En algún manual de estilo leí que no se deben incluir signos de interrogación en los titulares. El de este escrito es, por tanto, una afirmación.
Pues probablemente fue una idea equivocada o, caritativamente perversa. Después de mantener vigente más de treinta años un Estatuto del personal sanitario al servicio de la Seguridad Social, un gobierno del Partido Popular decidió renovarlo y ajustarlo a la Constitución. El texto databa de 1966, de pleno franquismo y de cuando aún no se habían ni construido los hospitales de la Seguridad Social como La Paz o La Fé, el Hospital Infantil de la Vall d’Hebrón o el hospital donde trabajo, el Joan XXIII. Incluía entre otras lindezas la obligatoriedad de prestar juramento a los “Principios del Movimiento”, una coña marinera que me tocó aceptar la primera vez que obtuve una plaza en propiedad.
El nuevo estatuto, denominado “Marco” porque se habían producido ya la mayoría de las transferencias a las comunidades autónomas, no pareció interesarle demasiado a nadie. Ni siquiera las CCAA más “soberanistas” intentaron redactar unos estatutos que les fueran propios, dentro del citado “marco”.
Pero un par de ejecutivos espabilados descubrieron que, en lo que se refería al personal, el nuevo estatuto marco cambiaba los términos de la jubilación de los profesionales de “jubilación voluntaria a los 65 años y forzosa a los 70” a jubilación forzosa a los sesenta y cinco, y sin encomendarse ni a dios ni al diablo de los sindicaleros, implementaron unas disposiciones con rango de decreto para quitarse de en medio a los carrozas. Así como suena.
Los sindicatos no dijeron nada porque, en el más puro estilo sindical, todo lo que sea propiciar que la gente no trabaje y siga cobrando ya les está bien. Lo más curioso es que las únicas Comunidades Autónomas que utilizaron unas premisas originadas por el Partido Popular fueron Cataluña y Andalucía, ambas con gobiernos socialistas. Dios los cría y el viento los amontona.
El único propósito, más menos que más oculto, era deshacerse de un importante colectivo de médicos, jefes de servicios principalmente, en los grandes hospitales que precisamente se habían incorporado como facultativos a la creación de los grandes hospitales a finales de los años 60 y que cuarenta años después estaban en esas edades de próxima jubilación. De paso se incluía a muchos facultativos de Atención Primaria que habían accedido a sus plazas con un compromiso asistencial de sólo dos horas, más el tiempo que dedicasen a domicilios y otras tareas, que no se adaptaban al diseño de los Centros de Asistencia Primaria modernos.
Maquiavelo tenía las ideas más claras para distinguir medios, fines y justificaciones. Varias demandas judiciales, protestas generalizadas y una no pequeña tormenta mediática dejó a la autoridad sanitaria pidiendo disculpas, reconociendo que era un error, pero para cuando y para bastantes profesionales la cosa ya no tenía remedio.
Soy de los que creen que los médicos no necesitan jubilarse más que cuando dejen de ser útiles a los pacientes. Ahora, con la ampliación de la edad para tener derecho a la jubilación hasta los 67--para el año 2027--igual resulta original pretender jubilarse más tarde. De momento el estado, oséase Hacienda, concede unos magros beneficios fiscales a quien siga trabajando después de los 65 que, en buena ley, deberían mantenerse: es decir que quien se tenga que jubilar más tarde vea premiados sus desvelos al menos un poquito.
Pero los mastuerzos que nos gobiernan, en los niveles estatales o comunitarios, como ni siquiera saben lo que quieren, igual lo hacen al revés. En el fondo y por los discursos que oyes, lo que realmente quisieran es que, por un lado, los pacientes dejaran de venir a los hospitales o a los Centros de salud. Y que los médicos se jubilasen todos y dejasen de representar un gasto para ese erario que se creen que es suyo. Dicen que el sistema no es sostenible, o sea que lo mejor es que dejase de existir. Así podrían dedicar sus esfuerzos y sus dineros a otras cosillas que les dieran más satisfacciones porque, dicen, esto de la sanidad pública no es que no sea sostenible, es que no hay quien lo aguante... Se lo he oido decir por lo bajini al salir del debate de los presupuestos...