Wawwww me encanta la portada, y la portada de un libro siempre me dice mucho. Aquí les dejo el adelanto y graciassss a mi Mayte por compartirnoslo, besotessssss a tod@s. Las queremos........
Para Elisa (Adelanto)
Los edificios donde funcionaban las empresas Wells, se encontraban en el centro de la ciudad por lo que el hospital le quedaba relativamente cerca y la ambulancia no tardó en llegar. En el momento en que ingresaron a Frank al área de emergencias aún no recobraba el conocimiento y eso hacía que los nervios en Jules aumentaran, siendo el único que lo había acompañado
Se quedó en la sala de espera, con miedo y angustia en cada poro de su piel, las lágrimas se anidaban en su garganta mientras el corazón golpeaba fuertemente contra su pecho.No podía imaginar que algo malo pudiese pasarle a Frank, lo quería como a un padre, su cariño no tenía nada que ver con que fuese el amante de la esposa, eran cosas completamente distintas y complicadas, quizá si alguien pudiese ver desde afuera sólo dirían que era un desgraciado hipócrita, cuando no era así, nadie podría entenderlo jamás.Limpió rápida y bruscamente una lágrima que corrió por su mejilla para después llevarse las manos al rostro y deslizar los dedos por sus cabellos, peinándolos para descansar ambas manos en su nuca, tragándose las lágrimas.Observó la sala completamente sola y adhirió la espalda en la silla y dejó descansar la cabeza en la pared elevándola un poco con los ojos cerrados a modo de descanso, sólo tenía que armarse de paciencia y esperar confiaba en que no pasaría nada malo.No podría decir exactamente cuánto tiempo había pasado cuando escuchó unos pasos presurosos hacer eco en el pasillo, sabía que no eran de las enfermeras, pues el sonido provenía de unos zapatos con tacones. Pero no se movió, ni mucho menos abrió los ojos, escuchó cuando los pasos se detuvieron frente a él y antes de que pudiese divisar a la mujer, reconoció su voz.—¿Qué pasó, Jules? —preguntó y su voz denotaba angustia, él abrió los ojos, incorporándose un poco en la silla—. ¿Cómo está? ¿Qué te han dicho los médicos? —No se detenía en su avalancha de preguntas mientras la voz de Elisa vibraba.—No sé nada —respondió con un hilo de voz—. Siéntate por favor — le pidió tomándole la mano.Ella se alejó lentamente, no podía arriesgarse a tomarle las manos aunque el pasillo estuviese solo.Ante el rechazo Jules sintió como si lo hubiesen abofeteado, dejó libre un suspiro y llevó su mano hasta la rodilla la que froto para quitarse la sensación inexistente del toque de la palma de la mano.—No, no puedo sentarme. ¿Le has dicho algo? —inquirió y el miedo se reflejaba en los ojos miel—. Me dijeron que estabas con él cuando se desmayó. —Mientras hablaba no podía controlar los temblores en su cuerpo.—No. —La miraba a los ojos y se sentía realmente culpable, además que verla así le dolía—. Siéntate Elisa —le pidió una vez más y ella al fin obedeció—. No sé qué le pasó, él me mando a llamar a su oficina. —Los ojos de Elisa se abrieron un poco más en señal de alerta, ante las palabras de Jules—. No fue por nada malo Elisa, él estaba muy bien conversamos sobre cosas banales hasta que me mostró una carta que era de Gerard Lambert…—¿Gerard, tu amigo? —preguntó la pelirroja deteniéndolo.—Sí, al parecer está a pocos días de llegar a América viene para el matrimonio de tu tío, estaba muy bien tomando un café mientras reía y de pronto… todo fue muy rápido, se desmayó, cuando lo ingresaron aún no recobraba el conocimiento. Los médicos no han salido, no han dado ninguna noticia —hablaba el francés mientras su mirada se paseaba por el rostro de la mujer que amaba y sus manos temblaban reclamándole limpiar una lagrima que corría por la mejilla de ella, pero no podía—. Sé que te duele que a Frank pueda pasarle algo. —confesó sin poder evitar la connotación de dolor en su voz.Elisa no lo dejó continuar—. Es el padre de mi hijo Jules —susurró con reprensión y mirándolo desconcertada. —Lo sé y me jode que pienses que te estoy reprochando algo, sólo quería decirte que se cómo te sientes, a mí también me afecta aunque no lo creas —dijo sin poder ocultar la mezcla de rabia y dolor.—Lo siento, es que estoy algo aturdida, Jules yo no sé explicar lo que siento, yo sé que… —Hablaba, cuando los pasos de una enfermera al acercarse los interrumpió. Elisa se puso de pie inmediatamente y se encaminó.