El estreno de ‘Carmina o revienta’, la primera película de Paco León como director, es un ejercicio cinematográfico que destila buen cine y experimentación a partes iguales, tanto en lo artístico como en lo comercial. Debemos por tanto matizar esta doble lectura de su filme, porque se ha ganado el derecho de que separemos ambas partes y le demos la enhorabuena por partida doble, pero por diferentes motivos. Al César, lo que es del César.
La ‘Carmina o revienta’, película, es en esencia un artificio de realidad y ficción a partes iguales, entretejiendo la madeja del falso documental y la narrativa costumbrista de bajos fondos. Una historia menor si, con poco trasfondo en la superficie pero con mucho que contar en los silencios e interludios que en ella se producen. O en los cigarritos que la protagonista se echa a cada segundo. Porque en esos momentos, vemos la naturaleza del personaje, su humanidad trastocada por la desidia, la desesperanza y el sometimiento a una vida incolora, casi predefinida para el día a día. El manual de una madre superviviente.
La otra Carmina, no el personaje ni la actriz, sino la experimental puesta en escena, también es para tratar aparte. A pocos días del estreno del film, el director sorprendía a propios y extraños con una idea revolucionaria: presentar su película en todos los formatos y sistemas posibles de reproducción al mismo tiempo. Sin intermediarios. Estreno simultáneo multisoporte. Ahí queda eso. O lo que es lo mismo, estrenar la película al mismo tiempo en salas, en dvd y en internet, para que cada uno elija la mejor opción para su gusto (y su bolsillo) de ver su ópera prima.
Podría parecer audaz e insurgente, pero tengamos en cuenta algunos matices. La idea de presentar el film en todos los formatos es posible? Si, su película se rodó con un bajísimo presupuesto, con lo que es fácil arriesgar poco dinero en taquilla. Sin subvenciones, por lo que nadie ha podido controlar su rodaje ni su estreno. Y lo más importante, con dinero del propio Paco León, o sea, que el que la produce, decide. Y el sevillano ha decidido que lo mejor para su película no es exactamente recuperar en las salas toda la inversión, sino diversificar y ampliar miras en cuanto a exhibición se refiere.
El resultado ha sido bastante favorable. De los 100 mil euros invertidos (más 100 mil más financiados) se han recuperado en un primer fin de semana 75 mil euros, aproximadamente (si tenemos en cuenta que los 150 mil recaudados, se dividen a la mitad entre las empresas distribuidoras (internet, salas y venta de dvd’s), lo cual indica que seguramente, al final de la carrera (no del primer fin de semana vive una película) es probable que no sólo recuperen lo gastado, sino que incluso se repartan algunos beneficios. Ojalá.
Pero ‘Carmina o revienta’ no es la panacea de los canales de distribución de cine, ni la revolución del marketing cinematográfico que algunos quieren. Lo primero porque no todas las películas pueden hacerse con una producción tan baja, no todos los proyectos pueden tener esa independencia creativa y no todos los públicos están adaptados para que juguemos al zapping cinéfilo, entre cines, videoclubs online y grandes superficies comercializando dvd. Aún.
Pero está bien el intento. La osadía. El plantarse a la industria y a los convencionalismos y proponer una nueva fórmula. No única ni definitiva, simplemente, otra opción. Para cuando convenga. El futuro es de los valientes y el mensaje es claro, para los canonistas de la piratería y la crisis de la industria: si le dais calidad al público, éste os lo devuelve. Si le facilitáis el acceso a la cultura, el público consume cultura.
El que quiera entender, que entienda.
Pero no nos vayamos de lo cinematográficamente importante, de lo que atañe al celuloide y a su plasmación en 74 minutos de película, que es con lo que habíamos empezado. Paco León se ha arriesgado, poniendo el objetivo en su propia familia, exponiendo ante todos las entrañas más o menos biográficas (mucho más, que menos?) de su clan y haciendo de su madre, su hermana, su padre, estereotipos de conducta y de conciencia.
El film momentos hilarantes, a salto de mata entre dramas de escala cotidiana, conteniendo así el devenir de la película hacia un cine social que requeriría de una mayor profundización en matices, en resolución de escenas, en elaboración de personajes y diálogos, pero aún así no pierde un ápice de frescura y resulta una película crítica y mordaz, deslenguada y vitalista. Porque a pesar de la amargura del ser sin estar, la película ofrece un mensaje esperanzador de corte continuista. Hay que tirar pa’lante. Como sea.