Padre Ciro Quispe habla de "Un nuevo método para leer la Biblia: El análisis retórico bíblico y semítico"

Por Joseantoniobenito
 

Acabo de entrevistar para el programa "Historias santas de nuestra historia"  al P.

Ciro Quispe López, Profesor de la Facultad Teológica Pontificia y Civil de Lima, quien ha tenido la gentileza de enviarme el texto del CURSO DE ACTUALIZACIÓN TEOLÓGICA – FTPCL, Lima, 30 de marzo del 2012, y que tiene que ver con la tesis doctoral defendida en la Universidad Gregoriana. Muchas gracias y felicitaciones

Un nuevo método para leer la Biblia: El análisis retórico bíblico y semítico.

Seguramente para muchos la expresión «análisis retórica bíblica y semítica», es decir, «hebrea», es nueva, por no decir, desconocida. Se habla

más, obviamente dentro del ámbito de los estudios bíblicos, del «análisis retórico» porque es un método exegético que se ha ido desarrollando en

forma exponencial en las últimas décadas. Pero para ser precisos este método exegético científico no es nuevo. Tiene sus orígenes en el descubrimiento

del «paralelismo de los miembros» en el s. XVIII como uno de los elementos (forma) de la composición textual, sobre todo dentro de la «tradición

literaria bíblica». En ese sentido, sus orígenes se remontan mucho más allá en el tiempo.

La Pontificia Comisión Bíblica (1993), precedida por el entonces Cardenal Josef Ratzinger, afirma que en la actualidad existen básicamente dos

grandes métodos exegéticos científicos y tres acercamientos específicos para leer la Biblia

1: el método histórico crítico y los nuevos métodos de análisis

literario

. Este último abarca el análisis retórico, el análisis narrativo y el análisis semiótico. El principal objetivo de todos y cada uno de estos métodos

y acercamientos es la «interpretación de los textos bíblicos», porque «el problema de la interpretación de la Biblia no es una invención moderna

» (PCB). La interpretación del texto Sagrado ha sido siempre un esfuerzo constante que la misma Biblia lo testifica. Por ejemplo, el profeta Daniel

(160 a.C aprox.) al leer algunos oráculos contenidos en el libro de Jeremías (600 a.C aprox.) se preguntaba sobre su sentido (Dn 9,2). Y en el NT, Felipe

se acerca a un etíope que esta leyendo el II libro de Isaías (550 a.C aprox) y le pregunta «¿Entiendes lo que vas leyendo?» (Hch 8,30). Los métodos

exegéticos del estudio Bíblico ayudan entonces a comprender el texto Sagrado, aunque – como afirma la PCB – «ningún método científico para el

estudio de la Biblia está en condiciones de corresponder a toda la riqueza de los textos bíblicos». La interpretación bíblica no es una tarea fácil, además

del estudio se requiere entonces de la meditación y de la oración.

Volvamos al «análisis retórico». Nosotros, que pertenecemos al mundo occidental, estamos más habituados a las leyes y principios de la retórica

clásica griego-latina, en la cual nos hemos formado. Pero las leyes retóricas y las leyes lingüísticas del mundo greco-latino y del mundo semítico

1

Ver en la introducción del documento La Interpretación de la Biblia en la Iglesia: la «finalidad de este documento».

hebreo) son muy diferentes, pertenecen a dos ámbitos muy distintos. Por ejemplo, una parte de la retórica antigua clásica trataba de la

dispositio: el

orden y la disposición de las partes de un texto; también del

ornatus o elocutio: la manera de adornar un discurso utilizando ciertos giros gramaticales

y retóricos. Estas son características sobre salientes de la retórica griego- latina, pero que no se hallan en la retórica semítica y bíblica. Otra diferencia

la podemos notar, por ejemplo, en la estructura de un texto. Cuando el griego narra, por ejemplo una fábula, coloca la moraleja normalmente al

final del texto; en cambio el hebreo coloca, por lo general, la parte principal de una narración al centro del texto (o de la perícopa). Se podría continuar

enumerando más diferencias, pero no es el caso. Por el momento es suficiente indicar lo siguiente: mientras que el griego «demuestra», el hebreo

«muestra». Y es allí donde inicia el rol o la tarea del lector. El «análisis retórico bíblico y semítico», como todo método científico, posee un procedimiento específico y muy riguroso. En esta breve lección inicial no se puede abarcar todas las leyes y principios que rigen este método, pero sí es necesario indicar, en forma veloz, los presupuestos fundamentales del método, antes de pasar al siguiente punto.

