Para contar / gaita maracucha y sabor navideño

Por El Cuentador

Cuando voy a Maracaibo y empiezo a pasar el puente  siento una emoción tan grande que se me nuble la mente”.  Extracto de la gaita “Sentir Zuliano”. 
Noviembre significa para mí diversas cosas, entre ellas la proximidad de la navidad. En Venezuela, ya desde mediados de Octubre uno puede sentir que se acerca Diciembre; yo lo distinguía siempre a través de dos elementos: el pan de jamón y la gaita zuliana. Yo marcaba el inicio de la temporada navideña con un ritual inaugural: comerme un trozo de pan de jamón, que había comprado en alguna panadería cercana a mi hogar, mientras escuchaba una gaita, una alegre y fiestera gaita zuliana.
El pan de jamón es un plato navideño típicamente venezolano; en esencia consiste en un pan con un toque de dulce, relleno con jamón, uvas pasas, aceitunas y tocineta, aunque hoy hay extraordinarias variantes que los profesionales de la cocina han desarrollado con el tiempo. Las panaderías caraqueñas empiezan a ofrecerlo entre Octubre y Noviembre. La gaita es un ritmo musical que viene del estado Zulia, asociado con la época navideña; es un género muy animado y en otras regiones, las gaitas comienzan a sonar en la radio a mediados de Octubre.
Ahora bien, aquí en Francia no hay panadería que elabore el pan de jamón y como aún no tengo horno, no estoy en condiciones de prepararlo; ya me vengaré con creces el año próximo. Pero gaitas sí tengo en mi computadora (ah, la tecnología) y es un placer al escucharlas, recordar al Zulia y específicamente a su capital, mi querida Maracaibo, la “tierra del sol amada”.
La primera vez que fui al estado Zulia tenía yo 14 años; llegué por el lado de la Costa Oriental del Lago, a Cabimas, a la casa de mi tío Arquímedes, en unas vacaciones. De ese viaje me quedan memorias muy especiales, entre ellos el sabor del agua de coco endulzada que venden en la carretera; pero privilegio un recuerdo: el día que fuimos a Maracaibo. Cruzar en carro el famoso puente del Lago de Maracaibo por primera vez fue una experiencia increíble y que siempre que vuelvo a hacerlo, revivo aquella ocasión.
Desde entonces he visitado Maracaibo muchísimas veces y cada oportunidad ha sido hermosa. Maracaibo es una ciudad extraordinaria, pintoresca, bulliciosa, insólita, compleja, vibrante, caprichosa; es difícil permanecer en medias tintas con ella. Yo soy caraqueño, feliz y agradecido de serlo, pero a Maracaibo también la guardo en mi corazón, entre otras cosas porque ha sido amable conmigo  y porque me ha obsequiado algunas de las amistades más importantes de mi vida. Algo más que puedo decir de Maracaibo, es que su gente es de la más divertida del mundo.
En una de las últimas ocasiones que estuve allá, visité una vez más su famosa basílica, donde se guarda la imagen de la “Virgen de Chiquinquirá”, patrona de Maracaibo y conocida popularmente como “La Chinita”. Fui en horas de la mañana y fue muy impresionante ver la devoción de la gente sencilla; hay quienes pasan por ahí con su termo de almuerzo o su maletín, simplemente a saludar a “su china”, antes de ir a su trabajo. Recuerdo dos casos particulares; un hombre joven, de unos 20 años, que tocaba el vidrio que resguarda a la virgen y agachaba la cabeza, probablemente haciendo alguna silenciosa petición, y el de una madre que traía a su hija de tres o cuatro días de nacida y que le hablaba cariñosamente a la Virgen, presentándole a su bebé. 
Para Maracaibo estos son días muy especiales. Por una parte, ya se encendió la renombrada y siempre soberbia iluminación navideña que adorna la ciudad, y el pasado 8 de Noviembre se celebró el “Día del Gaitero”, en conmemoración de la muerte de Ricardo Aguirre “El Monumental”, intérprete paradigmático de la gaita zuliana, quien murió en una fecha similar en 1968. Por otra, está próxima la festividad más importante de la ciudad: “La Feria de la Chinita”, en honor a su patrona. Por supuesto, la gaita está en el centro de tales celebraciones. Por cierto; tanto que he ido a allá y nunca he estado en la feria. Habrá que resolver ese problema algún día.
