¿pánico mundial, ante el populismo?

Por Mbbp
nov
10
2016 actualidad // Opinión // Política // sociedad

¿PÁNICO MUNDIAL, ANTE EL POPULISMO?

Escrito por Miguel Benavent de B.   Sin comentarios

Alguien me dijo hace un tiempo: “Miguel, no busques la paz en el mundo, solo la encontrarás en tu interior”. Y tenía razón. El mundo parece haber perdido su rumbo ¿o no? Mira a tu alrededor. Todo es caos ¿es caos o responde a algún sentido que no somos capaces de ver o, simplemente, que no nos atrevemos a admitir? ¿Qué tienen en común sucesos aparentemente inconexos como la exigencia de independencia de Catalunya, el Bréxit, la crisis en la política española o la victoria de Donald Trump en las elecciones a la presidencia en USA, entre otros muchos ejemplos? Seguramente cada uno de esos sucesos tiene sus antecedentes, causas específicas y concretas, que los gurus y sabios “visionarios” se atreven a analizar… siempre después de que hayan pasado, claro. Es fácil buscar argumentos racionales a los hechos objetivos e irrefutables. Pero, un poco más allá, hay otras razones menos evidentes y seguramente ocultas que pueden encontrar un denominador común al actual y mundial desaguisado que padecen la mayoría de los países de nuestro mundo.

Me permitirás que te dé mi punto de vista, verdad? Estamos ante un evidente cambio de paradigma, nos guste o no. Dejamos atrás (eso espero) un mundo en que los políticos, las instituciones y organismos públicos locales, regionales, estatales y/o mundiales campaban a sus anchas defendiendo sus propios intereses y desoyendo al ciudadano (¿o ciudadanía, como ahora le llaman todos los que la ignoran?), donde las reglas del juego sistémico las imponen los poderes fácticos, solo basados en el lucro desmedido, la especulación o la corrupción, se busca el crecimiento permanente a costa de la degradación del entorno natural o, simplemente, se desatiende al género humano, aprisionándolo dentro de unas estructuras rígidas, injustas e inhumanas hoy arcaicas e ineficaces, cuyos efectos más evidentes son la creciente desigualdad, la insalubridad y la desilusión, a partes iguales. Y entramos (eso espero) en otro mundo diferente, en el que debemos procurar que el ser humano recobre la esperanza y vuelva a estar (si alguna vez lo estuvo) en el centro de un mundo nuevo, en el que todo está por definir y por hacer.

Pero para hacer esa transición debemos ser conscientes y entender lo que está pasando a nuestro alrededor. Y dejarnos de especulaciones mentales y comentarios de presuntos expertos pagados por los poderes actuales para provocarnos miedo y no cambiar las cosas! En Catalunya, en España, en el Reino Unido, en USA y en otros muchos lugares más, el ciudadano “indignado” está harto de la ineficacia del viejo Sistema que nos ha traído hasta aquí: conflictos bélicos por doquier, lobbies que hipotecan el bien común, grandes e imparables migraciones de refugiados ignorados, pobreza y hambre en gran parte del mal llamado tercer mundo, desaparición del llamado “estado del bienestar”, el crecimiento económico -eso sí- de las cada día más grandes corporaciones y fortunas, tensiones sociales por cualquier motivo (racistas, xenófobas, religiosas, laborales, etc.), la insalubridad para una población cada día más enferma y desequilibrada… y un largo etcétera de “virtudes” de un mundo aparentemente desarrollado y tecnológico, pero inhumano, cuyo modelo, afortunadamente, se está acabando.

El problema es que, en algún momento, nos hemos creído -o nos han hecho creer- que ese mundo es “lo normal”, consecuencia de la propia evolución humana y del progreso. Y tanto es así que, cuando eso cambia o sucede algo imprevisible que rompe esa tóxica cotidianidad que hemos aceptado como “normalidad”, nos asustamos, nos resistimos al cambio. Cuando es precisamente el “cambio a mejor” lo único que necesitamos para mejorar nuestro mundo. Porque la mayor resistencia al cambio es evidente en la Bolsa y los mercados financieros, en los partidos políticos que pierden día a día su poder, en los gobernantes que cambian las leyes para intentar evitar lo inevitable, en los parlamentos que se deben más a los mercados de deuda pública que a los ciudadanos que los votaron o al pacto, en los medios de comunicación que -controlados por el mismo poder político y financiero- hacen de altavoz para manipular nuestra opinión y, de paso, anunciar “el final del mundo”… su mundo, claro!

Pero las evidencias del cambio son claras… e inevitables. La cada día mayor abstención electoral en todas las democracias, la cada día menor confianza en las instituciones y en la política “de siempre”, el aumento de movimientos “populistas” de izquierdas y derechas radicales, la juventud que desconfía de todo lo que no sea nuevo y radicalmente diferente, etc. etc. Ese es el cambio que algunos quieren evitar, pero que es imparable y, lo que es más importante, necesario. A veces es verdad que para iniciar algo nuevo hay que romper con lo viejo. Pero también es verdad que este viejo Sistema se muere por sí mismo, no hay que ayudarle, solo hay que esperar y, a la vez, estar bien atentos y saber ver en esto una oportunidad, la oportunidad.

Catalunya, España, Reino Unido, Venezuela, Europa o el mundo entero está sufriendo a diario esta ruptura. En Catalunya la población pide independencia porque ya no creen en un Estado “uno, grande y libre”, dominado por los de siempre y que impone su pensamiento único en un país cada día más diverso. En España, el final de un bipartidismo solo aparente, que solo sabe gobernar con mayorías parlamentarias, cuyos partidos políticos no son democráticos, sin debates ni consensos políticos e ignorando al ciudadano, en favor de las grandes fortunas impunes y de las grandes corporaciones del Ibex35. En el Reino Unido, con una población que pretende recuperar su identidad para no supeditarla a una Comunidad Europea que ha demostrado ser todo menos una “comunidad”, a pesar de la buena voluntad al fundarla. Venezuela, cuyo presidente cambia la Constitución y pierde los papeles y el decoro, mientras la comunidad internacional (?) calla, se lucra y consiente. Unos EEUU que, jugando a ser el garante de la “democracia y la libertad” en el mundo, impone su imperio por las armas, pero que ha conseguido olvidarse de los americanos que, aunque defensores a ultranza de su gran país, se sienten mal tratados por un Sistema excluyente, poco democrático y que no acepta su propia diversidad.

Distintos escenarios de un mismo cambio, al fin y al cabo. Pero un efecto similar en todos ellos. No se cambia con una idea preconcebida de hacia dónde se va y si es mejor que lo abandonado, ya sea Trump, Podemos, etc.. Da igual! Se cambia sacándose de encima el “más de lo mismo”, ya sea a Hilary Clinton, CiU en Catalunya, al PSOE o al PP en España, a la Comunidad Europea o a Occidente entero, si es necesario. Y luego viene el susto, claro, el miedo a la nuevo pero desconocido. Lo que no está “atado y bien atado”, lo que no estaba previsto, asusta. Y lo nuevo, también! Y los medios de comunicación nos lo recuerdan. “Demasiados referéndums” ya gritan algunos! “El pueblo se equivoca cuando vota”, creen otros más! Pero, le guste a quien le guste, el cambio no es necesariamente malo, son los primeros y tímidos pasos de un nuevo y desconocido paradigma, un nuevo mundo en el que -esperemos- el ser humano algún día recupere su protagonismo e imponga -al fin- sus valores humanos.