Las Panades son típicas de la semana santa mallorquina pero como las empanadas son un plato muy socorrido para ir al campo de merendola os traemos esta receta fácil de hacer y transportar para que os las llevéis de excursión
Por: Carmen RodríguezYa está aquí el buen tiempo y con él las salidas frecuentes al campo donde siempre se tira de elaboraciones sencillas, fáciles de llevar que se puedan comer en frio.
Envolver la comida con una masa es un invento culinario universal y antiguo: Desde los fatay árabes, el lajmayin o el börek judios hasta la pizza calzone italiana o nuestras empanadas gallegas.
Empanados todos que surgieron inicialmente de la necesidad de proteger los alimentos de la suciedad y facilitar su consumo cuando no hay mesa, vajilla ni servilleta que asista.
De hecho el repulgue o borde de muchas servía para tal fin, como el del Cornish Pasty que evitaba a los mineros de estaño, intoxicarse por una posible ingestión de arsénico al tocarlos con los dedos sucios.
Con el paso del tiempo y la mejora en las condiciones, el borde protector que se tiraba, se empezó a consumir también y evolucionó a formatos menos gruesos o casi inexistentes como el del steak and kidney pie, entrante habitual del pub grub británico.
Las empanadas son ideales para estas ocasiones porque cumplen con los requisitos de cualquier comida campera y admiten todo tipo de rellenos para adaptarse a cada paladar.
Buscando variaciones, me topé con este plato propio de la gastronomía mallorquina que recuerda por sus ingredientes y por la fecha en la que se degusta en familia, Lunes de Pascua, al hornazo Salmantino del Lunes de Aguas.
La contundencia de los Panades de Pascua, a base de productos derivados del cerdo, estuvo plenamente justificada por la necesidad de demostrar pública y notoriamente la afinidad religiosa al catolicismo en tiempos remotos donde levantar la mínima sospecha de ser musulmán podía traer serios problemas con la Iglesia.
Obviamente se esperaba a que terminase la vigilia para hacer tal alarde de condición católica aunque el uso original de carne de cordero pascual en la receta, es un guiño al cuerpo de cristo (Amén).
Y como siempre se entreteje lo pagano y lo religioso, la inclusión de los guisantes en el relleno es un símbolo de la primavera, del renacer de la naturaleza y de los recién cosechados tiernos pésols o xíxeros.
He cambiado el cordero por ternera pero se puede sustituir por cualquier tipo de carne, la de pollo junto con verduras de primavera queda muy bien.
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