La panadería casera requiere de algunos pocos ingredientes que, al combinarse, nos regalan delicias perfumadas y sabrosas para disfrutar en familia y (¿por qué no?) hacer alarde de ellas.Aquí está la lista de ingredientes que utilizaremos para preparar 2 panes caseros bien grandecitos, porque los podemos preparar en budineras (como si fueran panes de molde) para disfrutar de desayunos más nutritivos y especiales.
Para empezar con esta ancestral y noble tarea, deberás disolver 1 cucharadita de extracto de malta en 600 cc. de agua tibia (a no pasarse de calor porque podés matar la levadura).
En un bol, colocá 50 gramos de levadura fresca desgranada junto con 1-2 cucharaditas de azúcar y 1 cucharada bien copetona de cada una de las harinas que usaremos (integral orgánica y común 0000). Integrá y añadí el agua tibia en la que disolviste el extracto de malta. Mezclá con suavidad y dejá que la naturaleza siga su curso hasta que se forme la esponja, ubicando al bol de trabajo en un lugar cálido, alejado de corrientes de aire y del contacto directo con fuentes de calor.
Luego que la levadura haya fermentado, incorporá 100 gramos de manteca a punto pomada.
Con espátula integrá la manteca lo mejor que puedas y comenzá a incorporar 550 gramos de harina integral (orgánica, en mi caso) junto con 300 gramos de harina común 0000, alternando entre ambas y añadiendo de a poco 4 cucharaditas de sal.
Cuando la mezcla comienza a tomar cierto cuerpo, añadí 100 gramos de salvado de avena (puede ser salvado de trigo, en su lugar) y 100 gramos de semillas surtidas (yo utilizo sésamo blanco, negro e integral, semillas de calabaza, de girasol, semillas de chía, quinua/quinoa y amaranto).
Continuá integrando los ingredientes hasta formar un bollo.
Entonces, espolvoreá con una suave lluvia de harina la mesa de trabajo y volcá encima el bollo a medio armar. Por algunos minutos, amasá restregando la fibra de la masa, golpeándola contra la mesa y descargando todas tus energías, frustraciones, enojos y malos pensamiento (a vos te dejará como nueva y a la masa le hará de mil maravillas) hasta lograr un bollo de masa homogénea y lisa.
Colocá el bollo obtenido dentro del bol donde hiciste la mezcla, previo rociar un hilo fino de aceite sobre el fondo del recipiente. Hacé lo propio con la cubierta de la masa (yo me mojo las manos con un poquito de aceite y acaricio el bollo, humedeciéndolo; esta faena ayudará a que no se forme una corteza seca sobre la masa mientras la dejamos descansar).
Tapá el bol con papel film (también puede ser con un trapo de cocina) y dejalo descansar en un lugar cálido, protegido de corrientes de aire y de calor directo, hasta que duplique su tamaño.
Pasado el tiempo, colocá la masa sobre la mesa de trabajo y con las yemas de los dedos andá estirándola mientras le quitás parte del gas que se produjo durante el leudado.Dividí la masa en dos partes, dándole forma rectangular.
Enrollá cada mitad de masa sobre sí misma (como si se tratara de un arrollado/brazo de gitano) mientras vas apretando cada vez para lograr que la masa quede bien adherida.
Al finalizar la tarea obtendrás un rollo de masa bien apretado cuya unión colocarás hacia abajo. Harás lo propio con los bordes externos (o extremos) del rollo, colocándolos hacia abajo también, ajustando el largo de la masa al tamaño de las budineras que utilizarás como moldes (las mías tienen 28 centímetros de largo).
Antes de colocar los panes en las budineras, rociá los moldes con rocío vegetal.Una vez que ubicaste los panes hacé presión, lo más pareja posible, con los nudillos de tus manos sobre la masa.
Cubrí los panes con papel film y dejalos reposar hasta que dupliquen su tamaño.
Cociná las piezas en horno precalentado a 180° C por 40-45 minutos hasta que la corteza se dore ligeramente y, al golpear la base de los panes, suenen a hueco.
Existen miles de maneras de preparar pan casero: desde recetas que deben elaborarse a partir de masa madre hasta preparaciones que requieren de días de leudado, pasando por amasadoras o máquinas de pan en las que ponemos los ingredientes y nos sorprenden con un pan humeante, hecho y derecho, para acompañar el desayuno.
Sin embargo, esta receta es apta para principiantes, novatos, iniciados y panaderos experimentados por igual, porque lo que propone es el contacto con los ingredientes, el ritual del amasado, el dejarse seducir por los aromas tibios del pan recién hecho...
Con esta receta se obtienen dos piezas de pan de molde húmedo (acción del extracto de malta), liviano (gracias al salvado de avena o de trigo), perfumado (por influencia de la levadura fresca) y sabroso que harán las delicias de la familia en desayunos nutritivos y plenos de fibras, así como en bruschettas, tentempiés, sándwiches y viandas para el colegio o la oficina.
Algunos recordatorios y observaciones finales: Con esta misma masa (realizando algunos pocos ajustes) podés preparar pan blanco, pan lactal (es decir, con leche), con salvado de trigo en lugar de salvado de avena, con aceitunas, damascos, tomates secos, queso, cebolla de verdeo, frutos secos...
Si no tenés extracto de malta, podés reemplazarlo por miel. Podés preparar tu propio mix de semillas e ir cambiándolo para no aburrirte.Se conserva perfectamente en heladera y en freezer por semanas.De modo que no hay más excusas para no preparar pan casero un sábado o un domingo en casa, para disfrutar toda la semana de un producto que hiciste con tus propias manos, con ingredientes que seleccionaste cuidadosamente, sin conservantes ni químicos que dañen tu salud ni la de tu familia.Espero tentarlos con la receta y que disfruten del aroma y la aventura de preparar el pan en casa.¡Hasta la semana próxima! ¡Pásenla lindo!