Y habría ido a más, si no se hubiese levantado la cruel persecución de Diocleciano y Maximiano. En los años 302 y 303 se firmaron edictos persecutorios y en todo Egipto padecieron miles de cristianos. En 304 Maximiano arreció la persecución por medio de gobernadores y prefectos aduladores y violentos con los cristianos. A Palestina envió a Urbano, el cual desde que llegó oyó hablar de Pánfilo y supo de su ascendencia entre los cristianos y los presbíteros. Quiso conocerle Urbano y en 308 le mandó llamar, para en privado ofrecerle riquezas y privilegios si reconocía la divinidad del emperador y sacrificaba públicamente a los dioses. Pánfilo le recriminó su bajeza por pretender seducir a un hombre, y por hacerlo en privado, lo cual hablaba de su catadura moral. La constancia de Pánfilo asombró al tirano y pasó a las amenazas, pero nada logró, más que el desprecio del santo presbítero. De las amenazas pasó Urbano a los tormentos: mandó que le atasen y abriesen las carnes lentamente con garfios de hierro. Fue el santo convertido todo en una llaga, que causó espanto a los cortesanos que conocían la bondad de Pánfilo. Se le veían los huesos y la sangre le bañaba completamente. Urbano le envió a la cárcel para en pocos días volver a martirizarle, pero la prisión se alargó, pues en esos días Urbano cayó en desgracia ante el emperador y este mandó decapitarle por corrupto
San Pánfilo y Eusebio en la cárcel.
Le sucedió el gobernador Firmiliano, que no se preocupó de Pánfilo, dejándole durante dos años en la cárcel. Este tiempo lo aprovechó el confesor de la fe en alentar a los cristianos, consolar a los tristes y animar a los que titubeaban. Se le dio libertad para convencer a los cristianos a retractarse de su fe, pero Pánfilo lograba todo lo contrario, siendo verdadero padre de mártires. Finalmente fue martirizado junto a un anciano diácono versado en las Escrituras, llamado Valente, y un laico llamado Pablo. Todos fueron decapitados el 16 de febrero del año 309.Había allí un criado de Pánfilo, jovencillo de 18 años llamado Porfirio, que pidió al gobernador los cuerpos de los mártires para enterrarlos. Preguntado si era cristiano, al responder "solo soy catecúmeno, pero espero merecer la dicha de bautizarme en mi propia sangre, pues la estoy presto a derramarla por Jesucristo", Firmiliano mandó a los verdugos que le atormentaran hasta que sacrificara a los dioses. Como Porfirio se negó, le fueron despedazadas las carnes, hasta descubrírsele los huesos, y viendo que no había caso, Firmiliano mandó le quemasen vivo a fuego lento.
En evidencia de su glorioso martirio y por amor a Pánfilo, Eusebio escribió una vasta biografía de su querido maestro, de la cual San Jerónimo (30 de septiembre y 9 de mayo, Invención de las reliquias) da testimonio de haberla conocido. Además, Eusebio adoptó "de Pánfilo" como segundo nombre.También fueron martirizados ese día los santos mártires Elías, Jeremías, Isaías, Samuel y Daniel, así como otros mártires, aunque normalmente de ellos se hace mención aparte, a 1 de junio o a 16 de febrero, y de los que podéis leer en este artículo.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Volumen II. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.-"Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año". Junio. R.P. JUAN CROISSET. S.J. Barcelona, 1862.
-"The martyrs of Palestinae": http://www.newadvent.org/fathers/2505.htm
A 16 de febrero además se celebra a Santa Juliana de Nicomedia, mártir.