—¿Es usted la esposa del señor Frank Wells? —preguntó la chica rubia de uniforme blanco.—Sí. ¿Cómo se encuentra mi esposo? —inquirió mirándola a los ojos.—El paciente se encuentra bien —La joven dio su explicación y Elisa dejó libre un suspiro de alivio, al igual que Jules—. Me ha preguntado quien lo ha traído y le he dado la descripción física del hombre. —Desvió la mirada al francés—. ¿Es usted Jules Le Blanc? —preguntó con una amable sonrisa.—Sí señorita —confesó poniéndose de pie.—Puede pasar —le informó con la misma amable sonrisa y regresó la mirada a Elisa—. Usted también señora, síganme por favor —pidió la joven mientras en el camino le informaban un poco sobre el estado de salud de Frank.La enfermera abrió la puerta, para que pasaran, primero lo hizo Elisa y detrás de ella lo hizo Jules.Frank estaba en una cama sentado mientras las almohadas en su espalda le daban mayor comodidad y recibió a los visitantes con una sonrisa brillante.Elisa se acercó rápidamente evidenciando su preocupación, mientras Jules lo miraba en silencio y se sentía más tranquilo al verlo sonreír, no obstante el gesto se le congeló al ver como la mujer que amaba besaba a su esposo en los labios.—¿Cómo estás? ¿Qué te pasó Frank? Me has dado un gran susto —Al único beso que ella le dio, Fran respondió con varios.—Estoy bien amor, sólo fue un desmayo porque no había desayunado. No ha sido nada grave —alegó desviando la mirada hacia Jules—. Hijo, disculpa el susto que te he dado —se disculpó con una franca sonrisa.—Admito que me dio un gran susto señor —confesó la media sonrisa que se obligó a mostrar.—No era mi intensión, primera vez que esto me pasa. Tal vez fue el café ruso en ayuna.En ese momento entró el doctor y le dio a Elisa una concisa explicación acerca del estado de salud de su esposo. Donde con palabras textuales le dijo que estaba como un roble, no tenía nada que temer, su estado de salud se encontraba muy bien, demasiado para su edad.Mientras a Elisa le reafirmaban que no tenía nada por que temer, Jules se volvió hacia la ventana y observaba a segundos el paisaje, mientras escuchaba el diagnostico, se sentía tranquilo pero también por un momento relámpago, la desesperanza cruzó su ser, sobre todo porque antes de volverse, su mirada se encontró con la de Elisa y se sintió realmente un desgraciado.El doctor se marchó y Frank tomó una de las manos de Elisa frotándola amorosamente, mientras su mirada le recorría el rostro y con su mano libre acarició la mejilla femenina.—Me has dado un gran susto Frank —dijo ella nuevamente, cerrando los ojos ante el tierno toque.—No tienes que temer amor —la tranquilizó llevando las dos manos a la mejilla de la joven instándola a que se acercara más a él—. No pienso morirme todavía, yo cada vez me siento más joven, me sentí renacer cuando me miraste por primera vez y me cambiaste el mundo. Hiciste que ilusiones cobraran vida nuevamente, sólo tu Elisa, sólo por ti mi niña hermosa. —Se acercó y le dio un tierno beso en el pómulo.La joven cerró los ojos, sintiéndose morir, pues Jules estaba presente y sabía que esto no sería fácil para él y no se equivocaba, al desviar su mirada por unos segundos de la de Frank pudo ver a Jules de espaldas mirando por la ventana.—Tú me cambiaste todo Elisa, sé que tu corazón es mío y eso lo agradezco infinitamente, desde que te vi quise vivir una nueva vida. Agradezco esa manera tan especial que tienes de mirarme. —Susurraba perdiéndose en la mirada miel y que estaba cristalizada.Para Frank la sensibilidad en la mirada de Elisa era causada por palabras que le estaba regalando y sí, a ella le conmovían, pero era más grande el dolor de saber lo que esas palabras estaban causando en Jules.Él estaba en silencio y ella podía ver como tensaba el músculo de su mandíbula y eso sólo lo hacía cuando estaba reteniendo las ganas de llorar. Lo conocía perfectamente.Jules trataba de perder su mirada borrosa a causa de las lágrimas retenidas en sus ojos, en algún transeúnte en la calle, mientras el corazón le latía demasiado rápido al contener la respiración para que las lágrimas no se derramaran, soportando ese vacío que amenazaba con consumirle el alma envuelta en llamas, pero no se incineraba, sólo era sometido a una lenta tortura, inhaló profundamente y dejó libre un suspiro silencioso, llenándose de valor para volverse y largarse de ese lugar ya que era demasiado masoquista de su parte seguir ahí, permitiendo que las palabras que Frank le decía a la mujer que ambos aman le siguiesen talando el corazón.