Los palomas nos vigilan. Desde las ramas de los árboles, encaramadas a las farolas o incluso, como esta, aposentadas sobre su particular trono de piedra. Observan nuestros pasos, con quien vamos, si llegamos tarde al trabajo. Las ciudades están llenas de estas pérfidas aves, y a nadie parece importarle. Seguir a @JorcarmaFoto