Sólo veo obscuridad. No escucho nada. Siento frío. Voy caminando hacia un lugar desconocido. El corazón me late rápidamente y la respiración me hace parecer un tren de vapor a toda marcha. No veo nada. Sólo obscuridad. Recuerdo que traigo unas cerillas en mi bolso. No se porqué pues nunca he fumado. Me apresuro a sacarlas. Cojo la primera y se me resbala pues las manos me tiemblan. Con la segunda no me pasa. Rasco la cerilla para encenderla y sólo se escucha el sonido del fuego. Veo un halo de luz y rápidamente una sombra que se mueve. Silencio. La cerilla se apaga por una corriente de aire. Tomo otra y entre el palpitar de mi corazón y el temblor de mis manos se me vuelve a caer. Respiro para calmarme pero la emoción me embarga. Tomo la última cerilla y la rasco para saber si lo que vi era cierto. Una luz se enciende…
¿Papá? …
¿Estás ahí?…
Me despierto.
Mi papá hoy hace siete años que no está ahí.
Sigo buscándolo en sueños y justo cuando voy a verlo me despierto. Cierro fuertemente los ojos para ver si así lo encuentro. Nada. Tengo que remitirme a fotos para crear esos instantes del pasado.
Hoy elegí estas dos fotos. Mi cumpleaños. Un diez de agosto de 1986 según lo que mis dedos me hacen saber. Enciendo una cerilla y te veo…
Te veo en la sala de la casa. Te veo sentado en tu sillón. Te veo riéndote, o viendo el fútbol americano o bebiendo de tu jarra de agua de limón o de jamaica siempre sin azúcar. Te veo llamándole a mi Tio Toño o a mi Amona para preguntarle algo, lo que sea. Te veo llamándole a mi madre por su nombre para que no llegara tarde. Te veo diciéndole a los perros que se bajarán del sillón. Te veo con el periódico en tu regazo leyendo página a página. TE VEO.
Como me gustaría sentirte.
Sentir esos abrazos que me dabas. Como me refugiaba en tu regazo. Como agarraba tu mano pachoncita mientras te contaba alguna de mis intensidades.
Como me gustaría olerte.
Esas lociones que para mi significaban que eras el hombre más guapo del mundo mundial.
Como me gustaría escucharte.
El sonido de tu voz, cuando cantabas Funifunifuniculaaaaaaar, cuando te encabronabas y gritabas “Carajo”, cuando le gritabas a tu nieto Emilianoooooo.
Como me gustaría bailar contigo.
Nadie baila el Rock and Roll como tú. Y bailar salsa. Y cantar. Y saborear la vida.
Como me gustaría pelearme contigo.
Me da igual de qué o qué. Simplemente enfadarme y exasperarme porque no me entendieras y porque me dijeras intensa.
Como me gustaría hablar contigo.
De todo y de nada. De mi vida, de tus nietos, de mi rutina, de la distancia, de lo ajeno, de lo propio....
Y me conformo con los sueños, con buscarte y tal vez algún día reencontrarte.
Un año más….
Y aunque las fechas no signifiquen nada para mi son los días que me permito abrir la herida del recuerdo y sangrarlo todo hasta acabar agotada y decirte buenas noches papá…¿dónde estás que no te veo?