—Disculpe señor, debo volver a la compañía —dijo volviéndose apenas mirando a Elisa para después clavar la mirada en Frank dándole gracias a Dios que su voz no reflejara su estado—. Todos quedaron muy preocupados.—Gracias hijo, por preocuparte de esta manera, gracias por auxiliarme. —mencionó Frank con una sonrisa de verdadero agradecimiento.—No es nada señor, sabe que es como un padre para mí, ahora con su permiso me retiro, hasta luego señora —Se despidió.Elisa lo miraba a los ojos y pudo ver en el verde gris el tormento que consumía a Jules. Frank asintió en silencio concediéndole el permiso.La mirada de Elisa siguió la figura de Jules caminar hacia la puerta y sentía como su alma se escapaba detrás de él. Cuando la puerta se cerró ella regresó la mirada a Frank, y él acercándose le dio un beso en la frente, mientras Elisa tragaba para pasar las lágrimas, sentía demasiadas ganas de llorar. Jules era el único que le causaba tanto dolor, era el dueño de la mayoría de sus lágrimas, pero también era el único encargado de hacerle vibrar el mundo, él con sus caricias podía sanar cualquier herida. Se alejó del beso de Frank lentamente y lo miró a los ojos.—Amor voy a preguntarle al doctor cuando te va a dar de alta —le dijo cariñosamente, pero en realidad quería ir detrás de Jules.—Está bien amor, llevo solo dos horas aquí y estoy loco por irme —mencionó dándole un beso en los labios al que ella correspondió y salió aparentemente tranquila pero su ser le gritaba una sola cosa: correr.Salió y pudo ver a Jules caminando al final del pasillo sin perder tiempo le echó un vistazo al lugar que para su suerte se encontraba solo, por lo que corrió tan rápido como pudo pero él se le perdió de vista.Al llegar al final el pasillo se convertía en una T miró al lado derecho y no había nadie, al lado izquierdo era ocupado por el cuerpo del joven.—¡Jules! —lo llamó con voz ahogada ante el esfuerzo de correr, el joven se detuvo ante le llamado—. ¡No te vayas! —suplicó y él duro unos segundos para volverse, mientras ella acortaba la distancia—. Por favor escúchame. —Su mirada se perdió en ese bosque incierto que eran los ojos de él. La mandíbula tensada y el brillo en la mirada sólo le gritaban como se sentía, mientras que las lágrimas en ella se derramaron sin aviso alguno—. Lo siento mi amor, lo siento.Jules llevó su mano a la boca de Elisa para que no hablara, acariciando con la yema de sus dedos los labios femeninos mientras que su mirada recorría el rostro y se posaba al final en los labios.—No digas nada, no pasa nada. Estoy bien —le dijo elevando la comisura derecha tratando de sonreír. Se estaba muriendo de celos pero no se lo dejaría saber, ella con su mano retiró la de él.—No, no estás bien, deja de querer engañarme imbécil —le dijo y su voz temblaba ante las lágrimas—. No seas estúpido Jules, deja de lado el maldito orgullo y asume que te estas muriendo al igual que yo, que quieres gritar, que quieres golpear lo primero que se te ponga en frente. Jules levantó la mirada y recorrió el lugar, estaban en un pasillo en el que habían habitaciones de ambos lados, los vidrios en el centro de las puertas blancas le permitieron darse cuenta que había una dama en la habitación del lado derecho presenciando la escena que trató de disimular cuando su mirada se encontró con la de él. Jules espabiló rápidamente para no derramar las lágrimas, desvió la mirada al otro lado y la habitación estaba sola.—Lo único que tengo en frente es a ti —dijo en un ronco susurro.—Entonces golpéame si eso te hace sentir mejor —respondió ella mirándolo a los ojos.En ese momento la rapidez de Jules en tomarla por un brazo y abrir la puerta de la habitación que se encontraba vacía fue realmente impresionante, sin darle tiempo a Elisa de coordinar, la adhirió bruscamente a la pared de la habitación, con una mano cerraba la puerta y la otra cerraba el cuello de la chica, apretándolo con fuerza tanto para dejarla inmóvil, la miró a los ojos y aflojó un poco el agarre.Ella lo miraba impresionada, le había pedido que la golpeara y al parecer eso era lo que él pensaba hacer, la respiración se le agitó violentamente y sus ojos se abrieron desmesuradamente llenándose