Palestina: la santísima trinidad

Publicado el 02 enero 2024 por Jmartoranoster

Flavia Riggione

Lo sé, dirán impulsivamente que me las doy de beata, mojigata, santurrona, y además que ando vistiendo santos.

Tal vez tengan razón. Pero lo que está ahora mismo sucediendo en nuestro mundo, único y contaminado planeta, como nos diría Walter Martínez, nos obliga imperiosamente a buscar la espiritualidad perdida entre tanta tecnología, consumo, superficialidades, realidades virtuales, etc.

La pintura que pueden apreciar, gracias a los compañeros de aporrea.org, es una obra que conservo en medio de la selva de Bolívar, en mi pequeña habitación donde llego a escuchar a los araguatos casi cada mañana, su aullido pidiendo ayuda, la unión de ellos en manada para demostrar fuerza, porque son muy pequeños pero cuyo canto fuerte, quejumbroso, se escucha en la lejanía a muchos kilómetros de distancia.

El óleo fue realizado por un pintor catalán (lo deduzco por el apellido) del cual no recuerdo ahora mismo el nombre, y lo adquirí en una de esas ventas de garaje que durante muchos años fue uno de mis hobbies favoritos, en la búsqueda del tesoro, detrás de piezas invaluables, por su tiempo, por su calidad, por lo que significan.

En la obra está representada simbólicamente la Santísima Trinidad, donde es evidente el Hijo, un lindo niño acostado en la sabana, durmiendo sereno como corresponde a la infancia. La paloma que representa el Espíritu Santo quien lo cuida amorosamente, protegiéndolo de cualquier adversidad pueda ocurrir.

Apreciados lectores, se preguntarán: ¿dónde está el Padre? La naturaleza es el Padre, la Pachamama. Podemos apreciar un cielo con nubarrones, la sabana con gramíneas (aunque más bien paja pelúa), unos lirios símbolo de la pureza y una tinaja de agua apoyada con descuido para saciar la sed.

Nosotros, los seres humanos, en su gran mayoría, somos personas de buena voluntad. Por ello nuestro asombro diario, continuo, cuando la garganta quiere emitir un grito que cubra el planeta todo, pero se paraliza tal cual como ocurre en las pesadillas, cuando necesitamos pedir ayuda, gritar, alertar, pero quedamos mudos. Es tal la impresión, la sorpresa, lo insólito de lo que está ocurriendo en Palestina que, al menos yo, no logro hablar, sino quedo pasmada ante los hechos, inhumanos, trágicos, inmisericordes.

Esos niños de Palestina necesitan del Espíritu Santo para que los cuide. ¿Dónde está esa figura que aprendimos por la Fe pero que buscamos toda nuestra vida?

Un breve paseo por internet nos ilustra sobre las virtudes que conlleva el Espíritu Santo: Sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza o templanza, conocimiento o ciencia, piedad, temor de Dios.

Según el Catecismo de la Iglesia católica, el Espíritu Santo es una «fuerza o cualidad divina» al modo de la sabiduría, la belleza, el amor o la bondad y los doce frutos o virtudes del Espíritu son caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad (1).

San Agustín definió la virtud como «un buen hábito en consonancia con nuestra naturaleza» (2).

Repaso también el concepto de Noosfera, que entiendo como la evolución de la conciencia universal, buscando entender lo que no logro, y me quedo con la versión del jesuita Teilhard de Chardin:

«Noosfera: espacio de conocimiento, de vida inteligente, de existencia trascendente. La noosfera surge como la atmósfera nutriente del pensamiento, que se enriquece gradualmente a través de la comunicación, a través de la noogénesis y la filogénesis: superación sapiente, espiritual y cooperativa.» ( ). Sabiduría, Espíritu, Solidaridad (3).

Apreciados lectores, ¿dónde quedaron esas virtudes? ¿Qué está sucediendo con la conciencia universal? Existe, pero no logra actuar para mantener la armonía, sabiduría, la templanza y todas esas virtudes del Espíritu Santo. Ese ente representado por la paloma blanca, símbolo de Paz y Amor, que aparece en la obra de arte.

¿En qué momento se perdieron cuando por esos lares (y hasta por estos mismos) no hay quien actúe, no hay nadie sabio ni bondadoso que se manifieste? Solo hemos admirado en Yemen a los hutíes (Ansarolá) verdaderos héroes que desde su pequeña trinchera manifiestan su voluntad, nada simbólica, a favor de Palestina (4).

Y, ayer mismo Sudáfrica que denuncia a Israel frente a la CIJ. ¿Servirá para algo esta denuncia? ¿O quedará en una digna pero no traducida protesta de un país del Sur Global? (5).

Frente a nuestros ojos están asesinando niños con sus madres, a jóvenes con toda una vida bella por delante, a padres que desean proteger su núcleo familiar. ¿Nadie es capaz de hacer algo para detener ese genocidio del siglo XXI?

