Para los que nos sentimos ciudadanos libres la democracia es una mala noticia, insisto mal menor, porque si aceptas las reglas de la mayoría estás renunciando a tu libertad, ésta se pierde en cuanto aceptas las reglas que otros te imponen. La libertad es la capacidad de actuar y de obrar de cada uno teniendo como limite la libertad de los demás pero esa libertad se ve coaccionada cuando son los demás quienes te imponen su voluntad.
Cuando la mayoría es una mayoría irreflexiva que solo obedece a la disciplina de partido o a la voz del lider, la democracia se transforma en lo antitético y eso mismo ocurre en nuestro Congreso cuando los diputados anteponen la disciplina de partido a la voluntad de la propia libertad de cada uno. Eso mismo trasladado a una sociedad uniformada, manipulada por las ideologías y falta de formación y una educación bajo mínimos la democracia de los muchos es el peor enemigo de la libertad.
Por tanto, la democracia es un sistema de concesión de derechos pero no de libertades, pues la libertad es un acto individual que nace de cada uno y que en democracia se ve constantemente coaccionada por la acción de la mayoría. Si esa mayoría es además una mayoría irreflexiva como la que tenemos en el Congreso o una mayoría de un bajo nivel formativo la cosa adquiere tintes de oclocracia o el poder de las muchedumbres. El solo hecho que la democracia equipare el voto de un premio Nobel con el de un analfabeto la convierte en el peor de los igualitarismos.
Para que un sistema político como el democrático surta los efectos deseados se ha de empezar por los pilares de toda sociedad que aspire a un sistema en el que todos participemos en igualdad y eso es tener una sociedad formada e informada, con un grado de cultura política y democrática que ha imposible la manipulación por cuatro botarates. Pero además, el proceso legitimador de las normas queda en entredicho cuando el legislador no recoge las demandas de los ciudadanos para luego hacerlas ley sino que lo hace a la voz del ordeno y mando de la disciplina de partido que rompe ese proceso legitimador de las normas y hace que el efecto que producen no sea el que quiere el pueblo. De ahí que estemos gobernados por normas que no han sido recogidas del sentir ciudadano sino del sentir de una mayoría irreflexiva expuesta a las influencias o presiones de elementos ajenos al proceso democrático como pueden ser las oligarquias financieras, económicas, empresariales, religiosas etc...Si la ley deriva de la naturaleza de las cosas como dijo Montesquieu, nuestro sistema democrático se encarga de torcerlas porque el proceso legitimador de las normas está manipulado y el efecto que van a producir esas normas es que las sentencias sean juridicamente correctas pero moralmente reprochables.
Carlos RH