– El primer presupuesto del análisis retórica bíblica y semítica considera que los textos bíblicos, no obstante las vicisitudes de la transmisión manuscrita,

no son una simple recolección de tradiciones orales puesta por escrito. Tampoco es una recopilación de textos sueltos, sino más bien todo

lo contrario. Los textos bíblicos han sido compuestos con mucha atención. En ese sentido, los autores bíblicos no son simples recopiladores

sino autores en todo el sentido de la palabra.

– El segundo presupuesto del método afirma que los textos bíblicos se rigen por una retórica específica. Los libros escritos en hebreo (AT) no fueron

compuestos de acuerdo a las normas de la retórica griego-latina, sino según las leyes, cada vez mejor conocidas, de la retórica hebrea o en sentido más

amplio de la retórica semítica. También los libros griegos del Primer Testamento, como los del Nuevo Testamento, a pesar de estar influenciados

por el helenismo, obedecen más a la retórica hebrea que a la griego-latina. Por eso, se puede hablar, en sentido propio, de una "retórica bíblica".

– El tercer presupuesto metodológico del análisis retórica sostiene que la forma textual es la puerta principal que abre el acceso al sentido del texto.

Es verdad que la composición textual no permite ir directamente y automáticamente al significado del texto. Sin embargo, el análisis formal

permite realizar una división razonable del texto en sus distintos niveles de organización y definir de manera más objetiva el contexto. De ese

modo, se establecen las condiciones, realizando este trabajo sobre una base menos subjetiva y fragmentaria, para una interpretación del texto,

que es el principal objetivo de una investigación exegética científica que respeta, a través del sujeto (autor), el Sujeto que habla.

El método histórico crítico, que domina la exégesis bíblica por más de un siglo, nos ha enseñado a leer la Biblia en pequeñas unidades aisladas o

fragmentarias (apotegmas, perícopas, etc.). El método retórico bíblico y semítico considera, en cambio, como ya dijimos, que los textos están bien

compuestos no en forma aislada ni fragmentaria sino dentro de unidades textuales específicas en sus distintos niveles de organización redaccional.

Y para entender toda esta introducción teórica, veamos algunos ejemplos de acuerdo a una de las características esenciales de la retórica bíblica y semítica.

a. El paralelismo de los miembros La mayoría de las veces las cosas son dichas dos veces en la Biblia. La binariedad es la característica principal de toda la literatura bíblica, «porque la verdad non puede encerrarse en una sola afirmación, sino ella se expresa ya sea en la interacción de dos afirmaciones complementarias, ya en la contraposición de dos opuestas».

Al que te

HIERE
en una mejilla PRESÉNTALE también la otra y

al que te

QUITE
el manto no le NIEGUES la túnica. (Lc 6,29)

Cada segmento del v. 29 contiene dos miembros. Cada segmento inicia, en el primer miembro, con la misma expresión «al que te» (dice Jesús); esta

expresión manifiesta una acción malvada de parte de los adversarios contra los discípulos. En cambio, los otros miembros se oponen a los anteriores;

Jesús pide a los discípulos de ser benévolos con sus adversarios. A las dos acciones violentas, Jesús pide responder con dos actos de mansedumbre.

El primer segmento advierte una acción que se dirige directamente al cuerpo de los discípulos («la mejilla»); el segundo se refiere en cambio a sus bienes

(«manto», «túnica»). Pero como estos bienes están destinados a proteger el cuerpo, se puede afirmar que la agresión de los adversarios puede o se dirige a

todo el cuerpo (ser) de los discípulos. En ese sentido se entiende también como debería ser la respuesta de los discípulos, una respuesta que comprende toda la persona. Por lo tanto, la conjunción «y» es fundamental; porque si se omite ésta

nuevo método para leer la Biblia:

El análisis retórico bíblico y semítico.

