Quesos. Todo un universo complejo, tanto o más que el de los vinos. Amo los quesos por encima de cualquier comida, exceptuando quizás el pan de verdad. ¿La culpa? De mi madre y de la literatura. En La Isla del Tesoro de Stevenson sale un personaje fascinante, Ben Gunn, que cambiaría a su madre por un pedazo de queso. Claro. Y Papillon es la marca del mejor queso de roquefort. Tanto que su sola mención me hace salivar y su catadura me provoca pequeños orgasmos.
Papillon es una novela que no he leído. Los expertos dicen que la escribió un francés llamado Henri Charrière. Es un libro autobiográfico del 69’. El protagonista, que se apoda "Papillon", es condenado de por vida a trabajos forzados. Tras pasar por muchos penales, incluido La devoradora de hombres, y fracasar en muchas intentonas, acaba en la Isla del Diablo, en la Guayana francesa, por un crimen que no cometió. Logró escapar milagrosamente flotando a la deriva en una balsa hecha con cáscaras de coco y el año en que se estrenó la película murió. Y esto no es literatura…
Dejo enlace al tráiler: http://youtu.be/9Pf90oAKoAc