de pánico, al ver como se formaba un puño en la mano libre de Jules el que se estrelló contra la pared al lado de su rostro.Espabilaba aterrorizada y temblaba, prefirió cerrar los ojos mientras escuchaba los golpes hacer eco en su oído, uno detrás de otro, la respiración de Jules parecía la de un toro enfurecido y pudo escucharlo detenerse.La mano que cerraba su cuello subió lentamente apoderándose de su barbilla, el dedo pulgar de él se posó en los labios de ella, paseándose con lentitud.Elisa sabía perfectamente lo que estaba haciendo, estaba tratando de borrar los besos de Frank, eliminarlos por completo de la manera más suave que pudiese existir.La tibia respiración de Jules refrescaba el rostro sonrojado y acalorado de la joven a causa del temor vivido por su arranque de ira y dolor.Elisa sintió los labios de él posarse en los suyos, rozando con extrema delicadeza, para después abrirse paso en un beso desesperado, furioso, voraz, abrazador al que ella correspondió ratificándole que nadie podría jamás igualar los besos de Jules, que él sabía perfectamente hacerla delirar y que los besos de Frank no se le acercaran ni en el más absurdo de los sueños, su lengua tenía el poder de un tornado, pero al mismo tiempo la suavidad de la seda para acariciar, que refresca su alma como brisa en primavera y que le hacían conocer el infinito una y otra vez y otra y otra.Ella llevó sus manos a los cabellos del joven, enredándose en las hebras castañas jadeando en el aliento de él.Jules se apoderó con ambas manos de las mejillas de Elisa moviendo la cabeza a su gusto para besarla mejor, para ahogarse en la boca que lo enloquecía, para llenarla de ese beso apasionado que lo calcinaba. Dejó libre por fin un jadeo cargado de llanto en la boca de ella y se separó un poco.Elisa lo miró a los ojos ahogados en llanto, se abrazó fuertemente a él que correspondió con premura. Se sentía realmente pequeña entre sus brazos, sin embargo le daba a Jules ese abrazo que necesitaba, sólo ella podía comprenderlo, a ella no podía mentirle, no podía decirle "Estoy bien" cuando no era así, porque ambos estaban sintiendo lo mismo. Seguía abrazada a él reconfortándolo y llorando con él, de impotencia y dolor.—Nunca te lastimaría amor mío, nunca —le susurró en el oído—. Sólo necesitaba drenar un poco la ira que me está consumiendo. —Se alejó un poco y llevó nuevamente las manos a las mejillas de la chica—. Mírame, Elisa mira mis ojos, creo que voy a volverme loco, perdóname amor, no quise asustarte… ya sé que no puedo mentirte, ni siquiera ocultarte como me siento, créeme que intento sufrir en silencio, que si ardo en el infierno cada vez que te veo con él, no quiero arrastrarte a ti también, por eso es preferible que dejes que me largue cuando te lo pido. —susurró mirándola a los ojos mientras ella retiraba con sus manos temblorosas las lágrimas y las de ella bañaban su rostro, llorando en silencio—. No llores, no llores —le pedía acercando sus labios y besándole las lágrimas.—Y no me voy a apartar, no te voy a dejar solo Jules, si somos uno cuando me haces el amor, si te fundes en mi para elevarnos al cielo, quiero que seamos uno cuando estemos sufriendo, que soportemos las golpes siendo uno, que te fundas en mí para sumergimos en el infierno, esto es cosa de dos, de los dos Jules. Estoy contigo y tú estás conmigo. ¿Estás conmigo? —preguntó alejándose un poco al ver que él no respondía—. ¿Estás conmigo Jules? —inquirió nuevamente, mirándolo a los ojos al ver como los de él se oscurecían—. Francés estúpido —dijo golpeándole el pecho con rabia y dolor—. Te estoy diciendo que no te voy a dejar solo, que te amo, te amo Jules ¿Qué quieres? Que lo grite, que me saque el corazón —Llevó una de sus manos hasta la cabeza y le jaló el cabello fuertemente obligándolo a doblar el cuello hacia un lado y él mostró una mueca de dolor—. Yo misma voy a sacar de esa cabeza terca tantas estúpidas inseguridades —hablaba apretando los dientes ante la fuerza que estaba haciendo al jalar los cabellos castaños.—Suéltame Elisa —le pidió con un jadeo de por medio—. Esta bien, está bien, si quieres darte cuenta de lo amargado que soy realmente es tu problema, no es inseguridad sólo quiero protegerte. —Ella lo soltó y era el turno de Jules. Llevó una de sus manos a la nuca de Elisa y apretó los cabellos, por lo que ella dejó libre un jadeo, justo dentro de la boca de Jules—. ¿Quieres sufrir? Perfecto. —determinó, devorándole la boca.Nuevamente con un beso, de esos donde la lengua de Jules prendía fuego a toda su piel y hacía que su vientre lo anhelara más que a respirar, él se alejó un poco.