Pájaros en la boca de Samanta Schweblin

Por Isidro Lopez Arcos @1Sorokin

Mis queridos y sufridos lectores. Me vais a perdonar que vuelva otra vez con una reseña o torpe comentario sobre el último libro que he leído. Es que no se me ocurre otra cosa que hacer. Podría ir a la playa, cosa que me repatea, o podría entonar simpáticas canciones para ir aniquilando el espeso aburrimiento, que en el fondo es lo natural entre los aburridos, como vuestro amado/detestado bloguero (táchese lo que no corresponda). Pero en fin, vamos a ello. Os decía que acabo de leer un libro que me ha dejado bastante perplejo.

Samanta Schweblin es una de las escritoras de última generación argentina. Nació en 1948 en Buenos Aires, y en estos momentos según cuentan las crónicas vive en Berlin (supongo que con ese nombre no tendrá problemas con el alemán, no como menda, que llevo peleando con él desde hace mas de cuarenta años, y todavía no sé muy bien donde poner los genitivos cuando son necesarios), pero en fin, ese no es el objeto de este simulacro de blog.


Samanta Schweblin


Como ya os he dicho, nació en Buenos Aires, donde abundan los hombres invisibles, como se ve en mi foto y se idolatra a Gardel, como en esta escultura del Café Tortoni.



Pero a lo que vas, Sorokin, a los cuentos de la Schweblin. Os quedaréis pasmados y ojipláticos, porque, la verdad, son sorprendentes. No responden a ningún esquema literario establecido, aunque algunos son más comprensibles que otros. No son cuentos de terror, como los de Mariana Enríquez, aunque algunos, rozan levemente la posibilidad del terror, como en "Matar a un perro"

O "la pesada maleta de Benavides", aunque algunos sean simplemente sorprendentes, como en "la mariposas", donde un grupo de padres que esperan a sus hijos al salir de la escuela, se ven rodeados de mariposas



Otro que obedecería a un esquema más clásico es "la medida de las cosas", donde un joven rico se encapricha con una juguetería y, acogido por los dueños, se dedica a reordenar los artículos, con gran éxito al principio y gran fracaso al final, hasta que aparece su madre y la da unos buenos cachetes
También más comprensible, aunque profundamente angustioso  es "hacia la alegre civilización". En una estación de ferrocarril de provincias, el jefe de estación no quiere vender boletos al protagonista, que debe permanecer junto con otros que están en su misma situación. Los viajeros que no han podido viajar se dedican a trabajar en el campo del jefe de estación, que no deja detenerse a ningún tren.En otro cuento, más de "podríamos llamar terror" un grupo de niños se dedican a cavar un hoyo. Un día, el hoyo aparece como un montón de tierra y los niños, desaparecen, aunque se oyen ruidos subterráneos.
De todas formas, el cuento más impresionante es el que da título al libro, "pájaros en la boca". El tema es terrible: es una niña que come pájaros vivos. Vale que todos hemos comido alguna vez pájaros, como las codornices. A mi abuela le encantaban. Pero la niña, para pánico de sus padres, se los come enteros, con sus plumas, con sus patas, con su pico. El cuento no lo describe así, pero nos lo deja adivinar. ¿A que os produce un repelús apabullante? Meterse un pájaro en la boca, moviéndose... el pájaro no se va a dejar hacer así como así... Tremendo

El otro cuento que más me ha sorprendido es "El Olingiris", donde varias historias se mezclan: El Olingiris es un pez , que se supone que deja embarazada a una profesora particular. La profesora, y ahí empieza el lío, da clase a una asistenta. El trabajo de la cual, no es para contarlo. Os lo leéis, que da una grima especial 

Y hast aquí llego hoy, mis queridos amigotes, que me tengo que ir a la piscina. Venga, besotes de vuestro Sorokin