Esa multiplicación de contagios en la población es lo que provoca las alarmas, debido a los trastornos en la actividad rutinaria a que se ven sometidos los países con brotes epidémicos (cierre de colegios, aislamiento de trabajadores, colapso de hospitales, prohibición de movimientos a, o desde, zonas afectadas, obligación de guardar cuarentena a los expuestos o portadores de la infección, suspensión de todo tipo de aglomeraciones deportivas, festivas, religiosas, empresariales, artísticas, culturales, etc., y la consiguiente desaceleración económica que todo ello desencadena y la interrupción de los flujos comerciales de manera global.
Esa multiplicación de contagios en la población es lo que provoca las alarmas, debido a los trastornos en la actividad rutinaria a que se ven sometidos los países con brotes epidémicos (cierre de colegios, aislamiento de trabajadores, colapso de hospitales, prohibición de movimientos a, o desde, zonas afectadas, obligación de guardar cuarentena a los expuestos o portadores de la infección, suspensión de todo tipo de aglomeraciones deportivas, festivas, religiosas, empresariales, artísticas, culturales, etc., y la consiguiente desaceleración económica que todo ello desencadena y la interrupción de los flujos comerciales de manera global.