con tu vuelo las distancias,
pósate en mi palomar
que está lleno de añoranzas
y déjame aquí en mi nido
esa ramita de nardo
que sujetas con el pico,
aunque no quieras soltarlo,
el nardo ha sido testigo
del momento más divino
de todos cuanto en la vida
jamás hubiera vividos.Y cuéntame cómo brilla
su pelo negro en la noche,
cuando queda sin sombrero
cuando el silencio se rompe,
cuando le gritan bonita
cuando se apagan las voces,
del Padre Rejo rezando
en el clamor de la noche.Llévate mi corazón,
llévatelo a Cantillana,
y búscala por sus calles
y déjaselo a sus plantas,
que vaya junto al sombrero,
que le esté rozando el ala,
que ella le dé su bondad
como el nardo su fragancia.
No me lo traigas paloma,
déjalo por Cantillana,
dejarlo junto a mi Virgen,
que es mi Reina y soberana,
que tenga mi corazón
y así tengo la esperanza
que aunque yo viva muy lejos,
muy lejos de Cantillana,
siempre tendré muy cerquita
a mi Pastora del alma.
Y cuéntame cómo brilla
su pelo negro en la noche,
cuando queda sin sombrero
cuando el silencio se rompe,
cuando le gritan bonita
cuando se apagan las voces,
del Padre Rejo rezando
en el clamor de la noche.
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