Comienza la campaña electoral y parece que el PP se está consolidando en los pronósticos, como la primera fuerza electoral. Este Gobierno, disponiendo de la mayoría absoluta, que ya no la volverá a ver, ha debido de reformar antes, en su momento, la ley electoral, introduciendo la segunda vuelta, o al menos un arreglo mínimo, para evitar los pactos antinatura y de maniobra interesada contra uno de los partidos y además, eliminar las nocivas componendas postelectorales, que permiten gobernar a gentes poco votadas, extremistas o radicales; pero, se ha equivocado, no quiso, no ha querido enterarse de que era necesario regular por ley el respeto a quien obtenga la mayoría designada por el electorado, pues debe regir los pactos el partido más votado.
Sin embargo, viene dándose el hecho de que nadie logra acallar los insistentes rumores del malicioso invento del "todos contra el PP"; así, sucede que los programas electorales hoy se encierran en una moción: "echar al PP, como sea". La futurología vaticina lo apretado de los resultados, que auguran los sondeos, a fin de dar la vuelta a los pronósticos; aunque dan como ganador al PP y el segundo a C's, apuntan cifras muy parecidas para socialistas y podemitas; también, alertan que Sánchez puede gobernar tras un pacto con C's, como ocurrió en Andalucía, donde los sufragios de Rivera fueron a Susana, o bien, sumarse C'S con los votos de los otros dos. Existen dos posibles pactos, PP con C's, que sumarían 179-186 escaños y, la otra opción, la de los adversarios, un pacto de perdedores, para expulsar al PP, entre PSOE, C's y Podemos, que reunirían entre 195-202 diputados. Rajoy ha allanado la cuestión, al dejar a sus barones un amplio margen, para el entendimiento, la posibilidad clave de cerrar pactos con Ciudadanos para asegurar la "estabilidad"; y, a su vez, Rivera ha transmitido tanto a Rajoy como a Sánchez, que los posibles acuerdos se negocien en cada ámbito autonómico o municipal.
La política de pactos debiera hacerse únicamente por España; los pactos no producen el bien a la Nación, cuando no respetan la voluntad mayoritaria del votante y porque no se hacen por el bien común, sino en su provecho y en el del propio partido, sin olvidar la asignación económica; han de responder a un pragmatismo sensato, a un equilibrio de poderes y a un compromiso transaccional; deben ofrecer a la ciudadanía una propuesta ética a la problemática del elector. Precisamente, es preciso un reformismo moral contra la degradada conflictividad de los manejos políticos, que no van en beneficio público, sino contra alguno o contra otros, que precisamente fueron los más votados; es un hecho político que genera hastío y rechazo en el elector, al ver que copan las instituciones gentes indeseables, ayunas de valores, llenas de odios diversos y desprovistas de respeto y mesura.
En fin, se debe velar por la estabilidad España. Véase que se han presentado dos nuevos partidos; y que lo importante para la estabilidad de un país es el elemento ideológico y aquí se halla consolidada la alternativa de centro derecha, antes por un partido y ahora por dos. Es cierto, como alguien ha dicho, que una parcela significativa del mundo financiero optaría por la solución andaluza -pacto C's, PSOE- a nivel nacional. Y algo más, el mantener la estabilidad de España demanda un Partido Socialista, que represente el centro izquierda y es preciso procurar que no se radicalice para bien de la coyuntura española. No obstante, se piensa, que si M. Rajoy llega o sobrepasa los 135 escaños, permanecerá con las riendas del mando
C. Mudarra