Las palabras quedan muy bien sobre el papel y recuerda (también a los redactores de esta recomendación dentro de un informe no legislativo) el espíritu primigenio de la Europa refugio, de aquella madre Europa buena y regordeta que creó el estado del Bienestar (lo escribo en mayúsculas in memoriam). ¿Un ataque de decencia? ¿Miedo a una posible revuelta de jóvenes, al estilo del sur del Mediterráneo, o a que la historia les juzgue por delitos de lesa humanidad? ¿Con la primavera aparecen las primeras necesidades de descargar la mala conciencia? Sea como sea, y en su aspecto más práctico, papel mojado desde el momento en que a las entidades financieras se les exige (los mercados no recomiendan, ejecutan) que, por encima de todo, engorden y se capitalicen. Recomendar a un hambriento que no quite el pan a un número por solidaridad es clamar en el desierto desde la opulencia del oasis, lo que deslegitima la petición. El aparato comunitario, desde su sede en Bruselas, continúa ajeno a lo que le rodea y tampoco sabe de crisis, más que de oídas, lo que explicaría la lentitud de sus reacciones y la poca certeza de sus recomendaciones dentro de un informe, que tampioco es legislativo ni se espera que lo llegue a ser nunca.