De momento, sigue enganchado a las maletas y los aviones. Próxima gira, Japón (nueve ciudades entre el 20 y el 31 de mayo) y en junio, España. En su equipaje nunca falta la música. Esta vez lleva diez discos. Entre otros, Remedios Amaya ("Habrá llegado ya a las cien mil copias ¿no?"), el paquistaní Nusrat Fateh Alí Khan, lo último de Ketama, Rubén Blades, La Niña de los Peines, por la que siente auténtica devoción, y, cómo no, Camarón. Quien fue su amigo, compañero profesional y por encima de todo fuente de inspiración: "Me sigue doliendo su muerte tanto como hace seis años. Fue horrible y después pasó lo que pasó (se refiere a la polémica que suscitó el asunto de los derechos de autor) pero de eso no quiero ni acordarme. Ya se solucionó todo pero sufrí mucho. Fue dolor sobre dolor. Hoy sigo pensando que él era otra cosa, no era normal. Esa voz... todo lo que he compuesto y tocado en mi vida recoge lo que sentí escuchándolo a él. Tiene que pasar mucho tiempo para que ocurra otro fenómeno así. Hoy todos los jóvenes tienen el aire de Camarón".
Y mirando al futuro y las nuevas generaciones, Paco recapacita cuando se le habla de las drogas como callejón sin salida de muchos artistas y las responsabiliza de un cambio importante en los ambientes flamencos: "Las drogas se han cargado los corrillos flamencos. Todo el mundo mirando quién va al váter para pedirle. La droga da introversión, tensión y timidez. Las reuniones ya no son como las de antes, las del vino y la alegría".
De lo que sí se alegra, él que siempre se reconoció machista, es del avance importante de la mujer y no sólo en el flamenco: "Los gitanos siempre dejaron a la mujer en casa. Hoy han cambiado mucho las cosas. Hasta las relaciones sexuales. Hay hombres con problemas de impotencia porque estaban acostumbrados a que la mujer estuviera sometida y eso era un estímulo sexual. Hoy les asusta hacer el amor con las mujeres cuando se dan cuenta de que ellas llevan la iniciativa y también disfrutan".
"Luzía" (Polygram) estará a la venta a partir del 4 de mayo. Paco de Lucía actuará en Madrid, Barcelona, Granada y Valencia del 3 al 10 de junio. Fuente: El Mundo