Pacto con calzador

Publicado el 02 noviembre 2016 por José Luis Díaz @joseluisdiaz2
El que dijo aquello de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra no tuvo en cuenta a los políticos: estos, tal vez para mantenerse agarrados a la brocha, tropiezan cuantas veces haga falta por más que las evidencias empíricas aconsejen cambiar de estrategia. El caso del pacto en cascada en el que llevan dos legislaturas empeñados CC y el PSOE es un ejemplo de manual de la reinsidencia en el error. En la pasada legislatura ya generó no pocos dolores de cabeza cuando el PSOE y el PP en el cabildo de La Palma se aliaron para dejar en la oposición a CC. Aquello provocó un desgarro en los socialistas palmeros con expulsiones y gestoras de por medio y puso al pacto regional contra las cuerdas.
Sin embargo, lo ocurrido entonces apenas fue nada comparado con lo que viene ocurriendo con ese mismo acuerdo, reeditado al comienzo de la presente legislatura por los mismos socios aunque con diferentes protagonistas estampando sus firmas al pie. La obligación de aplicarlo en pedanías, ayuntamientos chicos, medianos y grandes, además de en los cabildos en donde CC y PSOE sumen mayorías absolutas, se ha vuelto a revelar como una fuente permanente de inestabilildad y distracciones que estas islas no se pueden permitir. Desde el día siguiente a la firma han menudeado los incumplimientos y en la mayoría de los casos ha sido el PSOE el damnificado: CC se ha saltado el acuerdo en cascada en La Laguna, el Puerto de la Cruz o Arico, por citar sólo algunos casos. En el cabildo de Lanzarote los socialistas tuvieron que esperar a que se les pasara el cabreo que les causaron determinadas decisiones del nacionalista Sanginés para poder acceder al gobierno insular. Cuando a los socialistas se le ocurrió tomar rehenes en el ayuntamiento herreño de La Frontera, CC les conminó severamente a arrojar las armas y salir con las manos en alto y les vetó como socios de gobierno en el cabildo herreño. La lista es más larga pero con estos ejemplos es suficiente. El penúltimo episodio de lo inútil y dañino que resulta el pacto en cascada para la estabilidad del gobierno autonómico se ha producido en Granadilla, en donde CC ha desalojado al PSOE de la alcaldía y los nacionalistas aún no han aplicado las medidas disciplinarias a las que se habían comprometido. De lo ocurrido en Granadilla ha pasado más de un mes pero los efectos perduran en un pacto que los socios mantienen con alfileres.
Después de la interesada rumorología que circuló la semana pasada sobre una posible moción de censura contra el Gobierno canario o sobre un gobierno alternativo de populares y nacionalistas, CC y PSOE decidieron el sábado que lo mejor para las islas era mantener el acuerdo y, para ello, no se les ocurrió una idea mejor que volver a comprometerse a revertir los incumplimientos del dichoso pacto en cascada. En la práctica, eso supone moción de censura en Puerto de la Cruz o dimisión de la alcaldesa de Arico para que gobierne el PSOE en ambos lugares.
Cualquiera, salvo los socios del pacto, podía adivinar cuál iba a ser la reacción de los concejales nacionalistas afectados por esa decisión: colocarse a la defensiva y advertir de que sólo acatarán lo que decidan los respectivos comités locales de CC por mucho que se les ponga en el disparadero de la expulsón. De manera que, intentando apagar el fuego en el pacto regional, los socios están dispuestos ahora a provocar un incendio de inestabilidad municipal en donde, en la mayorías de las ocasiones, priman las simpatías o las antipatías personales por encima de las siglas o, en el mejor de los casos, es imposible que cogobiernen partidos que se disputan los mismos electores.Solo de esperpéntica se me ocurre calificar la posibilidad de que el acuerdo entre socialistas y nacionalistas vuelva a encallar – si es que en algún momento ha desencallado – porque un determinado grupo de concejales en un determinado ayuntamiento se niega a presentar una moción de censura. Si tal cosa ocurriera, CC y PSOE deberán explicar a todos los canarios si para ellos es más importante el color político de  determinado ayuntamiento que la sanidad, la educacón, el empleo o los servicios sociales. Si de verdad los socios creen que su acuerdo político es el mejor para Canarias - que seguramente lo es - deberían demostrarlo enterrando de una vez el nocivo pacto en cascada y centrándose única y exclusivamente en la que debe ser su principal obligación: dar respuesta a las necesidades y problemas de todos los canarios.