—No tienes que gritarlo, prefiero que lo jadees en mi oído. Hazlo, hazlo Elisa —le pidió creando un camino de besos por el cuello femenino.Elisa se aferró a los cabellos de la nuca de Jules, mientras las piernas le temblaban, sentía que se hundiría, que terminaría en el piso sino se aferraba a él, se acercó al oído.—Te amo, te amo —le jadeo en el oído, mientras sentía la respiración de él sofocarse en su cuello y sus besos humedecerle cada poro, sentir la textura divina de la lengua de Jules frotarle la piel. Le estaba haciendo vibrar el alma y jadeos hacían eco en el oído del francés, haciéndolo vibrar al compás de sus clamores.Él recorrió el cuello de ella, frotando con su lengua de manera circular en el centro del cuello, ese punto débil donde Jules podía sentir los latidos del corazón de Elisa palpitar contra su lengua.—Te amo —susurró, ascendiendo lentamente con su músculo. Saboreando la garganta en toda su extensión—. Je t'aime, J'adore —Le succionó la barbilla mientras se llenaba los oídos con los suspiros que Elisa le regalaba—. Ma femme —Capturó entre sus dientes el labio inferior y lo saboreó a su gusto.Penetró con su lengua en la boca de Elisa que se mantenía con los ojos cerrados disfrutando del beso, recorriendo con sus manos la amplia espalda, delirando de placer ante los contornos bajo las palmas de sus manos y sentir aumentar la temperatura ante sus roces.Jules llevó sus manos a las caderas femeninas acercándola a él, sintiendo el vientre de ella vibrar ardientemente contras sus palpitaciones encendidas.Los temblores en el cuerpo de ambos les gritaban que si no se detenían en ese momento, no encontrarían la fuerza necesaria para hacerlo hasta que se desnudaran el alma y amarse en medio de girones de pasión sin importar el lugar.Él fue un poco más consciente de la situación y poco a poco le fue bajando el ritmo al beso percibiendo en ella la necesidad de seguir con la danza intima de sus lenguas, pero agónicamente se separó, hasta susurrar con la voz ahogada y sumamente ronca contra los labios de ella.—Salgo yo primero, esperas un minuto y sales.—¿Ah? —preguntó desconcertada regresando de golpe a la realidad.Elisa abrió lentamente los ojos, sintió su deseo bajar en picada del cielo, lo que le turbó hasta la última neurona y no podía coordinar.—¿Elisa no estaría pensando que te iba a hacer el amor aquí verdad? —preguntó mirándola a los ojos, con un brillo fascinante en la mirada.—No, no. Claro que no —respondió ella tratando de parecer convincente mientras intentaba controlar sus latidos y se acomodaba el cabello, pero en realidad era lo que esperaba. Esperaba que Jules le hiciera el amor contra la pared.—Bueno, aunque me muero de ganas, pero no podemos —confesó dándole un beso, sólo toque de labios—. Ya sabes al minuto sales, no mejor dos minutos —sugirió y se acomodó un poco el saco antes de salir.Elisa esperó dos minutos y salió encaminándose en la dirección opuesta que tomó Jules, dobló a la derecha y caminaba por el pasillo cuando vio salir de una de las habitaciones al doctor que atendió a Frank.—Disculpe doctor lo estaba buscando —dijo la joven captando la atención del médico.—Sí, dígame señora Wells —Paseó su mirada por el rostro de la joven y se percató de que estaba sonrojado como si hubiese estado llorando—. Señora de verdad no tiene nada porqué preocuparse, su esposo se encuentra muy bien de salud, de todas maneras le he hecho algunas pruebas las que estarán listas en una semana, pero por ahora no tiene por qué angustiarse. — le habló de manera comprensiva.—Se lo agradezco doctor, muchas gracias. ¿Doctor para cuando puede darle de alta a mi esposo? —preguntó con voz tranquila, no obstante aún tenía los latidos del corazón descontrolados.—Esta misma tarde, señora sólo lo mantenemos en observación por un par de horas más y de ahí puede regresar a su casa. Eso sí deberá tener reposo en lo que resta de día. Ahora con su permiso voy a atender a otro paciente —le dijo con una amable sonrisa.Ella asintió en silencio y se dirigió a la habitación donde se encontraba Frank, no sin antes llegar al baño y acomodarse un poco.