"Pánico al amanecer" es una novela que fue editada en España por Seix Barral en 2011. Pero originalmente se publicó en 1961 en Australia por The Text Publishing & Co., y cuando el lector se abre paso entre las primeras páginas una duda le asalta. Pero avancemos.
Esta es la historia de John Grant, profesor en un pueblo perdido de la Australia del oeste. Angustiado por el calor infernal insoportable, imagina sus escasas semanas de vacaciones como un oasis en el horizonte. Pero una mesa de apuestas se cruza en su camino unas pocas horas antes de partir de viaje, y el resto ya pueden ustedes imaginárselo.
Con estos ingredientes y este título, es inevitable que el lector se malicie una comparación, la duda que asalta tras las primeras páginas, como decía: Kenneth Cook (1929-1987) parece haber escrito una novela que circula en paralelo a aquella más antigua de Arthur Schnitzler (1862-1931), "Apuesta al amanecer". Sin embargo, fijándonos un poco más nos daremos cuenta de que la única coincidencia es que ambas novelas toman como tema central el juego y la ingente cantidad de problemas que atormentan a sus personajes por ese motivo. El título original de la novela de Cook es "Wake in Fright" (Despertar en el miedo, o Levantarse aterrorizado, etc.), y puede que el traductor al español (Pedro Donoso) se haya tomado una pequeñísima licencia traduciendo el título de una manera no exactamente literal que, conscientemente o no, hace un gran guiño indisimulado al título de Schnitzler ("Spiel im Morgengrauenen" en el original).
Pero dejemos a un lado estos paralelismos para argumentar por qué es recomendable esta novela. He de reconocer que no tenía ninguna referencia al respecto y que me la recomendó un librero mientras buscaba otro título muy distinto, en una de esas felices casualidades que ocurren cuando se acude a las librerías adecuadas. "Pánico al amanecer" goza de la misma siniestra intensidad que desprenden los libros de Cormac McCarthy, David Vann o Nick Cave, y prometo que no estoy exagerando: Cook es muy sórdido, rematadamente sórdido, pero de veras que es muy bueno. Para mi gusto, y sin querer desvelar nada, debería haber finalizado esta obra de una forma radicalmente diferente: si me prometen el abismo, y no me apartan del camino, el abismo es lo que quiero obtener al final. Tan sólo eso. Aún así todo, con este final inesperado, el libro sigue siendo magnífico.
El sol cegador y la consciencia adormecida por los vapores etílicos nos transportan de inmediato a ese gótico sureño que tan bien representan Vann y compañía. En este caso el escenario es Australia, en todo el esplendor de su asfixiante aridez. De camino a las dulces costas refrescantes de Sidney, acompañar a John Grant en su paseo al borde del abismo, es un auténtico placer para lectores sin problemas de vértigo.
"Alguna vez había oído que no se podía pensar en color: pues se equivocaban. Llega un momento en que la mente se llena de colores, verde, naranja y fuego. Pero no, tampoco era eso: eso era el amanecer. Colores increíbles junto a la línea del horizonte."