Conocí la gaita desde niño; mi padre nunca fue muy aficionado a este género, pero tenía un alegre disco de gaitas del grupo “Los Compadres del Éxito”, grabado en 1968, que ponía con frecuencia en Diciembre. Ahora, en el mismo edificio donde vivíamos, el Florissant de la calle Auyantepuy de mi infancia caraqueña, habitaba un doctor maracucho de nombre Nerio Bracho, cuyos hijos –Juan y Nerio, especialmente– fueron de mis más cercanos compiches. El Dr. Bracho se compraba cada Diciembre TODOS los discos de gaita de la temporada y los colocaba sin cesar en su equipo de sonido, de manera que dada la amistad con sus hijos (y también porque el apartamento de los Bracho quedaba en el segundo piso, mientras el nuestro quedaba en el primero, así que se escuchaban clarito en mi casa), yo me mantenía más o menos actualizado sobre las nuevas gaitas que se escuchaban cada año.
Después fue el propio interés lo que me mantuvo al día con la gaita, además de la inercia de la temporada, ya que también en la Caracas de navidad la gaita suena por doquier. Ya en la misma calle Auyantepuy, varios vecinos de la cuadra armamos una escandalosa parranda navideña, con sus correspondientes tambora y furro, que por dos o tres años animó aquellas navidades, a punta de aguinaldos, gaitas y tamboreras.
Pero quizás otro acontecimiento clave para que la gaita se quedara conmigo, también en mi adolescencia, fue cuando mi tío José Jesús, que me lleva por lo menos 6 ó 7 años de ventaja, me invitó en compañía de unos amigos suyos a un “Amanecer Gaitero” en el famoso recinto “Poliedro de Caracas”.
En aquel concierto escuché por primera vez en vivo a grupos que hasta entonces sólo existían para mí en vinil, como Maracaibo 15, Cardenales del Éxito o Gran Coquivacoa, verdaderos colosos del género. Recuerdo que nos quedamos en la pista, cerca de la tarima, en lo que se conoce como “La Olla”, donde está todo el mundo bailando. En algún momento mi tío y sus amigos, aprovechando mi diferencia de edad y por lo tanto física, me tomaron por los pies y las manos y me lanzaron al aire, para después atraparme al caer, y la vertiginosa e instantánea imagen de un montón de cabeza debajo de mí, mientras estuve suspendido un segundo o menos en los cielos, no la olvidaré jamás. Desde entonces he podido apreciar a otros grupos de gaita en vivo, pero nada como aquella vez.
Ahora que escucho unas gaiticas en los altoparlantes conectados a mi computadora, sé que también la temporada navideña 2010 comienza para mí. ¿Saben? Mi esposa y yo, con el favor de Dios (y de la “Chinita” ¿por qué no?) compraremos pronto nuestro primer apartamento. De las primeras cosas que adquiriré después será un horno; uno muy bueno y en la lista de las comidas inaugurales que prepararé, está por supuesto, el pan de jamón. Si el asunto se da finalmente en Febrero o en Julio, no es tan importante, pero eso sí, cuando me disponga a probar mi primer trozo de pan de jamón, suculento, recién horneado y caraquéñísimo pan de jamón, lo acompañaré también con una gaita maracucha.
Por el momento saboreo un croissant y una taza de chocolate caliente, pero sé que la navidad se acerca, porque una gaita suena en el fondo. Para mis divertidos amigos zulianos, un abrazo desde la frontera franco-suiza y una receta que leí hace poco, que a mi ver retrata de manera inigualable el humor marabino. Se titula “Pollo a la Maracaibo” y se las coloco a continuación, pero antes de prepararla, por favor léanla hasta el final. Si alguno de mis lectores no entiende nada de la jerga, o si la conjugación utilizada le sorprende, es porque todavía no conoce bien el Zulia.. ¡vaya para allá pronto!
POLLO A LA MARACAIBO
1. Tomáis un pollo fresco de 3 Kg.2.- Rellenáis el pollo con un mollejero de verduras y sazonáis con ajo, sal y romero.3.- Preparáis una bandeja y pre-calentáis el horno a 250 grados.4.- Ahogáis el pollo con (esta es la parte más importante): 1 taza de Ron, 1 taza de Brandy, 1 taza de Coñac, 1 taza de Whisky, 1 taza de Vodka, 1 taza de Tequila, 1 taza de Vino Tinto, 1 taza de Vino Blanco y 1 taza de Cerveza Regional.5.- Cubrís bien el pollo con papel aluminio.6.- Horneáis el pollo durante 1 hora.7.- Sacáis el pollo del horno y lo dejáis enfriar por 5 minutos.8.- Botáis el pollo par coño… ¡y te tomáis er caldito! 
Las fotos que ilustran este artículo fueron tomadas de Internet y en orden descendiente corresponden a:1. Pan de jamón.2. Puente “Rafael Urdaneta” sobre el Lago de Maracaibo. 3. Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, iluminada de noche.4. Calle “Carabobo” en Maracaibo.5. Furro o furruco; instrumento utilizado para interpretar la gaita zuliana.6. Poliedro de Caracas. 
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