Al igual que usted, yo también tuve que emigrar, abandonando mi tierra. Fui desterrado en contra de mi voluntad por culpa de una maldita crisis que me tocó padecer, buscan o refugio en otro país, en otra cultura, en otra vida tan distinta a la mía. Pero no por ello olvidé nunca mis orígenes. Antes preferiría la muerte. Por eso, mientras tenga la ocasión, la defenderé contra viento y marea, por más ríos castellanos que me encuentre entre grises peñas o por más que me duela el corazón por el amor de una mujer. Yo amaré Andalucía mientras viva. Ayer, hoy y siempre. Esté donde esté. No como usted, que odiaba profundamente esta tierra, tal y como dejó patente en las cartas que envió a muchos de sus amigos. Así le hablaba de Baeza a su amigo José María Palacio:
"Esta tierra es casi analfabeta. Soria es Atenas comparada con esta ciudad donde ni aún periódicos se leen" (Ep 101).
Luego vendrían las confidencias a Miguel de Unamuno en 1914, donde confesaba sentirse "resignado" en este "poblachón moruno sin esperanzas de salir de él" (Ep 132), y, en otra, al año siguiente, a Juan Ramón Jiménez, se quejaba: "Llevo ocho años de destierro y ya me pesa esta vida provinciana en que acaba uno por devorarse a sí mismo" (Ep 137).
De esta otra forma criticaba a los habitantes de la ciudad que le había visto nacer un 26 de julio de 1875 en una de las dependencias del Palacio de Dueñas:
¡Oh, maravilla,
Sevilla sin sevillanos,la gran Sevilla!Dadme una Sevilla viejadonde se dormía el tiempocon palacios con jardines,bajo un azul de convento.Salud, oh sonrisa claradel sol en el limonerode mi rincón de Sevilla,¡oh alegre como un pandero,luna redonda y beatasobre el tapial de mi huerto!Sevilla y su verde orilla,sin toreros ni gitanos,Sevilla sin sevillanos,¡oh maravilla!