Pájaros espantapájaros

Por Aver Aves @AverAves

Lo de la derecha no es una manzana con gorra

Javier Rico

Una imagen vale más que mil palabras. Esta máxima, aplicada en demasiadas ocasiones al mundo de la comunicación, no siempre es válida. Muchas veces la imagen requiere de una contextualización y una descripción que, además, potencia su valor. En este caso no. Por este motivo, esta entrada al blog es pura imagen salpicada de escuetas anotaciones. Y es que, en nuestro quehacer diario con A ver Aves, que conjuga la primera salida del curso 2014/2015 con un grupo por La Adrada (Ávila) con visitas a parques como potenciales escenarios de próximas rutas y paseos más rurales nos topamos con un huerto repleto de manzanos y de curiosos y estrambóticos espantapájaros. Pasen y vean.

Contenedor colgante de envases

Un coche de bomberos a mano por si hay que apagar algún incendio forestal

Ver cedés y botellas de plástico colgadas en huertos como elementos disuasorios de posibles banquetes de la avifauna es algo normal en entornos rurales, donde el espantapájaros de toda la vida ha pasado a mejor vida. Lo que no resulta tan habitual es adentrarse en una auténtica feria de guirnaldas donde cabe de todo: cedés, botellas, latas, bidones, tapas de cubos, cintas para cercar obras, peluches, coches de juguetes, escuadra, cartabón…

¿Gorila ave? ¿Copito de nieve con alas?

¿Qué pensará un ave al toparse con esto?

Entre esta feria colgante no falta incluso lo que podríamos llamar “metaespantapájaros”, es decir, aves de peluche y de plástico que también se emplean para impedir que las de pluma y pico se acerquen a picar de las manzanas. Eso sí, esto no impidió que durante el resto del recorrido disfrutáramos de los muy activos papamoscas grises y cerrojillos, que añaden ahora una buena tropa de efectivos en paso.

¿Un picozapato? Eso sí, perdió uno de los zapatos de la pata, esta incluida

Lo dicho, disfrutar de las imágenes, al menos como nosotros lo hicimos observando la escena en vivo y en directo. Afortunadamente, este fue el único huerto de estas características que vimos en un recorrido de doce kilómetros por la sierra de Béjar, con lo cual la alteración del paisaje se queda en algo simbólico.

Observación de aguilillas calzadas en la ruta realizada por La Adrada (Ávila)

Menos simbólico y más pajarero resultó la ruta que hicimos por el valle del Tiétar dentro de las actividades del Festival de Iniciativas Culturales y Sociales (Ficus) celebrado en La Adrada del 28 al 31 de agosto. Veinte personas dimos con águilas calzadas, petirrojos, agateadores, tórtolas turcas, currucas y collalbas rubias entre encinares y bosques de ribera y contribuimos a animar un festival que nació con la negativa del Ayuntamiento a permitir su plena celebración. Aunque seguro que crecerá y convencerá.

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