El dirigente de la Junta andaluza que presuntamente desfalcó buena parte de unos 700 millones de euros de los ERE, ahora acusado de regalarle a su chófer 900.000 euros, también para comprar cocaína para ambos, es un ejemplo más de la habitual corrupción española.
Podredumbre propiciada porque España es uno de los países avanzados más opacos en las cuentas públicas, lo que propicia la inmoralidad de sus administradores.
Si se le da nota diez al país más transparente del mundo y cero al más oscuro aparecen Nueva Zelanda, Finlandia, Dinamarca y Suecia calificados entre el 9,5 y el 9,3, lo que demuestra su honradez, mientras que encontramos a Somalia y Corea del Norte con la nota de 1, o Afganistán, 1,5.
Esta es la percepción para 2011 de la organización Transparency International, que analiza anualmente a 182 países, entre los que España está prácticamente al final de los europeos grandes y medianos, en el número 31 de la lista, con una nota del 6,2.
De esos europeos sólo quedan por debajo Portugal, puesto 32, con 6,1 de nota, Italia, puesto 69 con 3,9 puntos, y Grecia, con 3,4 puntos, puesto 80.
La leyenda denigra a Latinoamérica. Mayoritariamente con razón. Pero Chile está en un puesto mejor que España, el 22, con 7,2 puntos, y Uruguay, puesto 25, con 7 puntos.
Y EE.UU., ay, está en el puesto 24, con 7,1. Así que no nos asombremos: somos producto natural de nuestra falta de control, lo que vale igual para Jaume Matas en Baleares, Francisco Camps en Valencia e Iñaki Urdangarín en ambos lugares y media España.
Pero también vale para la Andalucía de Manuel Cháves y su amplísima familia, para José Antonio Griñán, y para buena parte del PSOE y de la UGT. Sin olvidar los choriceos en Cataluña y tantas otras partes...
El manto de la oscuridad envuelve a España.
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SALAS