Antes que nada: en un bol pequeño colocá un puñadote de hongos secos. Añadí agua caliente (como para prepararte un té) y un saquito de té de la variedad de tu gusto. En mi caso, empleo el Earl Grey tea (un té negro aromatizado con aceite de bergamota) porque acompaña muy bien el sabor de los hongos, dejándolos muy suaves y aportando un ligero toque entre dulce y ácido que les sienta de mil maravillas para intensificar su sabor.
Dejalos en remojo hasta el momento de usarlos en la receta.
Para preparar los panqueques, en un bol colocá 2 huevos frescos y lindos (de granja o de campo) y mezclalos con batidor de alambre. Añadí 1 y 1/2 taza de leche y 1 y 1/2 taza de harina leudante (hay quien los prepara con harina común o, incluso, con mezcla de ambas; yo, con harina leudante). Agregá sal y pimienta y batí con ganas hasta que la mezcla quede bien homogénea y sin grumos.
Rociá con rocío vegetal una panquequera (o sartén chica. ¡No es cuestión de privarse de preparar panqueques porque nos falta la panquequera!) y ponela a calentar por un instante. Sacala del fuego y, con un cucharón, verté una porción de masa, haciendo movimientos con la mano que sostiene la sartén/panquequera para distribuir uniformemente (¡Claro, lo mejor que puedas!) la mezcla. Poné la sartén nuevamente sobre el fuego y esperá a que la masa comience a burbujear; entonces, con la punta de los dedos - y cuidando no quemarte - tomá el borde del panqueque y dalo vuelta para que se dore del otro lado.
Repetí la operación hasta alcanzar la cantidad de panqueques que desees (o los que puedas preparar con esa cantidad de masa...). Reservalos apilados en un plato hasta próximo aviso.
Para el relleno, poné a cocinar al vapor 300 gramos de espinaca. Si lo deseás, podés aromatizarla con orégano, tomillo y romero.
Aparte, cortá en pequeños cuadraditos (brunoise) 2 cebollas medianas; abrí una lata grande de atún al natural y escurrila bien. Rallá 100 gramos de queso provolone, sardo o reggianito. Por último, escurrí muy bien y picá los hongos secos.
En una cacerolita, colocá una cucharada de aceite neutro y rehogá la cebollas. Agregá la espinaca cortada y los hongos fileteados. Condimentá con sal, pimienta recién molida, nuez moscada, orégano y tomillo. Añadí, ya fuera del fuego, el atún desmenuzado y el queso rallado.
Con la pasta obtenida, rellená la mitad de cada panqueque (como si estuvieras preparando empanadas) , doblalo a la mitad y luego en forma de pañuelo (la mitad sobre la otra mitad). Disponé los pañuelitos rellenos sobre placa para horno con rocío vegetal.
En una cacerola, colocá una cucharada de aceite neutro (puede ser una nuez de manteca o margarina) y 250 cc. de leche fría. Dejá calentar hasta que casi rompa el hervor; en ese momento, agregá 2 cucharadas bien copetonas de queso crema y dejá que siga calentándose. Evitá que hierva y, en una taza, disolvé 3 cucharadas colmadas de almidón de maíz en leche fría. Agregala a la preparación anterior, sin dejar de revolver (para ayudar a que espese y que no se formen grumos). Cuando la salsa esté más espesa, condimentala con sal, pimienta de molinillo, nuez moscada y añadí 150 gramos de queso rallado. Mezclá bien hasta que la preparación quede bien integrada y con ella rociá los pañuelitos que dejaste descansando en la placa para horno. Espolvoreá por encima algo más de queso rallado y gratiná en horno caliente.
Serví y sentate a observar las caras de felicidad de tu gente (si te resistís 5 minutos a los pañuelitos...).
¿Tenés ganas de probar una receta nueva? Es ideal porque no es complicada y se trata de un éxito asegurado.
¿Tenés visitas en casa? Genial, quedarás como todo un chef.
¿Hay que conquistar un corazón que viene con estómago? Esta receta lo hará derretir de amor (y de gula).
¿Querés darte un gustito? En un rato, serás pura felicidad.
¡A disfrutar de esta delicia de masa suave, con relleno tentador, el delicado sabor de los hongos y una salsa de queso que combinaa la perfección!
¡Hasta la semana que viene!