Me complace saber que Venezuela, cada vez que corresponde, está protestando sobre el hecho en Palestina, y así se manifiesta con comunicados oficiales de la Cancillería. Pero ¡Ojo! El gobierno bolivariano debe insistir para que le permitan participar en las votaciones de la Organización de las Naciones Unidas. Con el hecho de las sanciones, la imposibilidad de pagar la deuda con la ONU, ha habido votación tras votación, sin que se refleje la decisión, el criterio, la protesta de Venezuela (6).

Pienso en los años venideros, cuando se relatará esta muy triste historia, seguramente por una inteligencia artificial, Venezuela como país no aparecerá entre los que alzaron su voz con su voto, para protestar enérgicamente el genocidio en Palestina. En realidad ¿no hay manera de pagar la cuota a la ONU? ¿O de resolver lo que deba resolverse en esa instancia? ¿China, Rusia, Brasil no pueden pagar por Venezuela? Por ejemplo.

Ya que la conciencia universal parece estar diluyéndose de sus virtudes positivas, buenas, esos frutos del Espíritu Santo que debemos traer todos como humanidad e hijos de Dios, no me queda sino señalar las negativas, esas que están prevaleciendo, o al menos las consecuencias de las mismas, concentradas irremediablemente en pocos hombres:

«la fornicación, la impureza, la lujuria, la idolatría, la hechicería, las enemistades, los pleitos, los celos, las iras, las riñas, las discusiones, las divisiones, las envidias, las embriagueces, las orgías y cosas semejantes.» ¿Cosas semejantes? La miseria, la maldad, la ambición, el odio, la soberbia, la estupidez, el asco que nos produce todo ello.

Lo que la filósofa alemana Hannad Arendt llama «la banalidad del mal» o lo contrario a lo que entendemos por dolor empático, está sucediendo en elevadas proporciones (7).

En 1961 la filósofa fue enviada a Israel por The New Yorker a cubrir el juicio a Adolf Eichmann acusado de genocidio contra el pueblo judío durante la segunda guerra mundial. Del reportaje del 2022 (que recomiendo leer) destaco:

«Arendt se refería a Eichmann como un hombre banal, por lo que su teoría se convierte en un análisis del sujeto en un determinado ambiente, más que en una explicación filosófica sobre la conducta ética. Es evidente que para cometer genocidios se necesita despojar a las personas que los cometen de su humanidad. Y, al parecer, esa es la trágica realidad de la que no puede desprenderse la humanidad. Actualmente, observamos el lento genocidio que sufre el pueblo palestino, con el beneplácito de los dirigentes políticos de Israel, de gran parte de la población israelí y de la comunidad internacional» (8).

El Niño Jesús protegido por el Espíritu Santo quien vela su sueño plácido y tranquilo. Es el mismo Espíritu Santo al que le encomiendo mis hijos, aun si ya son mayores, los hijos siempre son los niños que parimos algún día, haciendo efectivo el milagro de la vida.

Apreciados lectores, cuando se tiene un hijo se tienen todos los hijos del mundo. Yo tuve esa experiencia, esa sensación infinita. Nos duelen todos los niños del mundo, en particular ahora los niños de Palestina, sus madres, sus padres.

«Cuando se tienen dos hijos, se tiene todo el miedo del planeta, todo el miedo a los hombres luminosos, que quieren asesinar la luz y arriar las velas y ensangrentar las pelotas de goma y zambullir en llanto ferrocarriles de cuerda.

Cuando se tienen dos hijos, se tiene la alegría y el ¡Ay! Del mundo en dos cabezas, toda la angustia y toda la esperanza, la luz, el llanto, a ver cuál es el que nos llega, si el modo de llorar del universo, el modo de alumbrar de las estrellas.»

Los hijos infinitos. Andrés Eloy Blanco (9).

Queridos lectores, les deseo de corazón a todos y todas, dentro de lo que cabe, un buen año 2024, en un gran abrazo de amor, fraterno, sincero, que con su intensidad prodigue las virtudes buenas, llegue a Palestina y a cualquier rincón del planeta donde sea necesario.

  1. https://es.wikipedia.org/wiki/Esp%C3%ADritu_Santo
  2. https://es.wikipedia.org/wiki/Frutos_del_Esp%C3%ADritu_Santo#:~:text=Seg%C3%BAn%20el%20Catecismo%20de%20la,%2C%20modestia%2C%20continencia%20y%20castidad.
  3. https://es.wikipedia.org/wiki/Noosfera
  4. https://sputniknews.lat/20231219/los-huties-reiteran-que-su-operacion-en-el-mar-rojo-continuara-hasta-que-gaza-reciba-ayuda-1146711498.html
  5. https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/mundo/sudafrica-israel-cij/
  6. https://mppre.gob.ve/2023/01/19/venezuela-voto-onu-bloqueo-cuentas-exterior/#:~:text=Venezuela%20sin%20voto%20en%20ONU%20por%20bloqueo%20de%20sus%20cuentas%20en%20el%20exterior,-Escrito%20por%20Orlando
  7. https://es.wikipedia.org/wiki/Banalidad_del_mal
  8. https://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/banalidad-mal-hannah-arendt/20221013091615203810.html
  9. https://www.poeticous.com/andres-eloy-blanco/los-hijos-infinitos?locale=es

Profesora e investigadora (J) Titular de la UCV.