La noticia de la victoria de Hollande ha alcanzado a los mercados junto con otra de menor alcance, pero también deprimente y descorazonadora: la Unión Europea ha confirmado que Zapatero, Rubalcaba y el anterior gobierno de España engañaron a sus ciudadanos y a sus socios europeos falsaficando los datos sobre el déficit del año 2011 y gastando 26.000 millones de euros mas de los que habían declarado.
Ese inmenso despilfarro oculto no sólo violó el compromiso del gobierno de España con Europa y los mercados, sino que ha sumido a los españoles en una crisis económica de proporciones inmensas y difícil de superar.
La Europa actual resiste frente a la crisis unida por la alianza entre Alemania y Francia, una alianza basada en los acuerdos entre Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy. El actual pánico se debe al criterio de que un desacuerdo entre Merkel y Hollande dejaría a Europa dividida, sin un eje solvente de poder y sin capacidad para afrontar unida la crisis del euro y de las cada día más debilitadas economías nacionales.
Hollande ya ha dicho que no cree en la actual político de recortes y ahorro extremo, ni en la urgencia del equilibrio fiscal, además de haber prometido cambios en el Banco Central Europeo y una subida drástica de impuestos, sobre todo a los más ricos de Francia, que tendrían que pagar al Estado en torno al 65 por ciento de sus ganancias.
La posibilidad de que Hollande gane hunde las bolsas y deprime la economía porque los grandes centros del poder y del dinero mundial saben que los socialistas, cuando llegan al poder, tienden a gastar sin control y a despilfarrar, una política que destrozaría la escasa credibilidad que tiene Europa actualmente en los mercados mundiales.