Es algo que lleva años discutiéndose con pocos resultados, pero ahora parece que revive. La Administración Biden está más abierta a discutirlo y la Unión Europea lleva tiempo reclamándolo a las grandes tecnológicas.
No parece razonable que los países donde residen los consumidores que pagan los productos o servicios que venden esas empresas no reciban nada de los beneficios que obtienen. Pero tampoco es lógico que los países donde residen no puedan tasar sus beneficios. Y lo mismo es aplicable, si cabe a cualquier otra empresa, o incluso a las personas físicas.
Probablemente la solución ideal sea mixta, combinar una imposición para el país de residencia y otra para el país donde se hace negocio. Y no hay que olvidar que existen impuestos, como el IVA, que ya se están aplicando en las ventas en otros países. Por ejemplo, dentro de la UE.
Janet Yellen, la nueva secretaria del Tesoro norteamericana, aboga por el establecimiento de un tipo mínimo universal de Impuesto de Sociedades. Algo que podría extenderse al Impuesto de la Renta. Su equidad está fuera de toda duda, pero ¿será posible que lleguemos a verlo implantado?