Seguramente para muchos la expresión «análisis retórica bíblica y semítica », es decir, «hebrea», es nueva, por no decir, desconocida. Se habla

más, obviamente dentro del ámbito de los estudios bíblicos, del «análisis retórico» porque es un método exegético que se ha ido desarrollando en

forma exponencial en las últimas décadas. Pero para ser precisos este método exegético científico no es nuevo. Tiene sus orígenes en el descubrimiento

del «paralelismo de los miembros» en el s. XVIII como uno de los elementos (forma) de la composición textual, sobre todo dentro de la «tradición

literaria bíblica». En ese sentido, sus orígenes se remontan mucho más allá en el tiempo.

La Pontificia Comisión Bíblica (1993), precedida por el entonces Cardenal Josef Ratzinger, afirma que en la actualidad existen básicamente dos

grandes métodos exegéticos científicos y tres acercamientos específicos para leer la Biblia

1: el método histórico crítico y los nuevos métodos de análisis

literario

. Este último abarca el análisis retórico, el análisis narrativo y el análisis semiótico. El principal objetivo de todos y cada uno de estos métodos

y acercamientos es la «interpretación de los textos bíblicos», porque «el problema de la interpretación de la Biblia no es una invención moderna

» (PCB). La interpretación del texto Sagrado ha sido siempre un esfuerzo constante que la misma Biblia lo testifica. Por ejemplo, el profeta Daniel

(160 a.C aprox.) al leer algunos oráculos contenidos en el libro de Jeremías (600 a.C aprox.) se preguntaba sobre su sentido (Dn 9,2). Y en el NT, Felipe

se acerca a un etíope que esta leyendo el II libro de Isaías (550 a.C aprox) y le pregunta «¿Entiendes lo que vas leyendo?» (Hch 8,30). Los métodos

exegéticos del estudio Bíblico ayudan entonces a comprender el texto Sagrado, aunque – como afirma la PCB – «ningún método científico para el

estudio de la Biblia está en condiciones de corresponder a toda la riqueza de los textos bíblicos». La interpretación bíblica no es una tarea fácil, además

del estudio se requiere entonces de la meditación y de la oración.

Volvamos al «análisis retórico». Nosotros, que pertenecemos al mundo occidental, estamos más habituados a las leyes y principios de la retórica

clásica griego-latina, en la cual nos hemos formado. Pero las leyes retóricas y las leyes lingüísticas del mundo greco-latino y del mundo semítico

(hebreo) son muy diferentes, pertenecen a dos ámbitos muy distintos. Por ejemplo, una parte de la retórica antigua clásica trataba de la dispositio: el

orden y la disposición de las partes de un texto; también del ornatus o elocutio: la manera de adornar un discurso utilizando ciertos giros gramaticales

y retóricos. Estas son características sobre salientes de la retórica griego- latina, pero que no se hallan en la retórica semítica y bíblica. Otra diferencia

la podemos notar, por ejemplo, en la estructura de un texto. Cuando el griego narra, por ejemplo una fábula, coloca la moraleja normalmente al

final del texto; en cambio el hebreo coloca, por lo general, la parte principal de una narración al centro del texto (o de la perícopa). Se podría continuar

enumerando más diferencias, pero no es el caso. Por el momento es suficiente indicar lo siguiente: mientras que el griego «demuestra», el hebreo

«muestra». Y es allí donde inicia el rol o la tarea del lector.

El «análisis retórico bíblico y semítico», como todo método científico, posee un procedimiento específico y muy riguroso. En esta breve lección

inicial no se puede abarcar todas las leyes y principios que rigen este método, pero sí es necesario indicar, en forma veloz, los presupuestos fundamentales

del método, antes de pasar al siguiente punto.

– El primer presupuesto del análisis retórica bíblica y semítica considera que los textos bíblicos, no obstante las vicisitudes de la transmisión manuscrita,

no son una simple recolección de tradiciones orales puesta por escrito. Tampoco es una recopilación de textos sueltos, sino más bien todo

lo contrario. Los textos bíblicos han sido compuestos con mucha atención. En ese sentido, los autores bíblicos no son simples recopiladores

sino autores en todo el sentido de la palabra.

