Es obvio que la conocida como Ley Sinde ha estado mal gestionada de principio a fin. Lo que había sido pensado como una norma que protegiese la necesaria propiedad intelectual, se ha convertido en un apaño legal que abría demasiadas puertas al cierre de webs con una sospechosa comisión ministerial como brazo ejecutor y un bajo protagonismo de los jueces, que no intervendrían en el fondo del asunto, es decir, en ver si en efecto se están vulnerando derechos de autor o de explotación. La polémica ley ha fracasado en el Congreso y en la calle y el Gobierno ya ha anunciado que la retomará para proteger a los creadores de contenidos. Bien, de acuerdo, pero esperemos que esta vez el Ejecutivo –que tanto presume de talante– haga bien los deberes y se siente a hablar con todas las partes aparcando esos aires de imposición unilateral.
Que hay que pagar por los contenidos. De acuerdo. Que hay que equilibrar los precios. De acuerdo. Que hay que ajustar la normativa a la compleja y cambiante realidad actual. De acuerdo. Que hay que contentar a todos. También de acuerdo. Entonces surgen unas pregunta obvias: ¿Para cuándo los micropagos? ¿Cuándo entenderemos que las canciones, o las informaciones, se pueden vender en paquetes o en unidades? ¿Es tan difícil de comprender que la gente está dispuesta a... [+] Neumattic