'Para leer al anochecer' de Charles Dickens, fantasmas muy reales

Publicado el 28 marzo 2012 por Peper311262


Uno de los retos a los que me apunté fue al que propuso mi querida amiga Carmen Forján en su blog Carmen y Amig@s con respecto a Charles Dickens, este año en que se cumple el bicentenario de su nacimiento. El reto en cuestión, "Reto bicentenario de Charles Dickens" nos propone leer tres obras o más del insigne autor británico. Yo he querido empezar con esta pequeña maravilla compuesta por una serie de relatos de fantasmas y apariciones publicados en los distintos medios en que colaboró. También me sirve esta obra para el reto "Diez clásicos" del blog A la sombra del cuento.
El autor:
Charles Dickens (Portsmouth, Reino Unido, 1812-Gad's Hill, id., 1870) Escritor británico. En 1822, su familia se trasladó de Kent a Londres, y dos años más tarde su padre fue encarcelado por deudas. El futuro escritor entró a trabajar entonces en una fábrica de calzados, donde conoció las duras condiciones de vida de las clases más humildes, a cuya denuncia dedicó gran parte de su obra.
Autodidacta, si se excluyen los dos años y medio que pasó en una escuela privada, consiguió empleo como pasante de abogado en 1827, pero aspiraba ya a ser dramaturgo y periodista. Aprendió taquigrafía y, poco a poco, consiguió ganarse la vida con lo que escribía; empezó redactando crónicas de tribunales para acceder, más tarde, a un puesto de periodista parlamentario y, finalmente, bajo el seudónimo de Boz, publicó una serie de artículos inspirados en la vida cotidiana de Londres (Esbozos por Boz).
El mismo año, casó con Catherine Hogarth, hija del director del Morning Chronicle, el periódico que difundió, entre 1836 y 1837, el folletín de Los papeles póstumos del Club Pickwick, y los posteriores Oliver Twist y Nicholas Nickleby. La publicación por entregas de prácticamente todas sus novelas creó una relación especial con su público, sobre el cual llegó a ejercer una importante influencia, y en sus novelas se pronunció de manera más o menos directa sobre los asuntos de su tiempo.
En estos años, evolucionó desde un estilo ligero a la actitud socialmente comprometida de Oliver Twist. Estas primeras novelas le proporcionaron un enorme éxito popular y le dieron cierto renombre entre las clases altas y cultas, por lo que fue recibido con grandes honores en Estados Unidos, en 1842; sin embargo, pronto se desengañó de la sociedad estadounidense, al percibir en ella todos los vicios del Viejo Mundo. Sus críticas, reflejadas en una serie de artículos y en la novela Martin Chuzzlewit, indignaron en Estados Unidos, y la novela supuso el fracaso más sonado de su carrera en el Reino Unido. Sin embargo, recuperó el favor de su público en 1843, con la publicación de Canción de Navidad.
Después de unos viajes a Italia, Suiza y Francia, realizó algunas incursiones en el campo teatral y fundó el Daily News, periódico que tendría una corta existencia. Su etapa de madurez se inauguró con Dombey e hijo (1848), novela en la que alcanzó un control casi perfecto de los recursos novelísticos y cuyo argumento planificó hasta el último detalle, con lo que superó la tendencia a la improvisación de sus primeros títulos, en que daba rienda suelta a su proverbial inventiva a la hora de crear situaciones y personajes, responsable en ocasiones de la falta de unidad de la obra. En 1849 fundó el Houseold Words, semanario en el que, además de difundir textos de autores poco conocidos, como su amigo Wilkie Collins, publicó La casa desierta y Tiempos difíciles, dos de las obras más logradas de toda su producción. En las páginas del Houseold Words aparecieron también diversos ensayos, casi siempre orientados hacia una reforma social.
A pesar de los diez hijos que tuvo en su matrimonio, las crecientes dificultades provocadas por las relaciones extramatrimoniales de Dickens condujeron finalmente al divorcio en 1858, al parecer a causa de su pasión por una joven actriz, Ellen Teman, que debió de ser su amante. Dickens hubo de defenderse del escándalo social realizando una declaración pública en el mismo periódico. En 1858 emprendió un viaje por el Reino Unido e Irlanda, donde leyó públicamente fragmentos de su obra. Tras adquirir la casa donde había transcurrido su infancia, Gad’s Hill Place, en 1856, pronto la convirtió en su residencia permanente.
La gira que inició en 1867 por Estados Unidos confirmó su notoriedad mundial, y así, fue aplaudido en largas y agotadoras conferencias, entusiasmó al público con las lecturas de su obra e incluso llegó a ser recibido por la reina Victoria poco antes de su muerte, acelerada por las secuelas que un accidente de ferrocarril dejó en su ya quebrantada salud.
Datos técnicos:
Autor: Charles Dickens
Editorial: Círculo de Lectores
Tamaño: 12,7 x 21.0 cm
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta
Páginas: 235
Fecha de publicación: Enero 2012
ISBN: 9788467245134
Precio: 10.95 €
Sinopsis:
Este volumen está compuesto por una serie de historias de fantasmas y apariciones que Charles Dickens publicó en diferentes revistas de su época. Casas encantadas, apariciones premonitorias, espíritus generalmente "buenos" y hechos inexplicables se nos muestran con toda naturalidad en una recopilación magistral y deliciosa de un género que el autor cultivó con gran destreza.
Mi opinión:
Para mí que he leído bastante a Dickens, esta es una pequeña maravilla que merece mucho la pena. Lo que más llama la atención es la naturalidad del trato en cada una de las historias entre los protagonistas y los espíritus que se les aparecen. Más que miedo, más que terror, la lectura de cada uno de estos relatos deja una sonrisa por el humor y la ironía que el autor derrocha en todo momento. Otra cuestión a destacar es la carga moral y de crítica que se puede encontrar implícita en los textos, lo que hace que además de una lectura amena, uno tenga entre sus manos un libro que enseña cosas.
En definitiva, para quien no lo haya leído ya, un libro muy recomendable. Para quien haya tenido la suerte de leerlo ya, tampoco viene mal volver a abrirlo y repasar este ramillete de maravillosas historias de fantasmas para leer al anochecer...