Pantallazo de la Semana - Nebulus de Commodore 64

Publicado el 15 mayo 2015 por Retromaniac @RetromaniacMag
En 1987 convivían en harmonía en el mercado los microordenadores de 8 bits junto a las más modernas y potentes máquinas de 16 bits. A pesar de la clara inferioridad de las máquinas de 8 bits en cuanto a potencia bruta, los microordenadores contaban con la pequeña ventaja de llevar más tiempo en el mercado que sus hermanos mayores, permitiendo un conocimiento más profundo de sus tripas a la hora de sacar el máximo partido de las máquinas. En este contexto llega Nebulus, demostrándonos que un humilde Commodore 64 bien explotado no parecía tener tanto que envidiar a un Commodore Amiga.

Ocho torres llenas de trampas que nadie sabe de donde han aparecido


Y es que ponerse a los mandos de Nebulus hace casi 20 años equivalía a quedarse con la boca abierta. Independientemente de la plataforma elegida, bastaba con empezar a mover a nuestro simpático personaje alrededor de la torre a escalar para asombrarnos con el conseguido efecto de rotación y profundidad de pantalla. Las 3D habían asomado hace tiempo en los microordenadores, pero el efecto de Nebulus superaba en cuanto a espetacularidad a cualquier cosa vista hasta la fecha.
No obstante sería en Commodore 64 donde este espectacular efecto de rotación acompañado de sensación de profundidad estaría acompañado de una rapidez y fluidez de movimiento que dejaba en pañales al resto de versiones de 8 bits, rivalizando en velocidad de ejecución a la mismísima versión de Commodore Amiga, aunque con unos gráficos algo más humildes. Tanto es así, que el jugador cuenta con cuatro veces menos tiempo para completar el primer nivel que en las versiones de Amstrad y ZX Spectrum, dejando a estas en pañales a pesar del espectacular colorido de la versión de CPC.
Pero aún habría más. Despues de coronar nuestra primera torre accedemos a un simpatico bonus ¡que no existía en ninguna otra versión de 8 bits! Y, a pesar de la sencillez del mismo, los programadores no habían escatimado en esfuerzo de hacer algo interesante. Basta con fijarse en los detalles para ver como había diferentes velocidades de scroll según el plano a medida que nuestra nave avanza hacia la siguiente torre. En definitiva, un prodigio visual de los que se quedan grabados para toda la vida en la retina de aquellos niños de finales de los años ochenta.