Me encanta la naturaleza urbana, y dentro de ella los parques son en algunos casos unos lugares a priori improbables donde se ven auténticas maravillas. No digo que haya un lince en un parque, pero si que se pueden comprobar muchos espectáculos de la vida o especies de interés en según qué épocas. El factor sorpresa siempre cuenta y a mí personalmente me apasiona la idea de que esto ocurra frente a mi casa. Si tu ciudad para más inri está ubicada en sitios importantes para la migración o rodeada de espacios naturales las sorpresas pueden incrementarse notablemente.
Me basaré en un ejemplo: el Parque Moret en Huelva. El domingo, paseando, me encontré a una joven garza real pasando la tarde tranquilamente en el lago central que tiene dicho parque, empleado no hace mucho para paseos en barca y ahora pues para que los niños den de comer a los patos. Ese lago está lleno de percasoles y carpas que crían allí gustosamente, hay tantas que para las aves pescadoras debe ser un aliciente contar con esa “pseudopiscifactoría” tan tranquila. En ese mismo lago pasan el invierno gaviotas reidoras( jóvenes casi todo) y pescan charranes comunes en primavera. Alguna garceta común se ha dejado ver en alguna ocasión acompañando a los habituales animales domésticos del parque: palomas, patos y ocas.
En mi mismo paseo he disfrutado del paso migratorio de los papamoscas cerrojillos, y en similares paseos por el parque en otras épocas he visto mi primer reyezuelo sencillo, he visto cazar cernícalos vulgares, me sorprendió un lagarto ocelado, me asustó una gran culebra bastarda , he contado varias parejas de curruca cabecinegra y hasta conejos he visto. Algunas Iridáceas y plantas de igual espectacularidad me han dejado boquiabierto fugazmente en primavera, antes de que alguien que quería disfrutar de la belleza él solo en su casa las arrancó para ponerlas en un jarrón. El parque nos brinda además algún alimento como higos, higochumbos y espárragos.
Pero me centraré en el papamoscas cerrojillo. No me explico las razones pero los papamoscas me encantan, dentro de los pequeños pajarillos que tenemos son de los que más me entusiasman. Creo que me motiva muchísimo el hecho de que migren y se puedan ver abundantemente en los parques en otoño, cuando se encaminan a África. En esta época los machos son similares a las hembras, pardo-grisáceos por el dorso y blancos por el vientre; en primavera, otra época para verlos( cuando vuelven a Europa), los machos son preciosos, negros por el dorso y blancos por el vientre( como en la foto que ilustra la entrada). No sabía yo que mantienen territorios temporales incluso cuando migran, para esos días de descanso de la ruta tener asegurada una zona, un aspecto muy curioso la verdad. Como su propio nombre indica se alimentan de insectos. Estad atentos que es buena época para verlos de paso en cualquier rincón de la ciudad.
El otro papamoscas que tenemos, el papamoscas gris, también se ve en las ciudades, de hecho mientras escribía esta entrada vi uno en el rectorado de la Universidad de Sevilla, y por supuesto en los parques que abundan por la urbe. Se pueden repetir igualmente las mismas características que para la otra especie. Viven en Europa y bajan a África, donde según veo han tenido problemas por grandes cambios en sus zonas de invernada,lo que ha provocado que se deba revisar su status de conservación. Son de color gris, poco llamativo, lo que hace que sean aves menos conocidas que los petirrojos o carboneros, otras aves frecuentes en la ciudad. Para reconocerlos en caso de duda yo siempre me fijo en las rayas que tienen en la cabeza y el pecho. Según he leído es de las aves más comunes de Finlandia y migran de noche. Pienso que las migraciones nocturnas no están del todo estudiadas ni son muy conocidas pero me parece un campo de estudio muy apasionante, la naturaleza nunca deja de sorprendernos.