– El segundo presupuesto del método afirma que los textos bíblicos se rigen

por una retórica específica. Los libros escritos en hebreo (AT) no fueron

compuestos de acuerdo a las normas de la retórica griego-latina, sino según

las leyes, cada vez mejor conocidas, de la retórica hebrea o en sentido más

amplio de la retórica semítica. También los libros griegos del Primer Testamento,

como los del Nuevo Testamento, a pesar de estar influenciados

por el helenismo, obedecen más a la retórica hebrea que a la griego-latina.

Por eso, se puede hablar, en sentido propio, de una "retórica bíblica".

– El tercer presupuesto metodológico del análisis retórica sostiene que la

forma textual es la puerta principal que abre el acceso al sentido del texto.

Es verdad que la composición textual no permite ir directamente y automáticamente

al significado del texto. Sin embargo, el análisis formal

permite realizar una división razonable del texto en sus distintos niveles

de organización y definir de manera más objetiva el contexto. De ese

Veamos otro ejemplo de una composición paralela, pero de una unidad literaria mayor, como es el texto de Lc 11,31-32:

31

LA REINA DEL SUR se levantará en el juicio

con los hombres de

esta generación y los juzgará:

porque ella vino de los confines de la tierra

a

ESCUCHAR la SABIDURÍA de Salomón,

y aquí hay algo más que Salomón.

------------------------------------------------------------------------------------------------------

32

LOS HOMBRES DE NÍNIVE se levantarán en el juicio

con

esta generación y la juzgarán;

porque ellos

SE CONVIRTIERON por la PREDICACIÓN de Jonás,

y aquí hay algo más que Jonás.

A primera vista parecería una repetición textual, aquello que llaman algunos

«redundante» o «repetitivo», es decir, algo inútil para una lectura veloz

del texto bíblico. Pero aquí tenemos otro ejemplo de paralelismo y de

complementariedad múltiple. Por ejemplo, existe una complementariedad

sexual: se habla de una «mujer» (la reina) y de los «hombres»; una complementariedad

geográfica: entre el Sur («Sur») y el Norte («Nínive»), que

es un modo para indicar la totalidad (merismo), como lo dice el texto: todos

los paganos juzgarán esta generación; existe también una complementariedad

cronológica: el salto de «escuchar» a «convertirse»; y además una

complementariedad entre la «sabiduría» de Salomón y la «predicación» del

profeta Jonás, que es una manera para decir que Jesús es rey y profeta;

existe además, una complementariedad de movimiento: al inicio el movimiento

es centrípeto (desde los confines de la tierra hacia Israel), movimiento

que trae la reina del Sur, y después se trata de un movimiento centrífugo

(desde el centro hacia los extremos), el movimiento que lleva Jonás

desde Israel hasta Nínive. Se ve claramente con este ejemplo lo siguiente:

cuando existen dos unidades literarias similares, es importante observar las

diferencias y semejanzas que son las que con-llevan el sentido del texto.

Otro ejemplo de paralelismo y complementariedad se observa también

en la composición de las narraciones parabólicas, como sucede con Lc 15.

Muchos exegetas, generalmente los que usan el método histórico crítico,

tienden – como ya se dijo – a fragmentarlo en unidades literarias. Ellos dividen

generalmente Lc 15 en tres partes. Pero el Evangelista antes de redactar

esta secuencia parabólica, advierte diciendo:

Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle. 2 Y los fariseos

y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y

come con ellos.»

