Pasan las horas lentamente, desesperado, ahogando mi tranquilidad, detenido en un lapso de tiempo infinito sintiendo nunca poder salir.
Me llamo SEGUNDO RIVEROS y padezco “Insomnio crónico”.
Aquella noche nunca olvidada con el húmedo clima, inquieto sobre mi cama obviamente sin conciliar el sueño, me preparo para un anoche más una de esas noches eternas, largas; sumergido en el oscuro mundo de las cuatro paredes de mi cuarto sin dirección alguna. Mi conciencia inquieta dispuesta a someter todo pensamiento negativo con un solo objetivo; “Dormir profundamente”. Una lucha mental con la posibilidad de salir vencedor, pero una guerra que físicamente no podemos ganar por los agitados problemas económicos y el estrés de este sistema laboral que me abruma sin darme tregua alguna, siquiera por un instante dejar cerrar mi ojerudos y cansados ojos.
Ladran los perros y hace un frío espantoso, y el reloj le pisa los talones a la media noche; definitivamente este “Pánico insomnio” por lo visto no tiene límites. Decido levantarme de mi cama para ver a mis hermosos hijos en su cuarto, pero me percato de una extrañez al ver que no estaban. En un instante corro a ver a mi amada esposa sin importar mis pocas energías para expresarle lo ocurrido. De repente no puedo moverme, y mi habitación se aleja poco a poco ¿¡Que me pasa¡? Temeroso por el suceso emerge de mi un instintivo alarido con gran fuerza que milagrosamente me lleva a mi cama.
Aturdido y confuso pero renacido como “Leonardo DiCaprio” (exagerando un poco) percibo un nuevo día, uno de esos días anhelantes y profundamente deseosos. Entrañable resulto esta gran pesadilla, sincronizando mis sentidos haciendo real cada escena y movimiento. ¡Ufff! Gracias a Dios solo fue eso, porque esta satisfacción de logro es implacable. Por primera vez en mi vida creo en los finales felices; realmente era un incrédulo de salir de este impedimento físico y emocional.
“Recuerda”; tu mente es muy valiosa y poderosa que a veces te atrapa, pero también te da la salida.
Autor
Dario Mateus.
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