Revista Opinión

Paga vitalicia para un mal presidente, cuyas principales obras de gobierno han sido premiar a los enemigos de España, dividir y crispar a los españoles

Publicado el 18 febrero 2019 por Franky
Pedro Sánchez, aunque resultara derrotado en las próximas elecciones, como deseamos los que entendemos la política como una ocupación noble en la que sólo deben estar los mejores y los más capaces y generosos, va a ser premiado por este país de imbéciles con una paga vitalicia de al menos 80.000 euros anuales, hasta que muera, además de otras dignidades y privilegios reservados a los que han servido a la nación con eficacia, desde las alturas. Sin duda es un premio inmerecido, cuya aplicación a Sanchez degrada la democracia española y al país entero. --- Paga vitalicia para un mal presidente, cuyas principales obras de gobierno han sido premiar a los enemigos de España, dividir y crispar a los españoles Es tan brutal e injusto ese premio que indigna y desespera a los españoles de bien, conscientes de que el mandato de Sánchez no sólo no ha aportado nada positivo a España, sino que la ha humillado y envilecido todo lo posible, premiando a los más miserables con dinero y privilegios, destrozando el principio de igualdad entre los españoles, dividiendo el país en dos bandos enfurecidos y enfrentados y potenciando todo aquello que empobrece a los pueblos: el despilfarro, el endeudamiento, el déficit y, sobre todo, los impuestos abusivos.

El requisito para llevarse la paga vitalicia de ex presidente es haber sido presidente del gobierno al menos un año y un día. Pedro Sánchez tomó posesión del cargo el 1 de junio de 2018. Las próximas elecciones serán el 28 de abril de 2019 y el nuevo gobierno se constituirá el 28 de mayo, un mes después. La toma de posesión del próximo presidente de España será dos semanas después, es decir después del 2 de junio, por lo que Sánchez será presidente más de un año y un día, cumpliendo el requisito exigido para ser uno de los grandes premiados con una jubilación de lujo y privilegios máximos, que según el Real Decreto 405/1992 del 24 de abril, establece en su artículo 3 que "los Ex Presidentes tendrán derecho a contar con dos funcionarios (un asistente personal y un secretario), con una dotación para gastos de oficina "atenciones de carácter social y, en su caso, alquiler de inmuebles…", etc.

Pero no es la única remuneración a la que puede aspirar Sánchez sin haber hecho nada grande y positivo por España. Tiene la posibilidad de posponer ese estatus económico y acceder al Consejo de Estado, donde todos los presidentes tienen un sillón vitalicio con una retribución bruta anual de 100.000 euros.

Al realizar los cálculos, uno descubre que salva la paga y los privilegios por un sólo día, lo que permite pensar que este individuo lo ha calculado todo con precisión para abandonar la Moncloa como un magnate.

Una de las prioridades para la regeneración política y la recuperación de la dignidad de España es que esa paga y esos privilegios sean abolidos o que al menos se otorguen únicamente a los que los merezcan, no a cualquier tipejo que alcance la presidencia, aunque no haya sido votado por el pueblo ni merezca ser premiado.

Si el premio dependiera de lo que decidiera una comisión de ciudadanos de prestigio e independiente de los partidos políticos, con seguridad no le sería otorgado a Sánchez. Su alianza, sin otro fin que alcanzar el poder, con fuerzas políticas contrarias y muy distanciadas de la ideología del PSOE es un modelo de corrupción intrínseca que en lugar de premio exige rechazo y oprobio. Los ciudadanos de un mundo libre y justo no tienen que soportar los caprichos de un tipejo que no duda en unirse a fuerzas anticonstitucionales, llenas de odio a España y que profesan ideologías pro terroritas y totalitarias, salvo que esas alianzas sean comunicadas a los votantes con anterioridad y que, conocidas por el pueblo, reciba los votos suficientes para formar gobierno.

Pero Pedro Sánchez ni ha sido votado por los españoles, ni ha advertido a los ciudadanos lo que pretendía hacer para gobernar, ni ha aprovechado su mandato para hacer de España un país más unido, más prospero y más decente, sino todo lo contrario: más dividido, enfrentado, endeudado, pobre y desprestigiado.

En el mundo de las empresas y el mercado y hasta en los sectores sin ánimo de lucho, el que fracasa en su trabajo nunca es premiado, sino todo lo contrario, pero en la política española, convertida por el PSOE y el PP, los dos grandes partidos que han configurado el país desde la muerte de Franco, se premia al político aunque su mandato haya sido un sucio ejemplo de corrupción y abuso. Nadie pierde su paga ni sus privilegios, que los políticos han legislado para que sean abundantes y generosos.

Todo un mundo vergonzoso y corrompido que los ciudadanos ne deberíamos soportar y que requiere urgente cambio.

Francisco Rubiales


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