A ti que estas en alguna parte entre mi cabeza y mis rodillas.
A ti, que a través de mis ojos, entras y sales, como información enviada sin filtro y que se transforma en información confidencial y en respuesta, se envía a través de mi boca o mis dedos, para llegar en forma de mensaje o de foto. A ti. O eso creo.
Que dueles a menudo, por estar demasiado, por no estar el tiempo suficiente. Porque sea del modo que sea, no vaa ser del modo en que yo quería, porque tenemos que quejarnos, y porque siempre queremos otra cosa diferente a lo que nos dan.
Que de pronto te conviertes en pensamientos, canción, olor, acción, lugar, y alguna que otra cara a la que no te pareces. Porque el caso es que estas, aunque no estés. Aunque te vea todos los días, o haga algo más de dos semanas que no te cruzas por mi camino.
A ti, que te escondes en mi estómago en forma de mariposa, o de avispa, luchando por salir de entre mis entrañas, creando un nudo complicado que no puedo deshacer por mí misma pero que se parece a una colmena, con su forma geométrica y perfecta de taponar mi estómago.
Que de pronto te transformas en debilidad, haciendo doblar mis rodiilas, o en fortaleza, capaz de ir directa a ti, y hablarte, y mirarte y quizás de alguna manera, sentirte.
Porque los que fuimos valientes en el siglo XX, ahora somos los cobardes del siglo XXI. Porque nos costó demasiado sobrevivir a los suicidios fallidos cometidos, por favor, no nos lo tengan en cuenta.
Y trátennos con cariño.