3 Entonces les dijo esta parábola:

Lucas indica al lector que se trata de una «parábola» (en griego y en la traducción

«parábola» está al singular!). Pero, muchos ven ¡"tres parábolas"! Para

la mayoría se trata: de la "oveja perdida", del "dracma perdido" y del "hijo

perdido y el hijo fiel" como intitula la BJ (98'). La tarea del lector consistirá

entonces en hallar y comprender «

esta parábola». Las dos "primeras parábolas"

están unidas gramaticalmente por la disyunción «o», mientras que en la

"tercera" parábola los dos personajes («hijo menor» e «hijo mayor») están

unidos narrativamente. Dicho de otro modo, la oveja se pierde en «el desierto

» (15,4) y la dracma en la «casa» (15,8); sucede lo mismo con los dos hijos

de la parábola: el hijo «menor» se pierde fuera, «en un país lejano» (15,13), y

el «hijo mayor» se pierde dentro, en la casa de su padre (15,25). Estas dos parábolas

son al mismo tiempo paralelas y complementarias. Es más, si lo

aprendo de este modo quedará fijada en mi memoria y sin mucho esfuerzo.

Otro ejemplo interesante lo vemos en el capítulo anterior de Lc (14,7-13).

Muchos dividen este texto en dos partes, colocando dos títulos distintos:

«elección de asientos» y «elección de invitados» (así la BJ). No es el momento

para analizar los elementos lingüísticos del texto pero si es importante subrayar

su estructura. Lucas inicia esta narración con este preámbulo:

7

Notando cómo LOS INVITADOS elegían los primeros puestos, les dijo una parábola:

8

«CUANDO alguien te invite a una boda, no te pongas en el primer puesto,

no sea que haya invitado a otro más distinguido que tú

9

y, viniendo el que os invitó a ti y a él, te diga: "Deja el sitio a éste",

y tengas que ir, avergonzado, a sentarte en el último puesto.

10

Al contrario,

CUANDO

te inviten, vete a sentarte en el último puesto,

de manera que, cuando venga el que te invitó, te diga: "Amigo, sube más arriba".

Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa.

11

Porque todo el que se ensalce, será humillado;

y el que se humille, será ensalzado.»

Es normal, para el lector occidental – como ya se dijo – formado con los

criterios de la lingüística griega-latina, que una parábola termine con la enseñanza

principal o moraleja. Pero no sucede así para el lector semita o

hebreo, que posee una estructura lingüística diversa. En este caso, como se

verá enseguida, el proverbio final constituye la parte central de un texto. Es

lo que se conoce como una composición concéntrica. Veamos el por qué:

Después de dirigirse a los invitados, Jesús se dirige al que «había invitado »! (Lc 14,7-11):12 Dijo también al que LE HABÍA INVITADO: «CUANDO des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez y tengas ya tu recompensa. 13 Al contrario, CUANDO des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; 14 y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos.»

El paralelismo y la complementariedad hablan por sí solos. Es una parábola que esta dirigida a todos, a «los invitados» y al que «había invitado» (merismo). Entonces, el proverbio del v. 11 corresponde a la primera parte de la parábola como a la segunda parte. Puede ser vista como la conclusión de una y el inicio de la otra. En ese sentido, su lugar es central porque no sólo corresponde a una parte del texto. Dicho de otro modo, la construcción de la parábola es singular pues ha sido compuesta en forma concéntrica.

Un último ejemplo para saborear los frutos del método del análisis retórico y que confirme al mismo tiempo el paralelismo de los miembros, la composición concéntrica y ratifique los presupuestos que se mencionó al inicio. Todos conocemos y rezamos cotidianamente la oración del Padre Nuestro de Mt 6,9-13. Todos sabemos, además, por que así nos lo enseñaron, que esta oración está dividida en dos partes y que contiene siete peticiones: Padre nuestro, que estas en el cielo,

1. santificado sea tu nombre

2. venga tu reino

3. hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

--------------------------------------------------------------------------------------

4. Da

nos hoy nuestro pan de cada día

5. y perdona

nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que

nos

ofenden

6. y no

nos dejes caer en tentación

7. y líbra

nos del mal. Las siete peticiones han sido agrupadas en dos partes, porque se ha

subrayado y dividido los pronombres personales de segunda persona singular

(tres peticiones) y de segunda persona plural (cuatro peticiones)

respectivamente. No está mal subrayar los pronombres y dividirlo de esta

manera. Pero esta operación lingüística es sólo un indicio en la composición

de la oración y corre el riesgo de no revelar todo su significado.

