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Dicen que sobre gustos no hay nada escrito. Será por eso que la pasión tortuosa que sienten algunas mujeres por los zapatos asesinos es tan incomprensible como cierta.
Os acordáis del capítulo de Sexo en Nueva York en la que Carrie se preguntaba ¿De qué servirían las extremidades sino para calzar bellísimos zapatos?
En mi modesta opinión, nos estamos volviendo todos un poco majaretas. No puede ser que el precio que muchas mujeres estén dispuestas a pagar por lucirlos sea tan alto y se traduzca en pies, espaldas y posturas destrozadas.
Imaginad a esas mismas mujeres llevando prendas que les impidiesen girar la cabeza, levantar los brazos o sentarse. ¿No resultaría ridículo por muy de moda que se pusiesen? Entonces por qué se empeñan en subirse a zapatos imposibles que les privan de algo tan necesario como el andar con naturalidad.
Los diseñadores, sabedores del poder psicológico que provocan un par de tacones de vértigo, presentan nuevas creaciones que para nada tienen en cuenta su finalidad última, caminar. Por eso, en las pasarelas podemos encontrarnos infinidad de ejemplos de modelos con los pies destrozados, como los que muestran las imágenes, sin que nadie se asombre lo más mínimo. En fin...