Es cierto que tampoco ayuda que elpresidente de la comisión europea, Durao Barroso, se limite a negar la mayor,ni que los países de la unión se dediquen a hacer la guerra por su cuenta, enparticular Alemania, liderada por una Merkel en plena barrena electoral, quecada vez se arrepiente más de los socios que se ha echado.
En todo caso, esta nueva caída bursátilconfirma, una vez más, que los mercados no se comportan como los sesudos ymetódicos analistas económicos que debieran ser, sino como un corrillo decomadres histéricas, a las que el menor rumor hace de cambiar de parecer.Todo en este país tiene un aire transitorioy de impasse. No es de extrañar que el ciudadano de a pie noentienda por qué demonios padecemos esta inútil dilación. La economía es unestado de ánimo al que nada beneficia persistir sumidos en este estado deanimación suspendida hasta noviembre.