Pandora

Por Nyra @nyra


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Cuando Pandora vino al mundo su madre le escogió un nombre que había escuchado en la tele y que sin saberlo, sería premonitorio. Según decía su madre, una mujer vieja por fuera pero con un reloj biológico bastante joven; no tenía luz en casa, el servicio de agua le había sido suspendido por falta de pago, sus hermanos tenían gripe y su borracho padre yacía tirado en el viejo sofá de la sala. Le dió calor terrenal por primera vez una vieja sábana raída tan delgada como un papel que cobijaba su pequeño cuerpo. Un bañoi con el agua agua de un viejo balde y una mirada de recelo por parte de su progenitora mientras le amamantaba fue lo único que recibió el día de su nacimiento.
El paso por su niñez no fue un camino de rosas. Diariamente salía a vender tortitas de maíz con queso a la avenida principal; diariamente subía y bajaba trescientos escalones para hacer su trabajo sin tardanza. Ana, su madre, era recelosa y agresiva; una arepita en la canasta de mimbre resultaba un castigo seguro. Decía que las niñas no servían para nada. Pandora no asistía a la escuela, pero con anhelo cruzaba la calle en donde se encontraba esa vieja estructura, allí reinaban las risas de niños, el olor a lápiz de creyón, a tiza y a saberes, a pesar que el trayecto de vuelta se hacía más largo nunca dejaba de visitar de lejos su más añorado sueño; estudiar y aprender.
Un buen día, cuando regresaba a casa con los ingresos de la jornada; la recibió una atmosfera de caos; una nube de humo negro se extendía desde su casita ya incinerada, se escuchaban gritos, gente con cubos de agua apagan lo que quedaba del fuego; le ardían los ojos y el olor penetrante a quemado le producía un escozor en la garganta. La multitud se agolpaba alrededor del lugar. Pandora se escabullo entre la muchedumbre para observar más de cerca. Uno de los agentes del gobierno reparó en ella, con delicadeza la alejó del sitio y de la mejor manera posible; le explicó que su casa se había quemado con su familia adentro ocasionado por de un cortocircuito debido a una conexión eléctrica ilegal. Pandora conmocionada lloró, permaneció muda de asombro, su infantil cuerpo quedó tembloroso, adolorido y solitario; la vida se le antojaba extraña e incierta.
Un hombre pequeño y regordete, vestido con un traje azul que tenía las costuras estiradas al máximo, caminaba en su dirección con una sonrisa amable. En sus manos llevaba una carpeta amarilla sobre la que iba anotando algo a medida que avanzaba. Al junto a la niña se inclinó hacia ella y le dijo en voz suave:
— Hola pequeña, ¿estas bien?, ¿Como te llamas? -Pandora permaneció muda.
El sujeto prosiguió:
— Soy el Sr. Raúl, ya que no tienes familia, el gobierno se ocupará de tí de ahora en adelante. No te preocupes,chiquita, todo saldrá bien. La vida te cambiará.
A Pandora entonces se le ocurrió hacer la pregunta que más ansiaba:
— Señor, ¿Podré estudiar? ¿Van a darme un lápiz y un cuaderno?, No importa si es pequeño… - Con el labio temblando esperó la respuesta.
Los ojos del Sr Raúl brillaron y le sonrió con lastima:
— Claro que sí chamita. En el orfanato vas a ir a la escuela y allí tendrás tu lápiz y todo lo demás. Ven conmigo.
Pandora le dirigió una mirada desenfocada y luego asintió; miró a las ruinas de su casa, la de sus padres, de su miserable vida, y su tierno corazón se sintió por primera vez libre.Ya no habría más palizas, manoseos extraños, dolor en las rodillas y maldiciones por su existencia. Pensó que quizá solo quizá, su vida sí mejoraría.
Tomó con firmeza la mano que el señor Raúl le extendía y en ese momento recordó que aquel era el día de su décimo cumpleaños. Entonces tuvo la seguridad de que buena parte de las maldades que la acompañaron desde su nacimiento había muerto con su niñez. Esperaba que algún día solo quedara la caja vacía, con su alma y nada más.
Dio media vuelta y se alejó del sitio sin mirar atrás.
Continuará...
Nyra.-
Gracias a Panchito y Blanca por todas las recomendaciones y ayuda constante que me aportan. Besos