Las palabras tienen un poder inmenso, tanto a nivel consciente, como a nivel inconsciente, y sobretodo ante éste último. Pero a quien mas daño pueden hacer es a un/a niñ@ ¿ Por qué?
Os cuento una pequeña historia que leí en un libro de una niña que le encantaba cantar. Era una niña muy alegre, vivaz y contagiaba vitalidad donde quiera que fuese.
Un día, su madre, (sin ser consciente del poder maligno que aquellas palabras iban a causar en la niña) le dijo de sopetón un día que a ésta le dolía inmensamente la cabeza y la niña cantaba alegremente. ¡Cállate ya mocosa, pareces un papagayo!
Segundos después, la madre se dió cuenta de la barbaridad que había dicho, y se acercó a la niña y la colmó de abrazos. Pero el poder de sus palabras ya habían calado muy hondo en la niña.
Nunca más llegó a cantar, y no solo ésto, fué una adolescente con muchos complejos y miedos.
Con ésta historia quiero dejar patente, del poder tan inmenso que tienen las palabras, (en éste caso para mal). Las palabras son energía, es pensamiento hablado.
Ahora bien, siendo ya maduros, no dejemos que las palabras de otras personas, (dichas intencionadamente o no) nos dañen. O dicho de otro modo....las palabras de otros solo pueden hacernos daño, si nosotros lo permitimos y no lo creemos. No demos ese poder. Es mas sano emocionalmente, pensar que el problema es de quién dice ésas palabras.
Pero también hay muchísimas palabras que sanan. ¿Quién no nota una oleada de alegría cuando un simple
¡que guap@ estás! nos alegra el día. Pues imaginar, el poder de sanar que pueden tener también las palabras.
Por lo tanto, a partir de ahora, si queréis una vida llena de gratificaciones y felicidad, hablaros con palabras sanadoras, hablar a los demás como os gustaría que os hablasen (y sobretodo cuidado si tenéis niños cerca, porque son pequeñas esponjas) y llenar vuestra boca de pensamientos llenos de AMOR.
Hasta el próximo post, os mando un fuerte abrazo
Yolanda.