Para contar / madrugadas y ángeles
Por El Cuentador
“Te encontré de madrugada,Cuando menos lo esperaba”Extracto de la canción “Ángel”, del grupo Elefante.Sueles despertar entre las 06:00 y 07:00.
Ahora es bastante más temprano y por mi parte, hace rato que ando considerando ideas de varias clases: algunas ligeras, apropiadas para la madrugada; otras menos angelicales, tan formidables y hermosas como terribles. No escojo; estoy simplemente allí, sentado en mi escritorio, en reflexivos laberintos, en malabarismos del pensamiento.De pronto escucho un ruido; uno pequeñito y miro el reloj. Son las 04:50 y te veo llegar a mí, tus pasos y tus rizos en pijamas, todavía dormidos. Te digo con voz baja: “Hola, hijo. ¿Qué haces por ahí a estas horas?”No respondes; estás más ocupado en desperezarte, en escudriñar, en andar y flotar, casi. Te recibo, pero el regalo es tu abrazo.Dejo todo de lado, apago cualquier vestigio de luz y me recuesto contigo un rato en el sofá, en una conversación de penumbra, tímida y espaciada, con largos ratos de silencio entre preguntas fundamentales y miradas reposadas a la calle vacía y aún azul que también bosteza a través del ventanal.Aprovecho que no estás aún despierto del todo para acariciar tu cabello de bucles juguetones; para acunarte y sentirte respirar en mi pecho unos minutos. Estoy consciente de lo corto que será el momento, que pronto levantarás la cabeza y saldrás de mis brazos para volver a explorar el mundo. Sé también que luego tomaremos chocolate caliente y que después, probablemente escogerás un libro del que leeremos algún cuento.Entonces me doy cuenta de este inmenso privilegio que significa ser tu padre. Entonces me doy cuenta de que en verdad he dejado todo lo demás de lado.No es la primera vez que me salvas, Rafael David. A veces pienso que eres una suerte de ángel de la guarda.
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