Por Rolando Hanglin
Recibo carta de una vieja amiga, que acaba de visitar la Argentina por primera vez. Ingrid es de nacionalidad alemana y adora la naturaleza, a la cual no puede observar mucho en su país, por la superpoblación y las industrias.
En su correspondencia, Ingrid destaca algunos detalles argentinos que la han deslumbrado:
1. "En el jardín de tu casa me quedé absorta contemplando el ir y venir de los colibríes que libaban en las flores de salvia. Esos pájaros maravillosos no existen en Europa. Al margen de que, hoy en día, es casi imposible ver pájaros en las ciudades europeas e incluso en el campo o en la costa. Han sido exterminados por la contaminación. Pero, deslumbrada por los colibríes de tu jardín (había varias parejas, que volaban siempre juntas) me dediqué unos días a leer sobre estos bellos animalitos. Son los pájaros más pequeños del mundo, se los conoce como pájaros-mosca o zumbadores ( humming-birds ) y existen en diferentes especies desde Alaska a Tierra del Fuego. Su tamaño varía entre los 8 y los 15 centímetros. En el área de Buenos Aires se pueden ver cuatro especies distintas: el colibrí bronceado, el de collar blanco, el de collar rojo y la especie "gigante". Cada uno tiene su canto peculiar, pero en general es una suerte de chicharra muy leve. Los colibríes tienen en común la extraña estructura de sus alas, que les permite permanecer en un punto fijo como helicópteros, volar en retroceso, y a gran velocidad, pero también frenar de golpe. Hacen su nido con hebras de césped y plumones que le dan una textura de terciopelo. Allí ponen dos o tres huevos del tamaño de un confite. Lo más asombroso: para admirar a esta maravillosa miniatura, los habitantes de Buenos Aires no necesitan viajar a las selvas tropicales o escalar montañas. ¡Están en cualquier plaza o jardín, y no huyen de la gente! Qué privilegio".
2. "Otro privilegio de tu país: el cielo es azul. En Alemania, en Inglaterra, en casi toda Europa, el cielo es de color blanco grisáceo, y de noche no se ven estrellas".
3. "Es muy bonita la costumbre argentina de construir un "quincho" en el parque o en la terraza. Lo he visto en casas quinta, chalets de fin de semana o de veraneo y hasta en departamentos del centro. El argentino necesita su parrilla y su quincho. Esto es único en el mundo. Asar la carne en una gran grilla de acero, bajo una techumbre o cobertizo, al lado mismo de la mesa donde se va a comer. Mientras se hace el asado, los argentinos beben lentamente un vaso de buen vino, comparten queso, chorizos o morcillas y charlan. Qué buena manera de celebrar la amistad. Este es un arte en el que los argentinos son campeones: son grandes amigos. Lo saben hacer, saben estar en grupo, contar historias, tienen sentido del humor. Es cierto: en España se hacen butifarras o chuletas a la parrilla, y en los Estados Unidos tienen algo que se llama "barbacoa", más parecido a un incendio que a otra cosa. ¡No hay nada como el "quincho" de los argentinos!".
4. "Visité una estancia, supongo que ambientada especialmente para turistas, pero me quedé admirada de los espectaculares jinetes gauchos. De cualquier modo, en el campo pude observar otro pájaro que ya había visto en Buenos Aires. Es el hornero, típico de tu país. No hay nada parecido en Europa ni en otras partes del mundo. Ese nido de barro, construido a lo largo de dos largos meses, con un habitáculo en forma de caracol que no puede invadir ningún predador, ni siquiera los seres humanos....¡Parece hecho de piedra! ¡Es genial! Y también me acerqué con mucha curiosidad a las lechuzas "de las vizcacheras". Hay miles de especies de búhos y lechuzas en el mundo, con y sin orejas, grandes y pequeños. Pero esta es la única especie de todo el planeta que vive en una cueva, dicen que usurpan las guaridas de las vizcachas, pero yo he comprobado que también saben cavar. Además, no sólo aparecen de noche (en esto también son únicas) sino que permanecen todo el día bajo el rayo del sol, vigilando la entrada de su refugio. Al ver a la única lechuza cavícola del planeta me asombró que los argentinos no contemplaran con amor estas especies tan singulares. Se empeñan en proclamar que la 9 de Julio es la avenida más ancha del mundo (no lo es) y que Buenos Aires es europea (tampoco) pero van por la vida ciegos ante la naturaleza que los rodea. No lo digo solamente por el ombú o el tala, sino también por el trigo, el maíz, la soja, el ganado...¡Son océanos de riqueza, y de belleza!".
5. "Hace rato que dejé de creer en Greenpeace. Encontré algunos argentinos que todavía abrigan sentimientos naturistas de ese tipo: quieren proteger a la foca bebé, al tatú carreta o al jaguar de las yungas, pero aparentemente no saben que el martirio de las vacas, novillos y terneras es horripilante. Ocurre todos los días: los matan por millares y del modo más despiadado. Bueno: tu país es un país muy extraño y muy especial".
Hasta allí los apuntes de Ingrid. Sin duda, ha visto en la naturaleza, en el campo, en los animales, cosas que nosotros no advertimos porque las tenemos demasiado cerca.
Lo que no llegó a captar, por suerte, es que todas estas joyas que integran los encantos de la Argentina (desde el hornero hasta el quincho, pasando por el profundo culto a la amistad, que aquí es religión) están hoy día contrastados por un bicho feo.
Se ha hecho parte de nuestra fauna: la inseguridad.
Con este nombre se conoce a una prodigiosa invasión de ladrones, asaltantes y asesinos de todo tipo. No contentos con los que ya teníamos aquí, estamos importando fuertes cantidades de los países vecinos.
Con leer el diario cada día, uno se entera de que balearon en el pecho a una maestrita de 30 años para arrancarle el bolso, donde sólo llevaba... los apuntes de sus alumnos.
Mataron a un comerciante indefenso que entregó los 60 pesos que tenía en la caja, porque a los ladrones les pareció poca plata y, en su furia, apretaron tres veces el gatillo.
Un vecino defiende su casa de un asaltante, se tirotea, abate al delincuente y ahora, en lugar de felicitarlo por su coraje, lo están juzgando para que demuestre si realmente "mató en defensa propia". De lo contrario, será procesado por homicidio.
Estas plagas nunca vienen solas: junto a los delincuentes ha aparecido el alcoholismo. En un país donde, hasta hace 40 años, apenas se bebía vino, ahora se meten el vodka por el ojo. La droga, la nocturnidad juvenil y los feroces accidentes de la ruta, combinados con los piquetes, las calles cortadas, las marchas de protesta que destrozan vidrieras e incendian neumáticos. Y los escraches, que vienen a ser una forma atenuada de linchamiento...
Toda esta familia de nuevas costumbres argentinas nos nubla la vista y nos impide ver el grandioso paisaje que nos rodea. Una tierra inmensa, despoblada y fértil.
Como ahora el turismo es una fuerte industria nacional, hacemos votos para que estos azotes no se cobren vidas de visitantes extranjeros.
Aunque, a veces, todavía exclamamos: ¡Argentina, país generoso!
Fuente: lanacion.com.ar