Escribir todos los días es difícil, para que engañarnos. Se podría escribir cualquier patraña, evidentemente, pero lo normal es intentar mantener un nivel, sino en la forma -de la que aquí nos deshacemos con excesiva frecuencia- al menos en el contenido. No es plan empezar a hablarles de mis líos con mi casero, con la mudanza y todos esos aperos porque no tenga otra cosa de que hablarles, no creo que tenga interés de ningún tipo. Esto es un blog político.
Aún así no es fácil hablar de política si lo que uno intenta es esclarecer un poco la realidad en vez de enturbiarla todavía más. Desde aquí intento poner mi granito de arena en bosquejar cuales son los verdaderos engranajes del poder y el porqué de las decisiones políticas. De ahí que no comente muchas anécdotas de la política cotidiana, quizás porque para mí carecen de importancia, aunque otras veces es por culpa de mi falta de tiempo o motivación. Si esto lo unimos a que soy un enemigo de los escritos morralla -aquellos que no aportan nada y se dedican a dar un espaldarazo a lo dicho por otros- eso conlleva a que a veces estoy varios días sin escribir.
Sin embargo cada vez estoy más convencido de que es necesario que demos nuestro punto de vista sobre las cosas que nos rodean, ya que nos bombardean con su propaganda a diario. Si, propaganda, ya no me atrevo ni a llamarla información manipulada, por lo tanto creo que es imprescindible que yo, y todos, informemos sobre lo que nos rodea con pruebas multimedia de todo tipo y con toda la mala sangre que nos encontremos en nuestro interior, para hacer daño al mensaje único antes de que nos seque el cerebro y no seamos capaces de ver más allá de nuestras narices. Por eso escribo.