Auguste Ponsot descubrió las propiedades desinfectantes de la resina de benjuí durante un viaje a Armenia y decidió “importarlas” a Francia. Renombrado desde la Antigüedad por sus propiedades antisépticas, cicatrizantes y expectorantes, el bálsamo de benjuí se usaba, en uso externo, en el tratamiento del asma, de la tos y de los ronquidos.
Tanta maravilla me humilla en mi desconocimiento. Los papelitos se pueden dejar sin tocar o quemarlos. No estoy convencido de que la combustión sea inocua para los pulmones de un niño. Sin duda, cuando llegue el verano compraré unas cuantas tiras y se la colocaré en el sobaco de algunos padres de forma subrepticia antes de entrar en la consulta...