"Los adultos ponemosmuchas expectativasen las vacaciones; cuando estamos agotados por el trabajo pensamos que la vacaciones serán una época perfecta, que será el momento de compensar todo lo que no hemos hecho bien el resto del año, que dispondremos de mucho tiempo y lo podremos aprovechar mucho... Se tiende a idealizar”, afirma Lídia Julià, psicóloga de Isep Clínic Girona. Y explica que luego la realidad acostumbra a no ser tan favorable como uno esperaba y se producen muchas frustraciones. “La cuestión no esrecuperar cosas en las vacaciones, ni el contacto con los hijos ni nada; si durante el resto del año, durante la cotidianidad, que es el periodo más largo, detectas que hay problemas, carencias o cosas que no te gustan, hay que tratar de cambiarlas. ¡No se puede esperar a vivir en vacaciones!”, dice Julià. Y la opinión es compartida por los psicólogos y terapeutas familiares consultados, porque el tiempo no se puede guardar, reservar ni acumular, y hay que vivirlo, usarlo y compartirlo mientras transcurre.
Pero la realidad es que muchos padres viven mal, consentimiento de culpa, el disponer de poco tiempo para compartir con sus hijos durante su vida diaria, llena de obligaciones cotidianas, y anhelan el tiempo libre extra de las vacaciones para estar con ellos. La situación es más frecuente, si cabe, entre los padres separados que durante el curso escolar apenas pueden compartir cotidianidad con sus hijos y esperan a las vacaciones para pasar varios días seguidos juntos y poder intensificar sus relaciones.“Es fantástico que en verano tengamos más tiempo y lo queramos aprovechar; pero, ¡ojo! porque cuando los adultos hablamos de aprovechar el tiempo con frecuencia lo decimos en términos de utilidad, y estar con los hijos no es una obligación, y vivirlo como un peso no ayuda a la relación. A los padres que durante el resto del año ya están presentes en la vida de sus hijos les será fácil aprovechar ese mayor tiempo, pero si durante once meses los ven como una carga, se quejan de ellos y no paran de reñirles, en verano no cambiarán las cosas porque dispongan de más horas libres”, indica Imma Marín, directora de Marinva, consultora especializada en juego y educación.Fernando Chacón, profesor de Psicología Social en la Universidad Complutense de Madrid, advierte que la filosofía de “cuando tenga tiempo haré tal cosa” –sea jugar con los hijos, aprender un idioma o practicar un deporte– normalmente no se cumple. “Cuando algo es realmente importante para ti de alguna manera sacas tiempo para hacerlo”. Y si la relación con los hijos es importante, uno procura sacar tiempo, a pesar de las duras jornadas laborales, para estar presente en sus vidas –“aunque sea dejando mensajes colgados en la nevera”, en palabras de Purificación Sierra, profesora de Psicología del Desarrollo de la UNED– y para poder hacer cosas juntos, sin poner las expectativas en las vacaciones o en otros periodos excepcionales.