Cuando hablamos de reptiles, nos referimos al clado Sauropsida, también conocido como Reptilia, en el cual encontramos los típicos representantes de estos animales, como las serpientes, los lagartos, los cocodrilos, o las tortugas.
Un clado es un grupo, una familia de animales que recibe un nombre. Estos grupos suelen incluir otros grupos más pequeños que a su vez incluyen otros clados más pequeños hasta que llegamos al nivel base, que son las especies por separado. Los clados sirven para identificar familias de animales, y así poder referirnos a ellos con exactitud. Estos grupos los deciden los científicos que estudian las relaciones filogénicas de los animales. Es decir que se guian por el parentesco que tienen las especies, y los grupos entre si.
El clado, o clase Sauropsida, es un grupo monofilético. Cosa que quiere decir que todos los animales que pertenecen a él descienden de un ancestro común que dió lugar al grupo. Por lo tanto, podríamos definir a los reptiles como un grupo formado por el ancestro común entre (por ejemplo) la tortuga Caretta caretta y el colibrí Archilochus colubris, y todos sus descendientes. Cosa que incluye a grupos tan variopintos como los Ictiosaurios, los Pterosaurios, las Serpientes, o los Dinosaurios, grupo dentro del cual se encuentran las Aves.
Cladograma simplificado de los reptiles. Se pueden consultar cladogramas detallados en la página web de Tree of Life.
Así que los reptiles no son todos iguales, ni mucho menos. No todos los reptiles se arrastran reptando por el suelo, ni todos son de color verde, ni todos son de sangre fría, ni todos tienen una piel escamosa. Si agrupásemos a estos animales según estos criterios lo que obtendríamos serían varios grupos parafiléticos, y no tendrían validez taxonómica. Lo que cuenta, a la hora de definir un grupo, son las relaciones de parentesco que existen entre sus integrantes y con los demás grupos. Así, podemos estudiar la evolución, y podemos interpretar las historias que nos cuentan los abundantes fósiles que nuestros paleontólogos desentierran de los estratos del Mesozoico, la edad de oro de los reptiles.
En aquella época existió una gran diversidad de reptiles marinos, muy bien adaptados a su medio, como por ejemplo los Plesiosaurios, esos de cuatro aletas y cuello largo, como el ficticio monstruo del lago ness. O los Ictiosaurios, que tenían un diseño hidrodinámico en forma de torpedo, muy parecido al de los peces, o al de los delfines. También había reptiles voladores, como los Pterosaurios, de los cuales se han descrito especies gigantescas, y otras diminutas.
Pero el gran grupo de reptiles mesozoicos por excelencia es el de los Dinosaurios. Éste fue un grupo enorme que dominó la tierra durante 160 millones de años, colonizando todo tipo de hábitats y desarrollando muchísimas formas distintas. Pero de entre todas ellas, solo un grupo sobrevivió a la extinción masiva del Cretácico-Terciario (K/T) hasta llegar a nuestros días; las Aves. Un grupo de dinosaurios emplumados muy cercanos a los famosos velocirraptores, y al clásico rey de los dinosaurios, el Tyrannosaurus rex.
Cuesta ver a las aves como reptiles, ¿verdad?
Pero hay que tener en cuenta que reptil es todo aquel que desciende de ese ancestro común más reciente que tienen todos estos grupos de animales, ya sean grupos actuales, grupos nuevos, o grupos extintos.
Como podemos ver, el concepto de lo que es un reptil que tenemos, y el concepto científico de lo que precisamente es, difiere bastante.
Pero, si el ancestro común más reciente del cual descienden todos los reptiles decimos que fue el primer reptil, entonces… ¿Cómo eran los animales que dieron lugar a ese ancestro de los reptiles? Pues posiblemente fueran animales muy parecidos a los reptiles basales, tanto que seguramente nos resultaría imposible trazar una línea entre ellos y discernir entre lo que es un reptil y lo que no lo es. Pero debemos ajustarnos a nuestra definición de lo que debe ser un reptil, y por lo tanto, los animales de los cuales desciende nuestro teórico ancestro no pueden ser reptiles.
Para ellos existe también un clado, un grupo más grande que engloba entre otros a los reptiles, los Amniotas. Este grupo de animales fue el que inventó el huevo típico de los reptiles y otros animales, permitiéndolos, a diferencia de los anfibios, colonizar ambientes terrestres sin la dependencia de un medio acuático para criar. En este grupo de amniotas también encontramos a otra clase de animales muy importante, los Sinápsidos.
Nosotros, los mamíferos, somos sinápsidos. Pero nuestras características más propias, como el pelo, las glándulas mamarias, la homeotermia, o nuestros dientes especializados, no aparecieron de golpe y porrazo, sino que fueron apareciendo al ritmo que evolucionaban nuestros antepasados sinápsidos. Y como ocurre en el caso anterior, el ancestro común más reciente de todos los sinápsidos desciende de animales muy parecidos a él.
Reptiles y Mamíferos tenemos pues, un ancestro común que situamos en el clado de los Amniota. Entonces, es deducible, que cuando nuestras dos ramas se separaron del árbol, sus individuos aun guardarían muchas similitudes entre si.
Dimetrodon sp. Gentileza de BioImagen. www.marcopineda.com
Esto sucede claramente en el grupo tradicionalmente denominado “reptiles mamiferoides”. Que obviamente, no son reptiles propiamente dichos, pero que se parecen mucho a ellos, ya que estos linajes no llegaron a evolucionar tanto. Un ejemplo de ello es el popular Dimetrodon, un pelicosaurio del Pérmico, que a pesar de su aspecto y su gran tamaño, nada tuvo que ver con los dinosaurios.
Esos animales ya mostraban características parecidas a las que heredaríamos los mamíferos. E incluso algunos de nuestros peludos parientes todavía hoy preservan algunas características reptilianas, como los extraños monotremas.
Como veis, reptiles los hay para todos los gustos. Pero para reptil típicamente reptiliano, villano y cruel, para monstruo de fábula, para devorador de “Bambis”, mi favorito tal vez sea el infame Dragón de Komodo.