Inicio estas vacaciones de Semana Santa con sentimientos encontrados. Por un lado, me embarga la satisfacción de poder disfrutar de unos días de descanso con mi familia, amigas y amigos; sin embargo, por otro, me abruma la frustración ante datos tan poco esperanzadores como el hecho de que la tasa de desempleo de la eurozona alcanzara el pasado mes de febrero el 10%, una décima más que en enero y un 1,2% superior a la registrada hace ahora justo un año. Además, las perspectivas a corto y medio plazo no invitan al optimismo.
Muchas personas pensarán con razón, que esta cifra no es nada si la comparamos con la tasa de paro en el Estado español, que se sitúa ya en el 19%. De hecho, según el último informe elaborado por Eurostat, nos encontramos en una situación crítica; prueba de ello es que registramos el dato más negativo de la zona euro, y entre los veintisiete países miembros de la Unión Europea sólo Letonia, con el 21,7 de su población en el desempleo, está aún peor que nosotras y nosotros. Más grave todavía es el caso de las personas menores de 25 años. En el Estado español, el 40,7% hace cola en las oficinas del INEM.
Creo que, en una coyuntura como ésta, la izquierda política, sindical y social debe, debemos, dar la batalla sin esperar más. No sé cuál es el camino correcto, ni me atrevo a decir a nadie lo que debe o no debe hacer, pero entiendo que hay razones suficientes para poner sobre la mesa el debate sobre la necesidad de convocar una huelga general contra el Gobierno del PSOE, la Patronal y la Banca. Ya lo hicimos en tiempos de Felipe González y José María Aznar, y ahora estamos, cuando menos, tan jodidos como entonces e incluso, yo diría, mucho más.
La izquierda política, sindical y social tiene que consolidar una alternativa creíble ante el frente PSOE, PP, PNV y CiU, que se ha unido para salvar el capitalismo, aunque el precio a pagar sean cuatro millones de personas desempleadas, amenaza tangible de despido libre, que antes o después llegará, reforma del sistema de pensiones, que también caerá cuando pasen las elecciones de 2012, reducción del gasto público,…. Ésta es la auténtica pinza de la derecha y quienes la integran son precisamente quienes tanto atacaron a Julio Anguita, en su día, por defender una izquierda de verdad, transformadora y alternativa, crítica con el PSOE porque ya entonces se había vendido a la Patronal y a la Banca.
Me parece que por hoy es suficiente. No quiero ser agorero, ni estropear estas vacaciones a nadie con más preocupaciones de las que cada una y cada uno arrastramos. Podría hablar de Matas y el silencio del PP ante un escándalo como éste, en el que no sólo hay enriquecimiento personal sino también presunta financiación ilegal; o, por qué no, de la actitud condescendiente, cuando no cómplice, de la jerarquía eclesiástica en relación con los abusos a menores,…. En fin, habrá tiempo para todo ello más adelante. Tengo la convicción de que, como ocurre en los seriales, nos quedan todavía muchos capítulos por conocer hasta llegar al final de tanta trama.