José Javier Terán
Uno, al igual que el resto de palentinos, en su deambular diario por la ciudad tras mil y un motivos diferentes, en algún momento del día se va a ver impelido, sin ningún género de duda, a transitar o pasear durante algunos minutos por alguno o varios de los tramos de nuestra Calle Mayor Principal. Y es que, su estratégica situación en relación con el resto de calles centrales y la disposición alargada de la ciudad, la convierten en un eje vertebrador urbano de primer orden.Pero no es sólo este hecho, sino y sobre todo, su estructura soportalada en uno de los laterales a lo largo de casi todo su recorrido, en torno a un kilómetro de longitud, la que le va a proporcionar ese encanto casi único del que goza, tanto ante los propios palentinos como ante los que nos visitan.Y bien pudiera decirse hoy que, en torno a su Calle Mayor, la ciudad ha ido creciendo a lo ancho, pero, y sobre todo, a lo largo. Y que una buena parte del carácter de generaciones enteras de palentinos se puede haber ido formando y desarrollando con esta Calle como testigo, al convertirse a diario en eje del acontecer palentino, marcando de alguna forma el pulso de la actividad diaria de la ciudad.Así, no hay acontecimiento relevante, desfile festivo, procesión religiosa, manifestación reivindicativa… que se precie como tal y que quiera obtener el correspondiente éxito entre la población en general, que no discurra a lo largo de todo su recorrido por el trazado longitudinal de esta Calle, peatonal en su totalidad y centro neurálgico del comercio capitalino y provincial. Aparte de lugar idóneo para el paseo durante las tardes de domingo y resto de días de fiesta.De ahí que La Calle Mayor de Palencia siga siendo cada día una especie de testigo mudo de mil historias diferentes que en torno a ella acontecen sin más. Y quizá, llevándolo hasta el extremo, un tanto “entrometida” o “enredadora” también, pues como pequeña ciudad que es, en ella casi todos nos conocemos por una u otra causa, y en los paseos por esta Calle los encuentros y las charlas entre unos y otros se prodigan por doquier, con los inevitables comentarios de refilón sobre la vida propia y, en ocasiones, también la ajena…