Entre toda esta parafernalia científica, encontramos ciencias denominadas "ciencias básicas". Pero no todas son iguales, hay algunas como la física, la fisiología animal, la cosmología o las matemáticas, de las que pueden desprenderse aplicaciones potenciales; pero también existen otras que de plano no aportan, ni aportarán ni un bledo a la construcción de naves espaciales, de un nuevo teléfono móvil o a la cura del cáncer, SIDA, ébola u otros grandes males. Entre esas ciencias "inútiles" para el capitalista convencional, encontramos la Paleontología (ciencia de la que trata este blog y mi carrera profesional). Entonces ¿por qué cometer suicidio científico y monetario? O ¿para qué estudiar algo que "no aporta nada" al avance de la sociedad?
A lo largo de mis estudios, he descubierto que hay dos tipos de razones, las románticas (que no por ello dejan de ser válidas) y las fácticas. Dentro de las románticas tenemos:
1. Saciar la curiosidad humana.
La naturaleza de nuestra especie es ser curiosa. Somos además, los únicos animales conocidos que se hacen preguntas y nos encanta preguntarnos acerca del pasado. Al estudiar Paleontología, llenamos pizca a pizca un gigantesco granero con diminutos granos de los que cualquiera (con las herramientas necesarias) puede cocinar un pastel. El estudio de los fósiles nos permite acceder a mundos que parecen salidos de la ciencia ficción, tales como: un planeta dominado por muchas especies de simios erectos y con tecnología lítica (Plioceno tardío-Pleistoceno temprano); un planeta con criaturas terrestres más largas que las más grandes ballenas de hoy (Jurásico tardío-Cretácico temprano); un mundo cubierto totalmente por microbios y un único supercontinente baldío (Proterozoico); un mundo helado, similar a la luna Europa, con oasis de vida microbiana en altamar (Criogénico); un planeta atestado de artrópodos gigantes como ciempiés del largo de un auto, escorpiones del tamaño de un poodle y libélulas con la envergadura de un águila (Carbonífero temprano); etcétera.
2. Ampliar nuestros conocimietos como especie.
Este motivo está íntimamente relacionado y/o producido por el anterior, aunque tiene su mérito propio. Así como reza el adagio "quién no conoce su historia está condenado a repetirla", el conocer el pasado no es meramente romántico, pues a veces nos puede ayudar a evitar situaciones que nos podrían extinguir, como impactos de cometas/asteroides, vulcanismo extremo o el afamado cambio climático y calentamiento global (sólo por mencionar algunos). Es de hecho gracias al estudio de los fósiles que se supo por primera vez y sin lugar a dudas, que las especies que se extinguían, no volvían a aparecer jamás. Quizá esto suene ridículo a primera vista, pero si tenemos en cuenta que los primeros paleontólogos y naturalistas eran creacionistas (distintos claro, de los modernos), nos es más entendible que para ellos, las plantas y animales eran creaciones perfectas de Dios y que por lo tanto, no podían desaparecer (eso restaría gloria al señor).
Y conocer el pasado no sólo sirve para salvarnos el pellejo o el de otras especies, también tiene una dósis de identidad. A los hallazgos paleontológicos nos referimos recuentemente como el "patrimonio histórico natural" de alguna población, estado/provincia/territorio o país. Y esto no es gratuito, ni sólo se hace con fines de estimular la investigación paleontológica, también es muy, pero muy cierto. Y aunque no debemos caer en nacionalismos sin sentido, debemos reconocer y salvaguardar el legado natural del mundo al que vinimos a parar; pues es nuestra obligación como los únicos seres autoconscientes y ententidos del pasado profundo del mundo. Pero, al igual que las óperas de Bach, o que las pinturas de DaVinci, los descubrimientos paleontológicos no aportan nada a la construcción de un puente o a la génesis de una importante empresa, no. Nos otorgan algo más importante: inspiración y gozo al espíritu humano, por el simple gusto de aprender.
Por ahora, esto es todo mis estimados paleofrikis. En otra entrega escribiré más razones sobre el porqué estudiar paleontología.