Además, el pronombre no es lo fundamental en una frase o en una

proposición sino el verbo, por ejemplo. Esta oración, como se observa, tiene

siete verbos principales, o sea, siete peticiones. Pero las peticiones son

semánticamente distintas. En las tres últimas se pide la liberación de cosas

negativas: «las ofensas», «la tentación» y «el mal» (o el maligno); mientras

que al inicio se piden cuatro cosas buenas: se pide que se santifique su

«nombre» (de Dios), su «reino», su «voluntad» y se pide además el «pan».

Pero con esta última petición sucede algo singular: desde el punto de vista

semántico, la petición corresponde a las tres primeras, pero desde el punto de

vista morfológico, la petición corresponde a las tres últimas (por el pronombre

de segunda persona plural). Además esta petición tiene una estructura

particular (según el original griego) al resto de las frases, pues está compuesta

por dos miembros simétricamente paralelos. La traducción literal, dice:

El pan

de nosotros cotidiano.

da

a nosotros hoy

Ambos miembros inician con los términos principales de la frase (el

complemento objeto y el verbo), seguidos por «de nosotros» y «a nosotros»

y luego por dos sinónimos «cotidiano» y «hoy». Pero además esta frase se

encuentra enmarcada por dos proposiciones que poseen una idéntica construcción

gramatical, ya que ambas (la tercera petición y la quinta petición)

son las únicas que finalizan con una expansión: «

como en el cielo así en la

tierra» y «

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden».

Por otro lado, la petición central (cuarta) es la que concuerda mejor con

la oración del Padre Nuestro. En efecto, si se coloca un Nombre Divino a

cada uno de las peticiones de esta oración se entenderá mejor la mención

inicial tal como Jesús lo declara. Por ejemplo a la primera petición le corresponderá

el "Santo", a la segunda el "Rey", a la tercera el "Señor". Y

por otro lado, a la quinta le corresponderá el "Misericordioso", a la sexta el

"Salvador" y a la séptima el "Libertador". En cambio a la petición central

le corresponde el reconocimiento como "Padre", "Padre Nuestro". Porque

esa es la experiencia común de todos los hijos. El Padre es el que provee el

pan cotidiano y lo distribuye entre sus hijos, mientras que ellos, los hijos,

tienen el derecho de pedir el pan cuotidiano al Padre.

C

URSO DE ACTUALIZACIÓN TEOLÓGICA – FTPCL CIRO QUISPE LÓPEZ

8

Padre

sea santificado

el NOMBRE tuyo,

nuestro

venga

el REINO tuyo,

que

hágase

la VOLUNTAD tuya COMO en el cielo

así en la tierra,

el PAN de nosotros cotidiano

DA

a nosotros hoy;

estás

Y perdona

a nosotros las DEUDAS nuestras COMO también nosotros

perdonamos a nuestros deudores

en los

y no hagas entrar

a nosotros en TENTACIÓN

cielos

y libera

a nosotros del MALVADO.

Pero eso no es todo. Este texto contiene más elementos escondidos entres

los términos y entres su relaciones. La tarea del lector será entonces

tratar de entender lo que la oración del Padre Nuestro contiene. En ese sentido

la "forma" (estructura) es una herramienta fundamental para comprender

el sentido completo del texto. Hemos iniciado mencionando el paralelismo

de los miembros, como una de las principales leyes de la composición

bíblica. Queda entonces – y esta es la tarea del lector – comprender

cada frase y relacionarla con la frase paralela. Es decir, ¿qué tiene que ver

la primera frase con la séptima, la segunda con la sexta y la tercera con la

quinta? ¿Existirá alguna relación semántica además de la morfológica?

¿Porqué esa petición se encuentra al centro y que función realiza en relación

con las otras peticiones? Además: ¿Qué sentido tiene cada expresión

dentro del ámbito bíblico? Por ejemplo: ¿Qué significa «pan»? ¿Qué se entiende

por «cotidiano»? Ojo! este término aparece sólo aquí en todo el

Nuevo Testamento. Respondiendo a estas preguntas y a otras, se pasa al siguiente

estadio: la meditación, la oración y la contemplación.