Seguramente, ahora que se avecinan los exámenes, muchos estudiantes se estarán preguntando que para qué tienen ahora que “sufrir”, sentados estudiando una serie de materias que tal vez ni siquiera les interesen. Todos los que hemos estudiado una carrera universitaria hemos pasado por esos maratones finales en los que aprender a toda velocidad una serie de datos que se nos exigen para seguir avanzando, a lo largo de nuestro periplo universitario. Y lo peor no ha sido el hecho de estudiar, que en sí es enriquecedor y en el peor de los casos es una gimnasia mental, sino no entender por qué hay que aprender ciertas cosas que parece que no sirven para nada más que para poner en forma unas pocas neuronas…
Muchas veces, ese “para qué” se ha asomado a nuestras conciencias, pues no entendíamos la utilidad de ciertos temas, contenidos, asignaturas… Posteriormente, con el paso de los años, aún siguen siendo una incógnita el objetivo de ciertos datos, que era preciso engullir y deglutir en un examen. Pero, en otros casos, se ha clarificado la cuestión, pues durante el ejercicio de la profesión se ha ido tomando conciencia de la utilidad de algunas cuestiones aprendidas, sin saber muy bien por qué, en su momento.
Después de atravesar una carrera universitaria, que no era precisamente fácil y que suponía más tiempo de estudio del que me hubiera gustado, especialmente en las cuestiones que me parecían inútiles, he podido llegar, al menos a dos conclusiones, en relación con las cuestiones planteadas líneas arriba.
En primer lugar, me parece que el “para qué”, no siempre se ve hasta que ya se ha atravesado el bosque de la información, pues durante el tránsito, los árboles no nos dejan ver el propio bosque. Así que paciencia… Ciertas cosas cobrarán sentido en nuestras mentes, algún día…
En segundo lugar, he podido concluir, que a veces los profesores nos han sobrecargado de información o de temas inútiles, por varios motivos. En parte “porque siempre se ha hecho así”, por lo que si un tema no sirve para nada y está incluido en un temario, el siguiente profesor que se apunta al carro, asume que eso será así por algo y se lo endosa a sus alumnos, sin saber muy bien por qué e incluso, aburriéndose él mismo del rollo que les suelta. Y en parte, porque los profesores tenemos límites y porque pensamos que algo puede ser útil o interesante, porque en nuestra percepción subjetiva, un tema nos resulta llamativo, pero no nos damos cuenta de que nuestro interés se ha desencadenado como fruto de ciertas experiencias o de años de trabajo en un tema. Dicha experiencia, nos puede hacer comprender por qué algo es interesante, pero eso no es obvio para el que está aprendiendo. Así que hay que hacer un esfuerzo extra, de hablar desde la propia experiencia y mostrar como se ha llegado a plantear algo como interesante, para no llegar a dormir a las piedras. Pobres piedras…
Con estas líneas no quiero desanimar a nadie, sino señalar una de las muchas cuestiones a mejorar para nuestros alumnos, o a la hora de transmitir nuestros conocimientos. Creo que es una gran oportunidad estudiar una carrera, pues se aprenden cosas, de las que hay que hacer y de las que no hay que hacer (pues también hay malos ejemplos que tenemos en nuestros enseñantes), se ejercitan las neuronas mediante el esfuerzo memorístico, de síntesis y a la hora de explicar lo que se sabe, en un examen. Además, se hacen nuevos amigos y enemigos, se va tomando conciencia de que todas las cosas no las resuelven los padres, se empiezan a asumir nuevas responsabilidades (y eso activa más neuronas), se desarrolla un cierto orden de vida (por el hecho de asistir a clase, aunque no se estudie mucho), se desarrollan los músculos de los brazos cargando con libros y apuntes, se desarrollan las piernas yendo a la universidad y sobre todo, uno se va preparando para un nuevo trabajo que se supone que le gusta (siempre y cuando haya elegido sus estudios por sí mismo, pero esto ya es otro tema…). Y más cosas… Si a alguien se le ocurren más, que las apunte.
Y finalmente tan sólo desearos a los que os examinéis, ¡Mucho ánimo! ¡Todos vuestros esfuerzos obtendrán sus frutos! Al menos vuestras neuronas se irán poniendo más fuertes.